The F word

15. Sweet chances

Claudia Tomates [17:02]: Cass... tía, de verdad que lo siento. No me imaginaba que las cosas iban a terminar así. Ahora me siento fatal.

Yo [17:05]: Tú no tienes la culpa de nada. Fui yo. Tiene toda la razón, no pensé en sus sentimientos.

     Ya han pasado casi dos semanas desde aquella tarde tan rara y sigo sin haber podido disculparme con él como es debido... Pensaba que, al menos, si conseguía concretar la clase de música de la semana con él, podríamos hablarlo, pero la semana pasada justamente se tuvo que ir unos días al pueblo de su madre, con sus padres, ya que su abuela tuvo un accidente o algo así, de modo que no pudimos vernos. Y mañana tenemos la próxima clase, pero todavía no ha dado señales de vida. Estoy preocupada. Las últimas noticias que tuve de él fueron del sábado de la semana anterior, cuando me contestó a unos mensajes que le mandé en los que me disculpaba, diciéndome simplemente que ya hablaríamos.

     ¿Pero cómo puedo ser tan idiota? Cuando repaso en mi cabeza el momento beso, me muero de vergüenza. No me extraña que se montara ideas equivocadas si me lancé a su boca y después le rechacé sin miramientos. ¿A quién se le ocurre? Stupid effing challenge. Y estúpida yo, también. Tiene motivos para estar enfadado. Si hubiera sido al revés, probablemente yo le hubiera soltado un bofetón, y más teniendo en cuenta mis antecedentes.

     Resoplo, echando un vistazo a mi alrededor y me recojo el pelo en una coleta alta desenfadada, pues me siento un poco agobiada con el calor que empieza a arreciar la ciudad, y vuelvo a revisar el móvil, para ver si está en línea. A lo mejor me escribe algo con relación a mañana, aunque empiezo a dudarlo. Me planteo si iniciar yo la conversación una vez más y empiezo a teclear un intento de saludo, pero cada vez que termino de escribir, acabo borrando lo que quiero decirle así que, al final, cierro su pantalla de chat para volver a hablar con mi amiga.

Claudia Tomates [17:06]: Si no te hubiera pinchado para que probaras el reto con él, igual no habrías hecho nada. Díselo, dile que fue culpa mía.

Yo [17:14]: Ya lo hice... parcialmente.

Claudia Tomates [17:14]: Serás chivata xD

Claudia Tomates [17:15]: Es broma

Claudia Tomates [17:15]: ¿Y si intento hablar con él?

Yo: [17:16]: Creo que solo lo empeorarías, pero gracias. Igualmente, la que lo decidió al final fui yo, eso es lo que cuenta.

Yo [17:17]: Clau... ¿y si me he cargado nuestra amistad?

Claudia Tomates [17:17]: Entonces no era tan fuerte.

Claudia Tomates [17:17]: No ha sido para tanto, Cass. Fue solo un beso, nada más. Él tampoco está actuando bien y lo sabes, o eso espero.

Yo [17:18]: Tiene derecho a estar enfadado. Creo que le he herido de verdad.

Claudia Tomates [17:18]: Pero aplicarte la ley de hielo durante una semana, corrijo: dos semanas, es pasarse. Tampoco es que fueras su novia y le hayas puesto los cuernos. Le diste un pico, te respondió con un morreo y le dijiste que no. Nada más. No se acaba el mundo. Nadie se ha muerto por eso.

Claudia Tomates [17:19]: Si tanto valora tu amistad, también debería mojarse un poco, y más sabiendo que te has disculpado de todas las maneras posibles.

     Me quedo sopesando las palabras de mi compañera y creo que hay parte de razón en ellas, pero no puedo evitar sentirme algo decepcionada conmigo misma, de todos modos. Claro que pienso que él también está llevando esto demasiado lejos, pero no soy quién para recriminarle nada. Al fin y al cabo, le salté encima sin previo aviso.

     Sin querer, vuelvo a recordar la sensación de sus labios carnosos sobre los míos y me sonrojo, volviendo a sentir en ellos ese extraño cosquilleo. Pero me siento aún más ansiosa cuando recreo en mi mente aquel otro momento y lo acelerada que me sentí: '¿A ti te parece que esto es lo que hacen los amigos?'. ¿Qué me pasó? ¿Por qué se me disparó el corazón de esa manera? Imagino que será solo por la cercanía, porque estábamos los dos muy alterados, por los nervios y por la situación en general, pero... La verdad es que esa frase lleva infiltrándose en mi cabeza, cuan ladrón que entra por la puerta de atrás de una mansión, más veces de las que me gustaría admitir.

     Me doy una vuelta por la cocina, sacudiendo la cabeza para dejar de pensar en ello y en busca de algo que picotear, hasta que abro uno de los armarios granate que instalamos en la casa al mudarnos. Rebusco detrás de las cajas de cereales y las encuentro: las bolsitas de Mini Chips-Ahoy que mi madre esconde para que los enanos no se las coman a puñados antes de la cena. Menos mal que están en judo y no pueden verme robarles una.

     De modo que, con mi nueva adquisición, me apoyo sobre los codos en nuestra amplia encimera. Tenemos una especie de isla con la superficie de madera, muy amplia y perfecta para cortar cualquier comida encima de ella. Patricia siempre bromea con que el día menos pensado, llegaremos a casa y nos encontraremos un gran hueco vacío en el centro de la cocina, ya que habrá venido con todo el equipo de su panadería para robárnosla. A esa mujer le falta un tornillo, pero me encanta.

     Mientras degusto esas mini delicias con pepitas de chocolate, vuelvo a coger el móvil, tratando de no mancharlo.

Yo [17:29]: Por cierto, ¿sabes ya algo de Bristol?

Claudia Tomates [17:32]: Estaba esperando a que llegara el momento idóneo para decírtelo, pero no quería interrumpirte...

Claudia Tomates [17:33]: Me ha llegado la resolución esta mañana. ¡ME HAN COGIDO!

     Doy un salto y un grito ahogado de alegría, tapándome la boca, pues la tengo llena de galletas. Miro a mi alrededor, instintivamente. Menos mal que no hay nadie que pueda escucharme.



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En el texto hay: amor juvenil, risas, superacion

Editado: 02.01.2023

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