18. Baby steps
Octubre
Hastío. Cansancio. Aburrimiento. Ya no se me ocurren más sinónimos nefastos para definir este día de mierda. El martes tengo mi primer examen de Cálculo Diferencial e Integral de la carrera, debería estar contenta. Bueno, tal vez contenta no es la palabra, porque seguimos hablando de un examen y encima de una asignatura que no es precisamente santo de mi devoción, pero al menos he conseguido entrar, ya está hecho, estoy en el camino de convertirme en física graduada y de poder especializarme en algo que me permita cumplir el sueño de vida. ¿Por qué no estoy más animada?
Dejando a un lado los apuntes que tengo delante, me estiro como un gato sobre mi cama, soltando un gritito de frustración mientras noto cómo se tensan mis músculos hasta que siento ese pequeño y placentero dolor, que me hace caer de bruces y sin fuerzas sobre mi tripa, de nuevo. Sintiéndome incapaz de volver a llenar mi cabeza de fórmulas, rescato el móvil de debajo de la almohada, lugar estratégico donde suelo dejarlo para no distraerme, y empiezo a revisar mi feed de Instagram.
Voy deslizando el dedo sobre la pantalla, distraídamente, mientras me fijo en las publicaciones más recientes de mis amigos. Claudia acaba de colgar un tablero collage de su visita, y verlo al menos me hace sonreír un poco. Echaba de menos sus locuras, su descaro y la manera en que siempre consigue meterme en líos. Como cuando nos colamos en el metro sin pagar y tuvimos que salir corriendo, en cuanto entró el revisor unas paradas después, para que no nos pillara. Siento que con ella saco mi lado más salvaje y despreocupado y eso me encanta, aunque reconozco que es una amistad para disfrutar a pequeñas dosis, porque puede llegar a ser abrumadora. La verdad es que, a pesar de haber pasado solo una semana conmigo, nos lo pasamos de miedo, al menos hasta el día del accidente de Marc. Eso sí que fue terrorífico y me dio rabia enterarme tan tarde, pero al menos todo ha quedado en un susto y sé que debemos estar agradecidos por ello.
Sonrío al darme cuenta de que incluso eso ha incluido en el montaje. En un lateral, ha colgado la foto que tomamos del día que le dieron el alta a Marc. Aún en silla de ruedas y con un rostro magullado en tonos violáceos y amarillentos, pero sonriente y vivo, al fin y al cabo, el enfermito preside la foto. Agachados a su lado estamos Arantxa, Claudia, David y yo. Lo cierto es que no sé cómo no caí en la cuenta antes, pero Claudia y Marc son como dos gotas de agua en lo que respecta a manera de ser. Tal vez por eso creí sentirme atraída por él al principio, supongo que me transmitió esa familiaridad. Empujando la silla se encontraba Edu, con su semblante tranquilo, en contraste con su mirada traviesa, acompañado de Urrutia y Paulina. Suspiro, pensando en lo duro que habría sido para él perder a su mejor amigo. No quiero ni imaginármelo.
Sacudo la cabeza, tratando de alejar esos pensamientos de mi mente y entonces me llega una notificación nueva. Parece que mi autora favorita ha publicado un artículo nuevo en Researchgate, la red social de los investigadores. Sé que tendría que volver a ponerme a estudiar, pero me siento demasiado tentada como para no echar un ínfimo y chiquitito vistazo de nada. Mordiéndome el labio, decido abrir la notificación y descubrir de qué se trata y al hacerlo, vuelvo a recordar por qué estoy estudiando lo que estudio. Se trata de un artículo del que entiendo la mitad o menos, pues contiene terminología que aún no comprendo, pero en términos generales, parece que lo que comenta es que han hallado trazas un componente químico relacionado con la posible presencia de agua en un exoplaneta orbitando un sistema estelar doble y, por la localización, parece un hallazgo poco probable. Me fascina pensar en la posibilidad de que eso signifique que se trata de un planeta potencialmente habitable.
Recuerdo el día en que conocí a la investigadora y lo amable que fue al dejarme su contacto. Todavía no le he escrito, me da demasiada vergüenza y siento que solo lo hizo por compromiso… No creo que se acuerde de aquella niña titubeante a la que conoció en una librería de una ciudad española cualquiera.
Tan enfrascada estoy en mi lectura y en mis pensamientos, que me pilla por completo de sorpresa y con la guardia baja ver el nombre de mi padre en la pantalla. Por un momento me quedo petrificada y dejo caer el móvil sobre la cama, abruptamente, como si estuviera al rojo vivo. ¿Por qué me llama ahora? ¿Es que no sabe captar una indirecta?
Observo el pequeño dispositivo como si de repente le hubieran salido ocho patas y me hubiera amenazado de muerte y me levanto de la cama de un salto, mientras empiezo a dar vueltas compulsivamente por la habitación, tratando de calmarme. Sin embargo, mientras lo hago, me doy cuenta de que el móvil empieza a sonar de nuevo, iluminándose con su nombre y maldigo en voz alta, agitando un poco las manos, tratando de dejar salir el estrés sin darle un puñetazo a la pared.
A los pocos segundos, el móvil deja de sonar y me lo quedo mirando como si fuera una bomba de relojería. Pasa un minuto, tres, cuatro y no ocurre nada, no vuelve a iluminarse, por lo que suelto un bufido cansado y me acerco de nuevo a él. Sin embargo, en cuando vuelvo a coger el móvil entre mis manos, me doy cuenta de que al parecer, su intento de contactar conmigo era de verdad. No, por lo visto, parece que le cuesta entender que ‘no’ es ‘no’, por más que haya pasado varios días sin responderle.
Martes - 19/10/2022
Biggest fake ever [12:36]: Hey, sweetie… How’s everything? I’m sorry if I got you startled with my call. Everything’s fine, don’t worry. I just wanted to know about you and the kids… I know you turned 18 recently but I couldn’t wrap my mind into calling you. I knew you wouldn’t pick up… // (Hey, cielo… ¿Qué tal va todo? Siento haberte asustado con mi llamada. Todo va bien, no te preocupes. Solo quería saber cómo estabais, tanto tú como los niños… Sé que cumpliste los 18 hace poco, pero no me decidía a llamarte. Sabía que no me lo cogerías…)