The Game

11. Hola, suegro.

Ethan. 

Miro el reloj: 00:30. 

No he podido pegar un ojo; el doctor dijo que las primeras semanas podría tener un poco de insomnio pero justo ahora no estoy seguro de que esto sea secuela del golpe y no de mis propios pensamientos. 

La noche del domingo mis padres compraron un montón de pizza así que todos comimos hasta reventar. Las chicas se fueron mucho rato después al igual que ellos así que, después de limpiar, nos fuimos a dormir, (o en mi caso, a intentar hacerlo igual que todas las noches siguientes). 

Aún no puedo creer que haya besado a Kate de nuevo, mejor dicho, no puedo creer que me haya devuelto el beso; si solo por estar cerca de ella alucinaba, no puedo ni pensar con claridad habiendo probado su boca, (que no deja de ser aún más alucinante y no puedo sacarmela de la cabeza). Solamente ruego al cielo porque no se ponga rara conmigo, porque eso terminaría de matarme. Además está el tercer factor que no me deja en paz: Jake. Una parte de mi sabe que tiene que decírselo, ser honesto, pero la otra teme por su reacción. No puedo hacer que la sensación de estar traicionando nuestra amistad me abandone. Hay como tres mil chicas en toda la ciudad universitaria y yo tenía que enamorarme de una de mis mejores amigas. La vida, a veces, es un chiste mal contado, y el remate del chiste es que nos esperan cuatro horas de viaje en auto y el fin de semana, todos juntos, confinados en un apartamento por la boda de la madre de Jessica. Necesito dormir algo si se supone que voy a conducir pero el sueño no parece llegar nunca.

Me rindo, así que me levanto de la cama y decido ir a la cocina por un poco de agua y quizá algo para comer. Al entrar, encuentro a Jacob con la cabeza metida en el refri; al notar mi presencia levanta la mirada y se golpea con uno de los cristales. Contorsiona el gesto pero se ríe. 

—¿Estás bien?—pregunto, tomando un vaso de la alacena y llenándolo con agua del grifo. Le doy un sorbo. 

—Si.—Abre la bolsa que acaba de sacar y empieza a tomar un par de uvas para llevárselas a la boca.—¿Tampoco puedes dormir? 

Niego. 

Él asiente y se come otro par. Mientras mastica, me mira y luego vuelve a mirar hacia otro lado. 

—¿Qué sucede?—Lo conozco, quiere hablar pero no se decide a hacerlo. 

—Sé que tú y Kate se besaron.—Suelta de sopetón atropellando un poco las palabras. 

Mierda. Lo que necesitaba. 

— ¿Ella te lo dijo?—niega. 

—No fue necesario, los vi. 

Mierda, otra vez. 

—Amigo, puedo explicarlo; no es lo que parece, yo...

—Parece que sí te gusta Kate y la besaste.—Me interrumpe. 

—Entonces si es lo que parece. 

—Shawn me dijo que me hizo salir de la habitación del hospital esa noche porque quería que estuvieran solos para que pudieras hablar con ella. 

—Sabía que tramaba algo...

— Yo igual, pero decidí no seguir preguntando.—Cierra los ojos y respira profundo antes de continuar.—Ethan, entiendo que te guste y que quieras estar con ella, pero por favor, no así; no de esa forma. Has estado con muchas chicas sin buscar compromiso alguno, tienes todas las posibilidades de terminar lastimándola si no sabes gestionar las cosas y… si llegase a pasarle algo... No tengo idea de qué haría.

Asiento, lo entiendo; no soy precisamente el prototipo mas adecuado de un novio y menos para alguien tan increíble como Katherine, hay mucho que detesto en mi mismo y que tengo que mejorar, asi que no puedo sentirme ofendido. 

Miro a mi mejor amigo, a su expresión sinceramente atormentada y las profundas ojeras bajo sus ojos y el entendimiento me golpea tan fuerte como el sentimiento de estar entrometiéndome en la relación de mis amigos.

—Sigues enamorado de ella, ¿no es así?—pregunto en voz baja. Se hace el silencio. No necesito que me conteste pero aún así asiente.—¿Lo sabe? 

—Claro que no, no quiero que esto cambie nada entre nosotros, ni con ella, ni contigo. Antes que nada somos amigos y no quiero perderlos, a ninguno de los dos.

—Tampoco quiero perderlos a ustedes. 

Asiente y me sonríe. 

—No sé cómo va a terminar todo esto, pero al final espero que sus decisiones la hagan feliz. 

Sonrío también. 

—En eso estamos de acuerdo.—Me río—Nos jodió la cabeza, Jake. 

—Y vaya que lo hizo—se ríe también y se come otra uva. 

Me extiende la mano. 

—¿Esto muere aquí? 

Le doy un apreton y asiento. 

—Esto muere aquí. Que pase lo que tenga que pasar. 

—Demasiada cursilería para esta hora de la madrugada.—dice, lo que me hace reír, y sigue comiendo sus uvas. Termino mi vaso con agua.—¿Quieres que veamos Netflix en el sofá y nos acurruquemos hasta quedarnos dormidos? 

Lo miro con los ojos entrecerrados mientras dejo el vaso en el fregadero. 

—Muy gracioso, imbécil. Dile a Shawn que te apapache si tanto necesitas amor. 

Rueda los ojos y sigue caminando por el pasillo hasta su habitación. Antes de cerrar la puerta se vuelve a mirarme. 

—Cabrón, me alegra que estés bien.—suelta mientras aún mastica la fruta. Traga y continúa,—Pero yo no dije nada. 

Cierra su puerta y me deja a mi riéndome solo en la mitad del pasillo. 

A mi también me alegra estar bien. 

Cierro la puerta tras de mi y regreso a la cama a seguir intentando dormir. 

 

Mismo día, mucho más tarde. 


Jake.

—¿Podrían por favor darse prisa? Vamos a llegar mañana si seguimos así.—Se queja Jessica acomodando sus lentes de sol sobre el puente de la nariz. 

—Jess, ¿Por qué tu maleta pesa lo mismo que un cadaver?

—No seas un bebé, Evan.—El aludido rueda los ojos y se ríe de su "novia". Si, entre comillas porque esos dos son incomprensibles y dicen que en este momento su situación es complicada así que no son pareja.  

Me acerco a Kate para ayudarle con su pequeña maleta, (que definitivamente no pesa lo mismo que un cadáver), y me sonríe agradecida. 



#26475 en Otros
#3934 en Humor
#10701 en Joven Adulto

En el texto hay: novelajuvenil, mejoresamigos, amor

Editado: 21.09.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.