The Dimensions

Capítulo 22

Eiden movió el brazo de Loewen por más de media hora, intentando de alguna forma despedrarla de una manera amigable y más que nada, amable. Pero, al notar que la chica prácticamente no lograba abrir los ojos, no tuvo más remedio que gritarle con todas sus fuerzas al oído, provocando que la joven cayera de la cama totalmente sobrecogida por el brusco despertar.

—¡Oye pedazo de idiota…!

—Chst —Eiden puso un dedo sobre su boca—. Es hora de ir a la misión.

Loewen miró sobre su hombro, encontrándose con su buró donde había un pequeño reloj de manecillas. Y esas sagradas manecillas indicaban la una de la mañana, ¡LA UNA DE LA MAÑANA!, ¿Quién en el nombre de todo lo bueno se despertaba a esa hora a una misión?

—Es la una de la mañana —dijo molesta.

—Sí —asintió Eiden totalmente preparado— apúrate.

—Es la una de la mañana —repitió.

—Te escuché, apúrate.

—¡Están locos! ¡Vuelvo a la cama!

Loewen se dejó caer y cubrió como pudo sus largas piernas blancas solo cubiertas con su short de dormir.

—Levántate —Eiden le arrancó las sabanas con brusquedad— Ashvend nos estará esperando.

—Eres un troglodita, desgraciado, madrugador —le dijo molesta—. ¡Te juro que…! ¡Ay! ¡Auch! ¡Auch!

De la nada, la joven había comenzado a gritar y, dándole respuestas silenciosas a Eiden, comprendió que Loewen estaba sufriendo otro ataque de Narxon, eso considerando el cabello rojizo que parecía tirarse hacia arriba por una fuerza misteriosa, sacando a Loewen de la cama de los cabellos.

—Es una buena forma de despertarla Aubrey, pero creo que es conveniente que la dejes en paz —pidió Eiden.

Rápidamente el cabello rojizo cayó sobre los hombros de la furiosa muchacha, quien en seguida se puso en pie y miró a todos lados, esperando ver de alguna forma a la Narxon invisible.

—¡Maldita rubia teñida! —gritó la joven a la nada— ¡Por qué me jalas el cabello!

—¡Me dijisteis que no eran nada! ¡Mentirosos!

—¿Mentirosos de qué? —se enojó aún más la muchacha— ¡Él es como una almohada para mí! ¡Nada más!

—¿En serio? —dijo la voz que provenía de la nada.

—Sí Aubrey —dijo la joven más tranquila—, enserio.

—¡Lo siento tanto! —apareció de pronto una hermosa mujer— ¡Lamento sacarte de la cama así! ¡Pensé que me habían mentido!

—Te llamaré todos los días para que la despiertes así —sonrió el muchacho.

Aubrey sonrió con encanto y se tapó la boca con la mano.

—Si tú quieres —dijo coqueta.

—No, no quiere —Loewen tocó la parte dañada de su cabeza y miró a Aubrey con admiración—. Eres fuerte.

—No todo es una cara bonita —giño un ojo la rubia.

—Bueno, ahora que estas despierta, vámonos —apuró Eiden.

—¡Esperen! ¿A dónde van? —preguntó la Narxon.

—Una misión —Loewen rodó los ojos e hizo comillas con sus dedos, terminando de ponerse sus jeans sobre sus shorts de pijama.

—Ignora el sarcasmo Aubrey, es una misión —dijo Eiden.

La hermosa Narxon sonrió al darse cuenta con la rapidez que Eiden había aprendido su nombre. Lo que no sabía era que el muchacho prácticamente no podía olvidarlo, aunque quisiera. Su cerebro era una esponja eterna de información, nada se le pasaba. Había practicado mucho para que esa concentración y amplitud de mente funcionara.

—Misión, ¡Quiero misión!

—¿Puede ir ella en mi lugar? —la apuntó Loewen con el pulgar—. Digo, se ve más que dispuesta.

—No —contestó hacia Loewen—, y no —le dijo a Aubrey.

—Lastima güera —se inclinó de hombros la pelirroja—, lo intente.

—¡NO! ¡Yo quiero ir! —se molestó la muchacha— ¡Eiden! ¡Quiero ir!

—No.

—¡EIDEN! ¡POR FAVOR! —dijo más aguda y llorosa.

—Eiden — Loewen se tapó los oídos—, está empleando un tono raro para convencerte y es tan horrible que me reventará el cerebro.

Aubrey abrió los ojos.

—¿Cómo lo notaste? —dijo impresionada— ¿Cómo lo sabes si solo eres una humana? Deberías caer en el encanto también.

—¿Tu habla de serpiente? —se destapó los oídos la joven— no es adorable para mí.

Aubrey levantó la ceja y se echó para atrás.

—Eres… diferente, creo que demasiado… más de lo que piensas.

—No lo pienso.

—¿A qué te refieres Aubrey? —preguntó Eiden.

La joven Narxon siguió mirando a Loewen en medio de una ensoñación que ponía incomodo a los dos chicos que quedaban fuera de la cabeza rubia. Los ojos de Aubrey cambiaban de color constantemente, pero permanecían fijos en la pelirroja, como si buscara algo en su interior.

—¡Por todas las Narxon! —gritó de pronto— ¡No lo puedo creer!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.