Los cuatro Elementaristas se miraron por un segundo, reconociéndose como grandes maestros, para después, con los ojos cerrados por el dolor de tener que decirlo, dijeron al mismo tiempo la frase que marcaba el fin de los AFTA.
—¡Yo me rindo!
Inmediatamente, el Asgaest apagó todo el sistema de simulación, quitando montañas y enterrando bosques, dejando nuevamente a la vista un campo de entrenamiento, todo estaba demasiado callado, era escalofriante sobre todo porque se esperaban que hubiera bufidos o abucheos al momento de volver a la realidad, pero no había nada de aquello, de hecho, no había gente por ningún lado.
—¿Qué está pasando? —inquirió Nubiya.
—Tengo un mal presentimiento —suspiró Zark.
—Estamos dentro del Asgaest, aquí es la zona más protegida, pero seguro que algo sucede afuera —dijo Eiden.
—Si es así, no es seguro salir, menos con la única.
—La única tiene nombre —se quejó Loewen—, y tengo nuestra salvación. Briana, sal a dar un vistazo.
—Es igual de peligroso que salga ella a que salgas tú —dijo Nubiya con escepticismo.
—Briana es solo una consciencia, no puede morir mientras yo no lo haga —Loewen miró a la chica de cabello rosado—, anda ve.
Briana entonces desapareció como si nada. Los demás chicos se quedaron de piedra, pero para ese momento, nada los sorprendía, estaban junto a una única, hasta hace unos días, eso era un mito para ellos. Esperaron unos minutos interminables hasta que la mujer volvió con un semblante preocupado y mirada perdida.
—Todo está muy mal allá afuera —negó—, las dimensiones entraron en conflicto desde que entramos en los juegos.
—¿Los Elementaristas fuego? —preguntó Eiden con afán.
—No hay rastro de nada, lo siento.
—¿Quiénes invadieron aquí? —preguntó Ratnik.
—Por lo que vi, hay máquinas de los Krisken.
—¿Los de la primera? —Nubiya frunció el ceño—, suelen ser pacíficos, no se meten con nosotros más que para hacer investigaciones, pero son reducidas.
—Eso es lo que piensas tú —susurró Briana—. Creo que deberíamos buscar ayuda.
—¿Ayuda? —Zark transitaba el campo de entrenamiento volando sin cuidado de espaldas—, quizá esa Narxon pueda ayudar un poco.
—¿Narxon? —Eiden y Loewen se miraron y sonrieron—: ¡Aubrey!
—¿Quién es Aubrey? —preguntó Nubiya.
—Es una Narxon enamorada de Eiden —explicó Loewen—, ella sabrá lo que está pasando. Zark ¿Dónde la viste?
—Pues parada ahí —apuntó con una mano despreocupada—, en las gradas.
Loewen y Eiden fueron rápidamente hacia uno de los tubos de transporte y llegaron aprisa hacia donde la bella cara de Aubrey se encontraba. Pero al llegar hasta ella, se dieron cuenta que se encontraba completamente dormida, incluso tenía la boca abierta, pero seguía luciendo espectacular, por extraño que pareciera.
—Ey, Aubrey —intentó Eiden con delicadeza.
—No hay tiempo para esto ¡AUBREY CABEZA DE CHORLITO! ¡DESPIERTA!
La pobre Narxon abrió los ojos como platos y soltó un pequeño gritito.
—¡Ay Loewen! ¡Siempre tan ruidosa! —la hermosa chica miró alrededor y cubrió su boca con una mano—. No me digan que me he dormido.
—Sip —sonrió Loewen.
—¡Dios! ¡Ashvend me va a matar!
—¿Ashvend? —llegaron el resto de los Elementaristas— ¿Qué tiene que ver él?
—Pues es el encargado de los ODPP, es un guardián negro, al igual que yo.
—¿Acaso habla otro idioma, o por qué razón no le entiendo nada? —dijo Loewen.
—¿Te puso a vigilarnos?
La Narxon asintió.
—Desde que entraron a los juegos solo esperaba el momento en que salieran —suspiró—, las cosas están muy mal allá afuera, pero dice que tenemos que encontrar el diario y al protector de este.
—Es nuestro plan también —asintió Zark desde el techo.
—Bien.
—¿Quiénes son parte de la orden negra? —preguntó Eiden.
—Tenemos a varios miembros a lo largo de las dimensiones —dijo Aubrey, caminando hacia un tubo—, pero somos pocos los que buscamos la paz dimensional.
—Creo que es totalmente lógico —dijo Zark—, los de las demás dimensiones pensarán que nosotros escondimos esta arma mortal en beneficio nuestro.
Nadie lo había pensado de esa forma, pero Zark tenía razón, las demás dimensiones debieron tomar la existencia de Loewen como una señal de ataque de parte de los Elementaristas.
—Eso no importa ya —dijo la misma pelirroja—, lo que tenemos que hacer es salir de aquí y encontrar a Ashvend.
—¿Ashvend? —dudaron los cuatro maestros.
—Sí, Aubrey lo dijo ¿qué no pusieron atención?
Los Elementaristas se miraron entre sí.