Entró en el área blanquecina que caracterizaba la enfermería. Dentro no había nadie, solo algunas enfermeras de menos importancia que no podrían darle ninguna información a Loewen. Tenía que encontrar a Selia, ella era la única que podría decirle algo de importancia.
Estaba a punto de darse por vencida cuando de pronto la vio pasar. Su característico caminar de pato y sus ondeantes caderas fueron reconocibles para sus ojos.
—¡Selia! —la llamó Loewen.
Lastimosamente sacándole un susto de muerte y provocando que su bollo de canela cayera al suelo.
—¡Señorita Loewen! —se molestó la doctora— ¿Cuántas veces le he dicho que no me asuste de esa manera?
—Lo siento —sonrió la pelirroja—, tengo que preguntarle algo.
—¡No le diré la pócima de vomito de nuevo! ¡La última vez la uso en el señorito Eiden!
Loewen se carcajeó al recordar la gloriosa imagen del todo poderoso Eiden pegado al retrete del baño. Esa foto se había vendido en cien dólares y le había costado unos jeans bastante bonitos —quemados, por si no se entendió—.
—No Selia, vengo a preguntar por Jack.
—¡Ah! —la mujer puso una cara lastimera—, sí, pobre muchacho.
—¿Pobre? ¿Por qué pobre?
—Bueno —susurró—, me dijeron que… —miró a los lados, cerciorándose de que no hubiera nadie— que perdió de por vida sus poderes.
—¿¡Qué!?
—¡Sshh! —la doctora hizo una seña con su dedo, presionándolo contra su boca— Niña, es secreto.
—Lo siento… pero, ¿no sabe qué pasó?
—Me dijeron —continuó susurrando—, que drenaron su poder.
—¿Qué no dijeron que estaba… encapsulado o algo así?
—Eso pensaron en un principio, pero tal parece que el chico perdió su capacidad de conectarse con el fuego, su cerebro ya no procesa la información. Es como si le hubieran borrado el recuerdo de ser Elementarista y del momento en el que despertó el fuego.
—¿Eso se puede?
—Según los Wartald, no —se inclinó de hombros—, todos están muy impactados.
Loewen sentía que su corazón latía con fuerza y su cabeza giraba sin control.
—Incluso dicen que se trató de un control mental excesivamente poderoso.
—¿Control mental?
—Sí, eso parece.
Loewen asintió un par de veces, completamente distraída y ensimismada. ¿Acaso se podía drenar un poder? ¿Podía ella hacer algo como eso?, le gustaría que alguien le explicara todo de una buena vez, pero parecía ser que todos habían estipulado ocultarle la verdad. Cada segundo que pasaba en esa casa, se daba cuenta de que tal vez, ella no fuera precisamente una humana corriente. Si no era humana, entonces, ¿Qué era?
—Niña… ¡Loewen! —gritó Selia.
—¿Eh? ¿Qué?
—Que debo trabajar… por favor no cuentes esto a nadie.
—No —sonrió la chica—. A nadie.
Loewen salió de la enfermería metida en sus pensamientos y cavilaciones, tan es así, que no notó que un chico flotaba junto a ella, recostado en el aire, sosteniendo su cabeza con su mano.
—Hola pelirroja —saludó después de un rato de levitar a su lado.
Loewen, como era de esperarse, gritó.
Después de tocarse el pecho donde resguardaba su corazón, miró incriminatoriamente al causante de su pre-infarto.
—¿Acaso estás loco?
—Bueno, no tanto —se puso sobre sus pies—, dime, ¿Qué le paso a ese tal Jack?
Loewen frenó sus pasos y lo miró con ojos abiertos y duda impresa en ellos.
—¿Cómo lo sabes?
—Lo escuché.
—¿Cómo? —Loewen entrecerró los ojos.
—Digamos que soy habilidoso con el aire y bueno, no quiero entrar en detalles, pero puede ocultarme de la vista de los demás.
—Espiaste.
—Esa palabra es horrible, pero sí.
Loewen rodó los ojos y siguió caminando.
—¡Eh! ¿No vas a contarme?
—No.
—¿Qué? ¿Por qué ser tan mala con los invitados?
—Porque no eres mi invitado.
—Todos los Elementaristas fuego son anfitriones en este momento.
—No soy un Elementarista —le dejó en claro.
—¿Qué? —el chico se paró en seco, meditando aquella respuesta.
Reaccionó después de dos segundos, lo suficiente para que Loewen se echara a correr por el pasillo, intentando librarse de él.
—¡Eh! ¡Rojilla! ¡No escapes!
Loewen miró momentáneamente a sus espaldas, esperando no ver a ese loco que flotaba y se metía en donde no lo llamaban. No soportaba que nadie se metiera en su vida, suficiente tenía con Eiden pisándole los talones a donde fuera, no quería que otro poderoso Elementarista se metiera con ella.