The Dimensions

Capítulo 15

El salón quedo en silencio por unos segundos. Loewen sabía que era una paz poco duradera. Siendo la chica nueva, ya era el centro de atención. Todos hacían preguntas, como era normal en el primer día de clases de alguien. Lo malo, es que a Eiden también le tocaron su ronda de interrogaciones, debido a lo que había ocurrido al inicio de la clase.

—¿Se conocen? — preguntaba uno de los compañeros

—¿Por qué te negaste a estar con ella?

—¿Se gustan?

 —Es muy mona ¿sabes dónde vive?

A Eiden se le estaba acabando la paciencia con todo ese asunto. Por alguna razón le molestaba aún más que la mayoría de las personas que rodeaban a Loewen eran hombres. Claro que él sabía que ella era atractiva, es que no es muy normal que una chica tenga el cabello caoba y los ojos verdes como una esmeralda ¡Pero por favor! no era para tanto.

—Vale ya, silencio— se exaspero Eiden — Ella es Loewen. Se hospeda en mi casa. No es mi novia ni me gusta. Me negué porque siendo sincero ella me vuelve totalmente loco— soltó molesto, ganándose la mirada de todos y el enfado de Loewen.

—No es como que tú me cayeras muy bien— reprocho ella.

—No comiences a pelear aquí, princesa mimada— le dijo juguetón.

—¡A quien llamas mimada! ¡Pervertido! — gritó la chica.

—¿Quién no sería pervertido si te la pasas enseñando tu ropa interior? — Loewen se sonrojo tanto que parecía que iba a explotar. ¿Por qué decía eso en frente de los demás?

—¡¿Ey Eiden de qué color son?!— comenzaron a gritar los hombres, mofándose de ella.

—Afortunado, no dejas una— bramo otro chico.

—¿Me puedes enseñar a mí también? — comenzaron a acosarla.

La joven miraba hacia todos lados, pero las caras de burla y curiosidad la rodeaban, ella no estaba acostumbrada a estar con chicos, mucho menos que le dijeran cosas como esas, no entendía que debía contestar, además de que se sentía intimidada y sola. Siendo tanta la presión y los insultos, las lágrimas de Loewen se acumularon en sus ojos, pero se resistían a salir.

—¿Eres algún tipo de ayudante nocturna? — preguntó otro.

—¡Es una zorra! — gritaban las chicas —¡Mira que zorrearle a Eiden!

Loewen se quedó plasmada ante tal recibimiento, no, no podía más, estaba harta, odiaba esa escuela, detestaba el hecho de no saber estar con hombres, y le era terriblemente abominable el hecho de tener que estar con Eiden, con quien no se llevaba para nada.

Eiden continuaba riendo a su costa, y solo alcanzo a ver como una melena rojiza salía corriendo del salón, empujando de paso al siguiente maestro que estaba a punto de entrar al aula.

—Chicos ¿Quién era? — preguntó el joven profesor de cabello oscuro y ojos verdes.

—La nueva— dijo seca una de las chicas. No parecía que Loewen le cayera muy bien.

—¿Y se puede saber por qué lloraba? — preguntó de nuevo el profesor.

¿Ella lloraba? Eiden se recrimino de nuevo, ¿porque le era tan fácil lastimarla?, no entendía por qué lloraba de todo, incluso la había escuchado llorar otras veces, no era algo que le gustara. Además, esta vez ella no había dicho ni hecho nada para molestarlo, solo había reaccionado a lo que el inicialmente le había dicho. ¿Por qué entonces sintió la necesidad de avergonzarla?

Loewen estaba cansada de llorar. Últimamente lo hacía con bastante frecuencia. Antes se jactaba de ser una persona fuerte, podía aguantar muchas cosas. Pero ahora, con algunas simples burlas, o algunas palabras de Eiden, ella se echaba a llorar cual niña. Le avergonzaba, en serio, no podía seguir siendo tan débil.

Por ahora, en ese momento en el que estaba acorrucada en un cubículo del baño de mujeres, lloraría, no le importaba quien la escuchara, lloraría hasta que sus lágrimas dejaran de salir. Y con suerte, no salieran de nuevo.

«¿Dónde estaría esa chica?»  se preguntó Eiden. Se había saltado casi todas las clases del día. Bueno la verdad era que cada que entraban a una nueva clase, Eiden esperaba que ella entrara por la puerta. Pero tal acontecimiento no había sucedido, ya eran las últimas horas, y Loewen no aparecía por ningún lado.

Eiden iba de caminó a su casillero para tomar los libros que le hacían falta para las ultimas clases. Estaba por abrir su locker cuando de pronto una plática llamó su atención.

—…si lo sé, se la ha pasado llorando— escuchó que una chica le decía a otra, mientras caminaban por uno de los pasillos paralelos. ¿Podía ser ella?

Eiden les dio alcance para preguntarles.

—Hola. Disculpen ¿de quién hablaban? —  no recibió respuesta. Ambas chicas habían quedado congeladas en cuanto se les acercó.

Él no lo sabía del todo, pero era un chico muy popular entre las estudiantes femeninas.

–Emm ¿chicas? — dudo él ante el mutismo de ambas.

—Oh Dios Clare, en realidad nos está hablando— gritoneó la chica morena con pecas, a su amiga.

—Lo sé, pero…— miró primer a su amiga, para después verlo a él con cara consternada —¿Qué preguntaste? — habló ahora la rubia.




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