Todos despertaron encadenados a columnas metálicas, en una sala oscura e inmensa. Frente a ellos, Peter seguía conectado a la misma cápsula y computadora, inmóvil, como si ya no fuera humano. Alrededor, cientos de pantallas transmitían noticieros en tiempo real desde todos los rincones del mundo. Todos hablaban de los misiles. De la guerra. De la incertidumbre.
Varios mercenarios armados custodiaban la sala. Entonces, la puerta se abrió y entró Cobalto.
—Parece que ya despertaron —dijo con esa voz grave, segura y maldita que ya conocían demasiado bien.
Pulsewave lo miró con rabia y rió con burla—. Pensé que serías el más inteligente por aquí... pero ya veo que solo eres un maldito vendehumo. ¿De verdad crees que unas cadenitas me van a contener? ¡Puedo atravesar paredes, estúpido!
Intentó liberarse, pero no pasó nada. Ni un parpadeo de energía. Nada.
—¿Qué decías? —respondió Cobalto, acercándose con desprecio—. Te puse unas esposas de... la verdad me vale un carajo de qué están hechas, pero evitan que atravieses materia. Yo también creí que serías más listo.
Y entonces, el horror comenzó.
Cobalto conectó una cámara y hackeó todas las cadenas de noticias del planeta. Las pantallas cambiaron. Su rostro apareció en todos los hogares del mundo.
—Gente del planeta Tierra... no morí. No pueden matarme. Nadie puede. Soy eterno. Y estoy de regreso —dijo. Luego, giró la cámara hacia los cinco héroes—. ¡Y aquí están! ¡Los salvadores de la humanidad! ¡Derrotados por mí!
Volvió la cámara hacia Peter.
—Este es Peter. Una creación del presidente ruso. Tiene la capacidad de controlar mentes, manipularlas, destruirlas. Y ahora es mío.
Entonces, Cobalto comenzó a enumerar una larga lista:
—Suiza, Suecia, Estados Unidos, Rusia, Finlandia, Países Bajos, Alemania, Dinamarca, India, Japón, Ucrania, Turquía, Irán, Malasia, Indonesia…
—Todos estos países… han tenido el honor de ser eliminados. No por odio. No por venganza. Sino como sacrificio para preservar al mundo.
La cámara enfocó a Peter.
—Él será el encargado de ejecutar la orden. Y cuando lo haga, ustedes, insectos inútiles, pagarán con lágrimas de sangre.
Cobalto apagó la transmisión. En todo el planeta, la programación volvió, pero el silencio permanecía. La humanidad entera estaba paralizada.
Luego, escribió la orden final. La ejecutó.
Y entonces ocurrió lo impensable.
En todo el mundo, se empezaron a transmitir imágenes...
Gente en puentes, en rascacielos, aviones, barcos, lanchas. Gente en la playa, en sus casas, en sus autos. Se levantaban. Caminaban. Se acercaban al borde. Sin expresión alguna. Y comenzaban a saltar. A dejarse caer. A hundirse.
Los que estaban en el agua simplemente se dejaban llevar por el mar. Los que estaban en la tierra buscaban su propia caída. Los ríos, los acantilados, los techos. Todo se convertía en tumba.
Era el infierno en la Tierra.
Los Cinco Sentidos trataban de liberarse. Gritaban. Forcejeaban.
Redscope intentaba disparar, pero tenía una venda sellándole los ojos.
Lashbite tenía un protector forzado en la boca.
Pulsewave estaba debilitado.
Tracker y Sonaria apenas podían moverse.
Todo estaba perdido.
Hasta que, de pronto, algo atravesó las paredes a toda velocidad. El impacto retumbó en toda la sala. Una figura envuelta en una especie de capa entró volando. Su llegada fue tan fuerte que el viento logró levantar la venda de Redscope unos milímetros. Lo suficiente.
Un disparo láser.
Luego, la figura se abalanzó contra Cobalto. Lo tomó del cuello y lo sacó volando por los muros del búnker. Atravesaban muros como cuchillos en papel. Todo se destruía a su paso.
Volaron hasta San Petersburgo. Y allí, lo elevó más y más alto.
Lo sostuvo por un momento... y luego, sin piedad, lo lanzó al cielo. Pero antes de dejarlo ir, le disparó ráfagas láser desde los ojos y lo envió volando hacia el horizonte con una explosión.
La sala tembló. Las pantallas parpadearon. Y por un instante, se sintió que el mundo podía tener esperanza otra vez.