Al día siguiente.
- Una linterna, una navaja, una cuerda, mi teléfono, la ayuda de mi hermana y la esperanza de encontrar a Victoria. Sí! Lo llevo todo! O al menos lo básico.
- No te preocupes, llevo en mi mochila muchas cosas más, por si acaso. Aunque... nos falta algo.- Dice Sara llevándose el dedo índice a su labio inferior.
- ¿Y qué es? - Frunzo el ceño.
- Un milagro.
- ¿Y eso dónde se compra? Hahaha. - <<Es mejor relajar el ambiente>>
- Sara, es posible que lleguemos tarde, ya que CIERTA SEÑORITA SE QUEDÓ DORMIDA.
- Ey! Tú también te quedaste dormida. - Arquea una de sus cejas y se cruza de brazos.
- Tú eres la mayor, debes ser responsable. Pone los ojos en blanco y se lleva las manos a la cintura, niega con la cabeza y suelta una risita.
- Ya vámonos. - Agarra la mochila y se la lleva al hombro. - Tenemos todo lo necesario, ya podemos irnos.
- Tomo mis cosas y camino a la entrada mientras hago un pequeño resumen de lo que me ha estado ocurriendo actualmente y reflexiono:
<<Todos nos despertamos a la mañana siguiente sin saber que nos ocurrirá en el nuevo día, nadie puede cambiar su destino, ni tampoco huír de él y esto es lo que me aterra>>
- Llamaré a un taxi. - Dicho esto, Sara, toma su teléfono y marca cierto número. - Listo! Estará aquí en 15 minutos.
Pasado un tiempo...
Ha llegado el taxi, entramos en él y nos acomodamos en los asientos traseros.
- ¿A dónde las llevo, señoritas?- preguntó el chofer mirando a través del retrovisor.
- Al número 666 de Hárrison Énderson. - le contesté incrédula de que aún pudiese recordar el nombre de la calle.
El taxista vuelve la mirada hacia mí y pone cara de confusión mientras me mira directo a los ojos - Hárrison Énderson? Sé que no es de mi incumbencia pero... ¿Qué esperan encontrar allí? No hay absolutamente nada en ese lugar, fue abandonado hace años; incluso la calle que se debe recorrer para llegar está completamente bloqueada por la maleza, es imposible llegar en auto, pero puedo dejarlas en algún lugar cerca de ahí, aunque tendrían que caminar bastante para llegar.
- Si, no se preocupe, llévenos hasta donde pueda.
Han pasado varias horas antes de llegar al punto acordado. Había demasiado tráfico al salir de la autopista.
- Ya estamos aquí Señoritas. - Dice el conductor a la vez que aparca el auto en mitad de la carretera.
- Aquí? - Pregunta Sara, inconforme.
- Lo siento, pero es lo más lejos que puedo llegar. - Nos dice el taxista saliendo del coche y abriéndonos la puerta.
- Este va a ser un día muuuuy largo. - Dice Sara tomando su mochila y saliendo a la calle.
Le hemos pagado al del taxi y se ha largado, ahora sólo nos queda caminar.
Cada vez el trayecto se nos hacía aún más extenso, estábamos cansadas de tanto andar.
- ¡Mira la hora que es! Ya es de noche, ¿Por qué el sol se puso tan temprano? ajj! - Miro a Sara inquisitivamente.
- No me mires así, Anna. Tengo el sueño pesado, tu también debiste preocuparte por despertar a tiempo.
- Uff, me duele la cabeza.
- Si, también estoy cansada. ¿Qué tal si... nos quedamos a dormir en el motel de allá? - Me sugería Sara señalando una pequeña casa en una colina.

- ¿Un motel? ¿A qué motel te refie...? - Digo mientras me volteo hacia el otro lado donde me indica Sara.
<<¿Qué hace ese lugar ahí?>> <<Nadie viene por aquí, ¿por qué contruirían un motel precisamente en ese lugar?>>
- ¿Por qué estás tan segura que es un motel?
- Emmm, no lo sé, sólo digo. Puede que lo sea. Vayamos y averigüémoslo. Entremos y mañana por la mañana continuamos.
- Está bien, Sara.
Subimos poco a poco la colina hasta llegar a la puerta de la casa.
<<¡¿Por qué ese estúpido motel no estuvo ahí hace 3 años, cuando más lo necesité?!>> <<¿Por qué ahora?>> ajj! - Pensaba.
- ¡Anna! Apresúrate! - Sara me hace volver a la realidad.
La puerta de la casa estaba abierta así que decidimos entrar. Frente a nosotras se encontraba una minirecepción, así que damos por hecho que era un motel.
Tin tin tin - Sara a hecho sonar la pequeña campanita que se encontraba encima de la mesa.
Nadie contesta.
- Ejem ejem, hay alguién? - Dice impaciente.
Tin tin tin tin - Vuelve a tocar la campanita pero esta vez un poco más fuerte.
De repente, se abre una puerta a la derecha de la recepción y aparece un señor mayor, algo gordo y canoso, con un bigote en forma de brocha.
- ¿Las puedo ayudar en algo? - Nos pregunta aquel anciano colocándose detrás de la mesita. <<Al parecer es el recepcionista.>>
- Mmmm... queremos quedarnos por una noche.
El señor ha frucido el ceño, se voltea y toma una llave que colgaba de la pared. - Síganme. - Nos dijo mientras caminaba hacia una puerta paralela a la recepción.
- No viene mucha gente por estos lugares, ¿verdad?- pregunté sabiendo de antemano la respuesta.
El señor ha metido la llave en la cerradura pero no ha abierto la puerta, sólo se ha volteado y ha respondido a mi pregunta.
- No, señorita, no vienen muchas personas aquí, la mayoría no se atreve, hay que tener una buena razón o estar muy loco para pasar siquiera por estos alrededores.
- ¿Qué quiere decir, señor?
Aquel hombre no me ha respondido, me observa con una mirada profunda que no me quita de encima, le ha dado la vuelta a la llave y la puerta a la habitación se ha abierto. Se aparta y deja que mi hermana pase. Trato de ignorar lo que me ha dicho y sigo a Sara adentro de la habitación, pero...
- ¿Aún no has recuperado las llaves de tu auto?
Me he quedado helada al oír esas palabras. <<¡¿Cómo sabe él que....?!>>
- Me volteo rápidamente en dirección a la posición en que se encontraba el anciano pero...
Ahí ya no había nadie.
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Editado: 17.05.2020