El esperado día en el que los cuatro portadores más poderosos serían introducidos en los juegos había llegado, este hecho había sido causa de revuelo entre todos los participantes y también de los que solo eran espectadores. Muchos de los participantes que habían estado en la primera semana, ya había salido del lugar, algunos más lesionados que otros, muchos con títulos que galardonaban su valentía, poder o control.
Pero esto era el evento principal. Los cuatro contra los que aun perduraran en el campo. Incluso habían llegado los gobernantes de cada uno de los elementos y estaban siendo atendidos por el mismo Rey del Fuego. Loewen había visto a todos desde lejos. Por alguna razón sentía que esos tres poderosos reyes de elemento la buscaban por el castillo como si quisieran ver a un fenómeno escondido. Por tal motivo, ella se escondía casi a cada instante.
Pero los logró ver muchas veces desde la torre de Zark, su escondite preferido.
Todos eran bastante extraños a su forma y Loewen pensaba que era una de sus mejores ideas no parárseles jamás. Pero no había podido evitar ir al Asgaest junto con Julios, quien veía a Laia todo el tiempo desde que se encontraba en los juegos. Esa chica era un hueso duro de roer, había permanecido victoriosa desde que entró y Loewen supuso, que les daría buena pelea a los amos maestros que estaban por entrar ese día.
Loewen lanzó una mirada desde su asiento hasta los preferenciales, donde se encontraban los cuatro reyes Elementaristas. Cada uno viendo fijamente a sus candidatos, quienes ya estaban posicionados para entrar en el juego en cuanto fueran nombrados y enviados.
La chica no pudo evitar observar nuevamente a aquellos seres que, en esos momentos, eran los más poderosos de sus elementos.
El rey del agua, era un hombre alto, de pelo largo y negro, su cara larga y angulosa lo hacía parecer recto y estricto, su cuerpo estaba envuelto por ropas negras y holgadas que colgaban como en el tiempo de los griegos y romanos, sus ojos eran azules como el mar abierto y su piel estaba un poco tostada por el sol. El rey de la tierra era un hombre fuerte, de cuerpo grande y muy alto, su cabello estaba afeitado y su nuca relucía bajo el sol como una roca, su piel era como la tierra misma, morena y sus ojos verdes como las hojas de los árboles, sus ropas eran más al estilo militar, con botas de soldado y pantalones camuflaje. El rey del aire tenía toda la pinta de ser una persona amable y dulce. Como Zark, parecía estar flotando a cada instante. Él, al igual que el rey agua, usaba algún tipo de manto flojo que le cubría los pies, muy parecido a los monjes budistas, aunque no podía ser puesto que en más de una ocasión lo vio devorando pedazos enteros de carne. Sus ojos eran de un gris tormentoso y su cabello, rubio.
Se distrajo de pronto por la mención mecanizada del nombre de uno de sus amigos: Ashvend. Él era otro que había perdurado con honores. Muchos decían que tenía el nivel de cualquier Amo maestro, pero Loewen sabía que su amigo se daría por vencido antes de pelear con Eiden. En muchas ocasiones se habían enfrentado y la cosa nunca terminaba del todo bien. Ninguno era capaz de usar su verdadero poder contra el otro, era imposible que se lastimaran.
—Mira Loewen, están a punto de entrar.
La pelirroja volvió la mirada hacia donde Julios apuntaba. Ahí, en medio del campo se encontraban los cuatro Elementaristas elegidos por los propios reyes de sus casas. Todos estaban equipados con mochilas y trajes especiales. Se veían más que preparados para lo que estaban por hacer. Loewen pensaba que se necesitaba valor estar uno al lado del otro y no sentirse extraños con el hecho palpable de que se enfrentarían en algún momento de la contienda.
De hecho. Ni siquiera se miraban. Supuso que era normal en ese momento.
—Se ven tensos —dijo Loewen.
—Normalmente —contestó Julios— ¿Cómo estarías tú?
Loewen asintió y miró de nuevo a los chicos.
—¿Cómo funciona la succión? Escuche que la decisión al final es del campo o algo parecido.
—Sí, digamos que cualquiera se puede inscribir, pero el campo es quien elige al final de cuentas. Tiene un sistema en el que solo escoge a los más fuertes de cada categoría, no importa que tanto se diga que son buenos o poderosos, Asgaest es quien escoge al final.
—Entonces dejan todo a la máquina.
—Sí, y la maquina los elimina cuando considera que ya no sirven.
—Eso suena cruel.
—Sí, pero es una forma de ser imparcial.
—Supongo.
Entonces, el estadio completo se quedó en completo silencio. Todo en una solemne espera para la mención de los nombres de los candidatos especiales.
Concursante No. A1 Ratnik Rokclest Amo Maestro Tierra.
Un silencio profundo se instaló en el Asgaest después de la mención del nombre del amo tierra. Los chicos de su mismo elemento parecían ansiosos de las siguientes palabras que mencionaría la voz mecanizada del coliseo de vidrio.
Aceptado.
Los aplausos no se hicieron esperar, incluso los Elementaristas de la tierra se pusieron de pie y lanzaron aplausos y gritos de victoria. Loewen miró hacía el rey de la tierra, su sonrisa resplandeciente y complacida no se podía ocultar por más que lo intentó.