The Dimensions (libro 2) "The journey of the seven"

7. En el monte Everest

Loewen despertó en medio de los brazos de Eiden y Nubiya, como si fuera ella su linda bebé. Se apartó lentamente y sintió un escalofrío cuando se volvió a verlos, eran completamente diferentes el uno del otro lo cual era, gracioso que estuvieran emparejados para un matrimonio, aunque entendía los beneficios políticos que los amos agua y fuego estuvieran en paz, aunque si tenían un hijo ¿Cómo serían sus poderes?

—¿Qué haces? —elevó una ceja Ashvend—, ¿piensas huir nuevamente?

Loewen miró a su alrededor.

—No sabría cómo estado a esta altura.

—Seguramente lo descubrirías.

Loewen entrecerró los ojos y negó con la cabeza con una sonrisa.

—Así como tú no confías en mí Ashvend, yo tampoco confío en ustedes.

—Lo sé —aceptó el chico—, creo que es lo mejor que podríamos hacer, lo que me lleva a la pregunta ¿por qué volviste? Cuando te escapaste de la orden negra ¿por qué volviste?

—Estaba a punto de desmayarme —contestó— ¿por qué otra razón?

—No lo creo, volviste porque sentías que no era correcta dejarnos a sabiendas que estos chicos quieren ayudarte.

—No quieren ayudarme, quieren dominarme, como lo hicieron en el pasado —sonrió—, es una forma de mantenerse seguros.

—Al menos deberías pensar que no todos opinan igual.

Loewen miró hacia Eiden.

—Es el que más me atemoriza.

—Pensaba que confiabas en él.

—Ahora todo ha cambiado, yo no soy la chica débil que se imaginó que era, soy más fuerte que él y al acercarme al protector… lo que sea que eso signifique, no creo que sea bueno, aunque aún no sé si para mí o para ustedes.

—No pensé que hubieras pensado tanto en el asunto.

—Créeme Ashvend, cada día descubro cosas nuevas de mí misma y muchas veces no me agradan.

Zark de pronto despertó en la nube que había convocado y miró hacia todos lados, ya era de noche y lo único que dejaba que viéramos algo era el fuego que Ashvend proporcionaba a la súper nave del señor de los cielos Zark.

—Ya casi llegamos a la casa de los amos aire —dijo Zark—, pero no se tomarán bien este aterrizaje sin autorización.

—¿Eso que quiere decir? —abrió los ojos Aubrey.

—Pues…

—Nos van a querer derribar —dijo Eiden, separándose de Nubiya y mirando hacia todos lados.

—¿Derribar? ¿Así como caer? —se atemorizó Ratnik— Yo no puedo hace eso, no me gustan las caídas, no me gusta impactar en el suelo, no puedo hacer una montaña hasta esta altura… moriré, moriré, moriré.

—Cállate dramático —dijo Nubiya y miró a Zark—, los amos aire son extremadamente sensibles a las auras poderosas, si dices que estamos sobrevolando su hogar, ya saben que estamos aquí.

—Sí de hecho, miren allá —sonrió Zark, apuntando con un dedo.

—Demonios —se quejó Ashvend.

Seis enormes y poderosos remolinos se acercaban hacia ellos a toda velocidad, no había forma en la que pudieran evadirlos y tampoco había forma de sobrevivir dentro de ellos.

—¿Y ahora qué? —Loewen se cruzó de brazos.

—Ahora, intentar sobrevivir —dijo Ashvend—, intenten combatirlo y si son tomados por uno… bueno, esperemos que no se les separen las extremidades en el interior.

—¿Quién cuidará de Loewen? —dijo Aubrey.

—Yo misma puedo hacerlo —dijo la pelirroja con suficiencia.

—Sí claro, ojalá fuera verdad —dijo Eiden—, ella viene conmigo.

Loewen se cruzó de brazos e hizo un puchero, pero se acercó al muchacho mientras los demás tomaban posiciones.

—Esto está mal, mal, muy mal —dijo Ratnik.

—Lo sé… ¿listo? —sonrió Zark lanzándolo del avión invisible y dejándolo gritar solo por unos momentos antes de lanzarle una ráfaga para meterlo en uno de los remolinos.

—¿Por qué ha hecho eso? —inquirió Loewen sorprendida.

—Creo que… tenemos que hacer lo mismo —dijo Nubiya y miró a Eiden.

—Es la forma en la que analizan a las personas y el que nos lancemos solo dará buena razón de nosotros —contestó Eiden a la pregunta silenciosa de la chica del agua.

—Podía haberlo dicho —se quejó Aubrey.

—Esperen, si Zark ya no está aquí ¿Cómo es que podemos seguir en el avión? —preguntó Loewen.

—Diez metros —dijo Ashvend—, hasta que se aleje a esa distancia perderá poder el avión.

—Bien, arreglémonosla como podamos —Eiden tomó la cintura de Loewen y se impulsó como cohete con el fuego hacia uno de los remolinos.

—Hay seis remolinos, uno para cada uno a excepción de Loewen —Nubiya miró a Ashvend— ¿Cómo sabían cuántos seriamos?

—La orden negra está por todas partes —dijo Ashvend—, es buena señal que nos reciban los remolinos y no robots o magos.




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