Todo era oscuro, tan oscuro entre jadeos lamentables de un puberto que pasaba de calle en calle sin ver hacia atrás; de lejos unas explosiones se escuchaban, algo que presenció dicho muchacho y que le hizo correr aún más rápido de lo que ya lo estaba haciendo.
¿Por qué tiene que ser así? ¿Por qué?
¿Por qué no pude tener una vida normal?
¿Por qué no puedo ser libre?
¿Qué había de malo en mí?
¿Qué tenía que no me quisiste?
¿Fui tan malo?
A lo lejos se escuchaban gritos aterradores representando el sufrimiento puro, sonidos de golpes que explicaban la causa de esos gritos y sobre todo, lo que el muchacho no deseaba voltear a mirar: Gente sufriendo, pidiendo auxilio antes de que se escuchara una explosión de gran magnitud.
Gotas de una sangre azul combinadas con sudor caían del rostro del chico, quién con un rostro demacrado, un cabello totalmente blanquecino que se había manchado de sangre roja, el mismo color de sus ojos. Su andar aumentaba en busca de una nueva esperanza.
— Quiero ser libre, quiero ser libre. — Repetía entre jadeos viéndose salir de sus ojos lágrimas de desesperación mientras avanzaba más rápido al correr.
Arriba de la colina que él quería cruzar había dos personas cuidando la zona con unos trajes carismáticos.
— Oye, alguien se acerca. — Dijo uno de ellos, señalándole a su compañera al que venía delante.
— ¿Crees que sea uno de ellos? — Preguntó la fémina hacia su compañero. — El que escapó. —
— Debe de ser, mira las heridas abiertas en sus brazos. — El hombre comenzó a caminar hacia adelante. — Ha estimulado demasiado su gen, debe de ser él. Vamos a erradicarlo. —
— No, espera. Tenemos que tratarlo con cuidado. — La mujer se acercó rápidamente hacia su compañero y le sostuvo el hombro. — Déjamelo a mí. —
— Está bien. — Se hizo para atrás con un rostro amargo dejándole a su compañera todo.
El albino tras subir la colina con mucho esfuerzo cayó del golpe al sentir como su cuerpo ya no respondía bien, quedándose en el suelo unos cuantos segundos para descansar entre jadeos pesados.
— Oye, chico. — Llamó la mujer dando suaves pasos hacia adelante.
El rostro cansado del chico se puso totalmente pálido al escuchar una voz femenina sintiendo como su cuerpo temblaba.
¿Qué pasa Frani? ¿No te gusta?
Un aura rojiza cubrió el puño izquierdo del albino, quién se levantó permaneciendo con la cabeza baja.
— Oye Fource, retrocede. — Corrió hacia su compañera con preocupación por esa aura extraña que apareció en el chico.
— Calma, EarthLand, lo tengo todo bajo control. — Fource volteó a ver a su compañero para que él esté seguro, a lo que él se quedó quieto.
¡Vamos, vamos! ¡Así!~
La fémina comenzó a caminar un poco más rápido, aproximándose fácilmente hacia el albino.
— Oye, amigo. Calma, ¿si? Nosotros te vamos a proteger, ¿Lo entiendes? Todo estará bien, sabemos por lo que has pasado y solo queremos ayudarte. — Fource se agachó enfrente de él sosteniendo sus dos hombros para reconfortarlo.
¡Sigue! ¡No pares! ¡Esto es oro!
El albino seguía con la cabeza baja en total silencio, a pesar de eso, se veía como toda su aura se concentraba en su puño izquierdo mientras su cuerpo temblaba suavemente por sus recuerdos.
— Nos hemos enterado de lo que te hizo, sé que fue un infierno pero no tienes porque tener miedo, todo estará bien. ¿Okay? Fuiste un buen chico, fuiste totalmente valiente, estoy orgulloso de ti. — La joven le regaló una cálida sonrisa, esperando que el mismo se sintiera mejor.
Fran, realmente eres un buen chico. Eres tan lindo, si que eres mi mascota favorita.
El chico alzó la mirada de golpe mostrando en su expresión total tristeza, coraje y una culpa interna junto con lágrimas, sudor y sangre bicolor que seguían pintando su rostro de miseria.
— Tranquilo, todo estará bi- — La fémina dejó de hablar de golpe al sentir una fuerte patada en el pecho por parte del adolescente, haciendo que le suelte de los hombros por inercia.
¡Quiero ser libre!
Fource miró como un puño cubierto de un aura rojiza y sangre se aproximaba directo hacia su rostro, aceptando que no podía hacer nada a tiempo para evitarlo.
— ¡Fource! — Gritó EarthLand, corriendo donde su compañera para intentar salvarla.
Pero el compañero de la fémina no fue lo suficientemente rápido, el chico le propinó un colosal golpe en el mentón a la mujer. La fuerza bruta del golpe hizo que la mandíbula de aquella acabara por desencajarse y el mismo impacto le mandara unos metros lejos.
El rostro ahora desfigurado de Fource comenzó a sangrar por el golpe, haciéndole caer al suelo unos cinco metros lejos del niño, esta vez totalmente inconsciente.
— ¡Ahg! — Un fuerte grito apareció en el albino al dar el golpe, cayendo de rodillas al suelo mientras se sostenía el brazo izquierdo con fuerza.
Un gran dolor comenzó a aparecer por todo el cuerpo del chico, desde su cabeza, pecho, estomago, piernas y sobre todo brazos comenzaron a doler y él a gritar por el dolor. Así mismo, más heridas comenzaron a abrirse en la extremidad de aquel, haciéndole liberar sangre roja de forma involuntaria, inclusive por la boca.
— ¡Desgraciado! — Con toda la ira del mundo, EarthLand se había acercado hacia el muchacho para darle un fuerte golpe en el rostro.
El cuerpo del golpeado cayó unos metros atrás por la fuerza del ataque, aun gritando de dolor por todo lo que le estaba pasando a su cuerpo.
El héroe volvió a correr hacia aquel, subiéndose encima de él para golpearlo directo en la cara.
— ¡Maldito mocoso! — Gritó al propinarle el golpe en el rostro. — Ella te quería ayudar. ¿¡Por qué hiciste eso!? — Le volvió a dar un golpe.
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Editado: 08.09.2023