Eiden corría hacia todas direcciones, no la encontraba por ningún sitio. Le había indicado que no se alejara, pero claro, ella era terca como una mula y lo había desobedecido.
Su corazón palpitaba acelerado, presentía que algo no andaba bien, y no solo por el hecho de que Loewen hubiera desaparecido, era algo más.
Dio la vuelta por uno de los pasillos, reconociendo al instante la melena caoba de cierta chica. Soltó un suspiro por haberla encontrado, corrió hacia ella para darle el regaño de su vida, pero cuanto más corría, ella se alejaba más…
—¡Loewen! —trató de llamar su atención, pero parecía ser que la chica no le escuchaba, ya que ni siquiera volteó.
Eiden trato de correr más rápido detrás de ella, al mismo tiempo que Loewen comenzaba a correr hacia una luz que no le dejaba ver con claridad.
—¡Loewen espera! —le gritaba a la muchacha que no le hacía caso.
Cuando traspaso la luz que lo cegó durante unos segundos, se encontró con algo que le dio escalofríos, un ser alto con cara hermosa y piel blanca le sonreía de manera siniestra a Loewen que seguía avanzando hacia él.
La mirada violeta y gélida de aquel hombre mostraba un mal escondido. Aquel monumental hombre de aspecto hermosamente siniestro, estiró una mano larga y grande en dirección a Loewen, y está no dudó en tomarla.
Era como si de pronto no se percatara del peligro que corría al acercarse a ese hombre.
—¡Loewen detente! ¿Qué haces? —al fin la muchacha se giró, pero esos no eran sus ojos, no eran el verde con los que él estaba familiarizado… eran blancos como la luz cegadora de hace un momento, parecía que no fuera ella.
—Muy tarde príncipe, ya no tiene poder sobre ella misma.
Una sonrisa perfecta salió de los labios del desconocido, no, no era tan desconocido, era la descripción que Loewen le había dado de su atacante. Un Krisken.
—¿Quién eres? —exigió el príncipe—. ¿Cuál es tu nombre?
—El que dominara los once mundos.
—¿Qué? —soltó incrédulo el muchacho.
—Me despido por el momento. Pero nos volveremos a ver —el hombre alto y flaco acercó el cuerpo de Loewen a él, para después desvanecerse, como si nunca hubiera estado ahí.
Eiden abrió los ojos abruptamente sentándose en la cama de paso. Respiraba agitado. Se sentía en un desfase de tiempo y, siendo sincero, no comprendía ni siquiera donde estaba. Era como si sus ojos continuaran en aquel sueño.
¿Todo había sido una pesadilla? Era extraño ¿Cómo alguien podía soñar algo así? Él nunca había visto esa cara, de ser así, es imposible que la pudiera soñar. Se pasó la mano por el cabello, despeinándolo un poco.
¿Era acaso una premonición? ¿Un sentimiento de que algo iba a suceder?
Froto sus ojos cansado, tal parecía que no había dormido nada, aunque viendo la posición del sol, podía decir que era bastante tarde, aunque hubiera tenido guardia el día anterior, nunca se levantaba tan tarde. Debían ser como las cinco de la tarde.
Volteo como acto reflejo al otro lado de la cama, esperando encontrarse con Loewen, tan dormida como siempre. Pero no fue así, el lado que ella ocupaba cuando dormían ahí ni, siquiera estaba distendido, parecía justo como lo había dejado antes de salir de guardia, había libros y papeles por todo ese lado de la cama. Lo cual le dio a entender que ni siquiera había dormido ahí.
Era normal que en la cama de Eiden se encontraran miles de cosas como las que había en ese momento. Libros, ordenadores, celulares o papeles. Cuando Loewen veía su lado de la cama de esa forma, ella simplemente tiraba todo al piso, ocasionando una pelea que acababa con el enojo de ambos, o, si andaba racional, simplemente sugería que se fueran a su recamara.
Eiden se puso en pie. Un miedo desconocido hizo que se levantara de la cama, ¿No estaba? Ella simplemente no dormía si no estaban juntos, las pesadillas la acosaban o el miedo de que le hicieran algo. Dudaba que estuviera en problemas, tan solo ayer habían estado juntos en la guardia, y sí, la habían atacado, pero a su ver, ella estaba sana y salva…
Todo esto lo pensaba mientras se ponía algo de ropa encima y salía de la habitación casi volando.
Se acercó a la puerta de Loewen, tocando primero, pero al no recibir respuesta la abrió, encontrándose con la nada. La situación lo hacía ponerse cada vez más nervioso ¿No había sido solo un sueño? ¿Ella en verdad estaba capturada? En su cabeza estaba en un limbo tratando de descubrir cuál era la parte cierta.
Con paso firme caminó por los pasillos de su casa, encontrándose a varios de sus primos o amigos que salían o entraban a las diferentes habitaciones. Pero él apenas y se detenía un segundo.
—¿Eiden? —Laia le habló al verlo pasar frente a ella sin saludar.
El muchacho se detuvo y volvió sobre sus pasos, posicionándose delante de la patidifusa muchacha.
—Laia ¿has visto a Loewen? —la chica hizo mala cara.
¿En serio? ¿Desde que se levantaba preguntaba por ella? Esa chiquilla simplemente le irritaba de una manera irracional.
—Estaba en el comedor antes de que me viniera —la expresión de Eiden se relajó notoriamente. Eso significaba que estaba bien.