The Fragmented Destiny

Capítulo uno: Admisión de sueños.

La ciudad Kori, una ciudad que más que ciudad es un pueblo mediano. Kori es un pedazo de tierra al este del planeta, alejado de la gran Capital Terrana, donde su civilización vive en paz, feliz, alegre, en mutua y solidaria convivencia. En dicha ciudad se encontraba una casa amarilla de dos pisos, donde al adentrarse se descubría una habitación totalmente blanca con una ventana que iluminaba cálidamente el interior, acompañado de una silla gris y enfrente un sillón totalmente negro.

 

— Entonces, ¿Me estás diciendo que no tienes ningún tipo de motivaciones?

Pero nadie respondió, el chico solo cerró sus ojos sin saber que decir.

— Si es así, ¿Qué te motiva a salir por las mañanas? Ya sabes, levantarte de la cama, hacer tus actividades diarias.

Otra vez no hubo respuesta.

— Debes encontrar tu propio camino, ¿lo sabes? Debe de haber algo en tu mente, alguna palabra o suceso que te motive a seguir respirando.

— Li-libertad.

— ¿Esa es la palabra que te motiva a estar en esta vida aún?

El albino asintió con suavidad, abriendo sus ojos para ver al psicólogo.

— Interesante.

A las afueras de la Ciudad Kori existía un gran establecimiento donde se encontraban más de 100 jóvenes esperando ingresar, presenciando la impotencia que era tener ese edificio representando sus sueños, esperanza y una vida mejor enfrente de ellos.

Entre tantas personas carismáticas, fuertes, inteligentes, bondadosas y habilidosas estaba un joven albino con actualmente dieciséis años de edad, presenciando con sus ojos carmesí el establecimiento como un símbolo de ultima oportunidad para cambiar su vida de una vez por todas.

— (Si de mí se trata mi éxito, me voy a esforzar, por mí, por mí libertad, por el inocente.) — Pensó el muchacho decidió enfrente aquel establecimiento.

 

De repente, un recuerdo cayó en la mente del albino:
 

— Si lo que deseas es libertad, solo hay una forma de conseguirla. — El psicólogo acomodó sus lentes con tranquilidad, pensando sobre si decirlo realmente.

— ¿Co-como? — Con mucho esfuerzo preguntó el joven.

— Según lo que me has dicho tu deseas libertad, la libertad es un concepto demasiado complicado de entender, conseguir ese privilegio es algo difícil en todos lados, incluido la utopía conocida como Terra. Para conseguir libertad necesitas no depender de nadie, tú serás tu propia fuente de ingresos, de ayuda emocional y de bienestar, con esto no quiero decir que estarás solo toda la vida, solo que aprendas a cuidarte solo cuando no sea así, básicamente que seas autosuficiente. — Explicó el psicólogo acomodando sus lentes. — Tal vez es difícil, pero, ¿De dónde sacaste ese término? En los exámenes que te he entregado has demostrado no saber nada del mundo exterior o sus argumentos, es extraño. —

Al escuchar eso, el chico bajó la mirada con algo de impotencia.

— L-lo es-escuché d-de a-al-alguien des-desconocido. — Confesó el chico con demasiada dificultad. — M-me dij-dijo que nun-nunca co-conseguiría lib-libertad y-y por eso pe-pensé que er-era tod-todo lo bu-bueno. —

— No estás equivocado del todo, la libertad es buena pero aparte de eso, ¿Hay alguna cosa que desees con todo tu corazón? — Preguntó el psicólogo en un tono más interesado.

— M-me gus-gustaría sal-salvar a l-las pers-personas. Y-yo no-no fu-fui salva-salvado pe-pero me en-enseñaste el signi-significado d-de lo qu-que es, m-me gustaría po-poder hacer lo qu-que na-nadie pudo ha-hacer por m-mí. — Tartamudeó el albino con mucha dificultad.

Una suave sonrisa salió del psicólogo. —  Ya tengo la carrera perfecta para ti y aún tienes dos años mínimo para hacerla realidad. —

El paciente asintió con suavidad sin saber cómo preguntar de que se trataba.

— Por cierto, te diré algo que te ayudará de ahora hasta cuando estés satisfecho con tu vida. — Los ojos fríos del psicólogo se enfocaron únicamente en su paciente. — Tu camino será doloroso, peligroso y a veces creerás que es imposible, más considerando todo lo que has vivido pero sabes que es tu camino cuando estás a nada de rendirte y decides levantarte. Yo sé que tú te levantarás, presencio en ti una voluntad poderosa, lo suficiente como para iluminar el camino que seguirás solo con tus ganas de salir adelante y una gran fuerza. Recuerda que el camino se vuelve más fácil cuando te haces más fuerte, tanto de cuerpo como de mente. — Aconsejó el psicólogo, a lo que el muchacho alzó la mirada asombrado por las palabras.

Las grandes puertas del establecimiento se abrieron dejando a las manos jóvenes una oportunidad de salir adelante. Cada uno de los jóvenes caminó hacia adentro donde les esperó un patio gigantesco donde había una plataforma, esperaron ahí viendo el lugar, algunos nerviosos, otros entre charlas de conocidos o desconocidos, el bullicio se hizo presente hasta que el ruido de un micrófono apareció.

El techo del establecimiento se abrió dejando ver una gran luz natural, en medio del azulado cielo, un hombre viajaba entre nubes hasta aterrizar directamente al lado de donde estaba el micrófono, su brillante caída dejó un cráter en el suelo.
 

¿Quién era él? No más que un hombre fornido de 35 años, con un cálido traje azul oscuro que cubría totalmente todo su cuerpo. Sus cabellos violetas estaban intactos ante el contacto con la gravedad, viendo a todos los postulantes con sus brillantes ojos celestes.

Con una gran sonrisa en el rostro, decidió iniciar al reincorporar su postura. — ¡Muy buenas tardes a todos! — Un fuerte y amplio grito logró llegar a los oídos de todos los presentes. — ¡Es una alegría tener tantos postulantes a héroes este año! — Otro grito con la misma intensidad salió de aquel.

Todo el público se mantuvo atento al escuchar tales gritos. Entre el público se veían expresiones de asombro, nerviosismo y unos cuantos confusos al no saber quién era él.




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