The Game

2. Resacas.

Me retuerzo en el calor de unas sábanas que no son las mías unos segundos y me incorporo. El mareo repentino es horroroso y me llevo la mano a la cabeza como si con eso pudiera calmar el malestar. Examino la habitación de Jake e intento averiguar la hora que es pero como las gruesas cortinas están corridas me es imposible. Voy hacia el borde de la cama y me siento. Llevo la ropa de anoche y seguro tengo el rostro hecho un desastre. No veo mi bolsa por ninguna parte, lo que me preocupa sobre todo teniendo en cuenta que ya perdí un par de zapatos anoche.

Anoche.

Los recuerdos no son tan claros como hubiesen sido estando sobria pero tengo todo intacto hasta después de salir del salón lleno de estrellas. Después del beso.

Tengo que hablar con Jake al respecto. No tengo idea de qué hice... O ¿saben qué? Al demonio el cuento de "no se que pasó". Por supuesto que se que lo besé pero no tengo idea de que piensa ahora o de qué podría haber significado. Sé que me gusta, lo sabía desde hace tiempo y, llámame ridícula o cliché o lo que quieras, pero estoy segura de que él no siente lo mismo. o al menos así era hasta anoche.

Decido salir del cuarto pero antes voy a refrescarme la cara. efectivamente soy un desastre. Me quito la camisa que llevaba encima y que quedo solo con la camiseta de tirantes negra. Me cambio los shorts por un pantalón de chándal que saco de la cómoda y le doy un par de vueltas a la cinturilla para que no me arrastre o se me caiga. Doblo mi ropa y la dejo sobre la cama. me lavo la cara con agua fría ignorando el palpitante dolor en la cabeza cada vez que me inclino y finalmente salgo del cuarto.

La luz del sol me molesta aún más que la de la lámpara del baño así que entrecierro los ojos mientras avanzo por el pasillo. El volumen de la televisión se hace más fuerte a medida que me acerco pero aún es soportable, cuando llego a la sala el olor del beicon me golpea con fuerza.

—Pero miren quién se despertó—dice Shawn con burla en los ojos desde la cocina mientras me siento en la barra.

—Shhh—digo en voz baja pero me río.

Te presento a Shawn Reese, el modelo americano en toda regla. Metro ochenta, piel dorada, una contextura atlética en perfecta medida, cabello rubio claro, ojos azules y una sonrisa de anuncio de pasta de dientes. Representa un tercio de los habitantes del pequeño apartamento.

—Buenos días.—Me dice Jake apareciendo a mi lado con una sonrisa ladina.

—Buenos días—contesto con cautela, examino su expresión y me relajo. Esto me parece perfecto. Vamos a hacer como que no pasó nada entre ambos? De acuerdo, mientras eso me ahorre la vergüenza y la incomodidad de hablarlo. Shawn pone frente a mi dos píldoras y un baso con agua.

—Creo que te van a hacer falta—dice con un guiño y se lo agradezco en silencio cuando el agua me refresca la garganta y resulta un alivio tremendo.

En ese momento se escucha un portazo y a continuación vemos a un par de chicas caminando desde la habitación de Ethan con los zapatos en las manos, las mejillas como tomates y la mirada baja. Se hace un breve e incómodo silencio en la sala hasta que la puerta principal se cierra y los tres miramos a Ethan que ahora está recostado en la pared del pasillo con una sonrisita satisfecha en los labios y el cabello alborotado. Lo miro enarcando una ceja.

—¿En serio, Ethan? ¿Una no era suficiente?—Se ríe ante mi comentario.

—¿Qué te puedo decir, bonita?—Pregunta acercándose y los chicos se ríen.

—Voy a reírme mucho en tu cara cuando te enamores y esa chica no quiera nada contigo—Digo tan alto como la migraña me deja haciéndolo rodar los ojos.

—No creo que eso pase. —Ahora soy yo quien pone los ojos en blanco; Porque #Cliché

Idiota.

Contrario a Shawn, Ethan Cloud es un moreno de ojos grises, cabello rizado, cuerpo de modelo y básicamente un playboy en toda regla. A veces se lo cree demasiado y puede ser estresante pero que la envoltura (eso, y el hecho de que se acuesta con una chica diferente casi cada semana), no te engañe. Es un chico genial y es uno de los mejores amigos de Jake.

Se sienta en uno de los taburetes a mi lado y se frota las manos con ansia.

—¿Qué hay de comer, mamá?—pregunta y dos segundos después un trozo de tocino se estampa contra su cara. Ahora tiene grasa en la frente y Shawn lo mira como causa perdida 

—De acuerdo.

Yo me río pero al final se me escapa una mueca de dolor.

—¿Te duele mucho? —Pregunta ahora Jake con gesto intranquilo. Niego con suavidad.

—No tanto, no te preocupes. Es mi culpa por beber cuando se que no tengo porqué.

—Tápenle los oídos —Dice Shawn y los chicos me colocan ambas manos en las orejas.

—¿Qué se supone...—Escucho el sonido amortiguado de la licuadora y entiendo—Ah.

La licuadora se detiene. Los chicos me quitan las manos de la cabeza y Shawn me pone en frente un vaso lleno hasta la mitad de un brebaje de color claro, espeso a mas no poder.—¿Qué es eso?

—Es mi antídoto anti-resaca. Termínalo, date un baño, y dentro de un rato estarás como nueva.—me guiña un ojo y se da la vuelta para irse a lo suyo en el sartén. 

—De acuerdo—Bebo el espeso líquido lo más rápido que puedo y hago otra mueca cuando termino. Miro a Jake—¿Puedes llevarme a casa?

—Seguro—asiente y yo me bajo para ir a buscar mis cosas a su habitación.

—Espera. Quédate para desayunar.— Me vuelvo sobre mi misma y Shawn me mira haciendo un puchero—Hay beicon. Y tortitas. Y chocolate.

—Okey—me río y voy a la habitación. Tomo mi ropa y mi celular del suelo y cuando estoy a punto de salir Jake aparece en el umbral de la puerta.

—¿Crees que podemos hablar?—Pregunta mientras cierra la puerta y yo quiero que la tierra me trague y me escupa en Tailandia, contrario a eso muestro una expresión tranquila.—Respecto a lo de anoche...

—No creo que haya que hablar nada. Ambos habíamos estado bebiendo y solo pasó. Ya está olvidado— Digo intentando cerrar el tema lo antes posible.



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Editado: 21.09.2021

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