The Game

14. Confianza.

Ethan 

—Déjame ver si entendí—Melissa levanta las palmas de las manos y cierra los ojos—te gusta la misma chica que a tu mejor amigo, que ya había tenido algo con ella y terminaron pero ella aún siente algo por él. Salieron estas fotos donde se ven besándose así que asumes que están juntos de nuevo y tu estás aquí revolcándote en tu miseria porque no hay nada mas que hacer. 

—Ese es un buen resumen de la situación—reconozco. 

Me tomó cerca de una hora y media, dos cocos y un par de cervezas contarle todo a esta completa extraña que acabo de conocer, pero se siente extrañamente reconfortante hablar con alguien, no vinculado a la situación de alguna manera, del asunto. Y si ella está dispuesta a hablar, no me quejo. 

—Ahora entiendo por qué te ves tan mal. No quisiera estar en tus zapatos.

—Gracias—digo con sarcasmo. 

Ella rueda los ojos.

—Sigues estando guapo, solo te ves cansado, tonto ególatra.—dice con ligereza haciéndome reír.

En la última hora he descubierto que Melissa es muy buena escuchando y que hablar con ella es una de las cosas mas entretenidas del mundo porque parece ser que siempre tiene un comentario sagaz o una apreciación inteligente acorde con el momento. Es brillante.

—¿Sabes qué creo que deberías hacer? 

—¿Qué? 

—Esperar—se encoje de hombros. Ja, como si fuera tan fácil resolver todo esto. Quizá se da cuenta de lo que pienso porque continúa explicándose—Mira Ethan, no es el fin del mundo. Hay cosas mucho peores que podrían estar pasando o estar yendo mal y no lo hacen. Quizá te gusta la persona equivocada y eso te frustra, entiendo, pero lo único que puedes hacer justo ahora es esperar. 

—¿Qué gano con esperar?—pregunto enfrentándola por completo. 

—Dos cosas, tonto. Por un lado, no tienes idea de qué va a pasar después; si las cosas son como me cuentas, podría no estar tan perdido para tí como crees. Podrías tener esperanzas con ella después de todo por muy complicado o imposible que parezca justo ahora. 

—Eso no lo sabes.

—Tú tampoco. 

Touché.—Sonrío y ella imita el gesto.

—Confía en mi y punto. 

—De acuerdo, digamos que tienes razón. ¿Qué es la otra cosa? 

—Bueno, si no lograses nada, esto va a pasar. Lo vas a superar y vas a seguir con tu vida. 

Suspiro y parece que esa conversación muere aquí. Tiene razón, ya sé, pero me parece un panorama algo triste desde donde lo veo en este momento. 

Bebemos en silencio unos minutos. Juega con la pequeña sombrilla de su coco y cuando regresa la vista a mi cara, un amago de sonrisa vuelve a tirar de las comisuras de sus labios. 

—Tengo una pregunta y espero no ser indiscreta. 

—No puedes hablar de indiscreción ahora, después de que tu lengua estuvo en mi boca.—sus ojos ss abren como platos y me golpea el hombro. Me hace sonreír.—Adelante.

—¿Qué te pasó? Se ve muy reciente—hace un gesto hacia mi sien izquierda donde hace apenas dos días, antes de venir aquí, retiraron los puntos de sutura que me dejó de recuerdo el accidente.

—Tuve un accidente la semana pasada.—Puede que haya omitido ese detalle en mi historia sobre Kate. Levanta las cejas para que continúe hablando mientras ella toma de su coco.—Iba en una curva, me fallaron los frenos y choqué contra un arbol. 

Se atraganta un poco y comienza a toser. Le doy palmaditas en la espalda hasta que se le pasa y comienza a reír. 

—Parece ser que la suerte no ha estado de tu lado últimamente, ¿no Ethan? 

—Ni que lo digas.—Me uno gustoso a sus risas.—Aunque, quizá la suerte esté de mi lado porque me hizo encontrarme contigo hoy. 

—Ay, por favor, ¿Ahora te vas a poner a flirtear? 

—No, no lo digo de esa forma, es en serio. Hablar contigo es probablemente lo mejor que me ha pasado en los últimos días.

Su risa cesa hasta convertirse en una sonrisa. Levanta el coco indicándome que haga lo mismo. —Bueno, por las conversaciones terapéuticas.

—Salud.—Hacemos nuestro brindis improvisado y terminamos de tomarnos el agua de coco en un silencio cómodo que se ve interrumpido solo cuando suena su celular. Mira la pantalla y hace una mueca. 

—Tengo que regresar al hotel, mi hermana me necesita—Me dice bajándose del taburete. 

—¿Te estás quedando aquí? 

—Por supuesto. Estoy pasando el fin de semana con mi hermano, mi hermana y su... adorable familia.—Hace un cómico énfasis en la palabra adorable.

—No pareces muy convencida...

—Esos niños son una pesadilla, Ethan—se ríe. Mira al camarero mientras señala la barra frente a nosotros.—Carga esto también a mi cuenta, por favor. 

—Melissa...—protesto. 

—Déjame. Te mereces algo lindo después de esta semana tan mierda que has tenido y un par de cocos no me van a hacer quebrar, así que yo invito.—vuelve a hablarle al camarero que ahora está recogiendo los cocos vacíos frente a nosotros.—Si intenta pagarte algo, no le recibas ni un solo centavo, ¿si? Gracias. 

Él asiente con una sonrisa y sigue en lo suyo. Suspiro. 

—¿Al menos me dejas darte mi número?—Rueda los ojos pero me entrega su celular. Digito los números rápidamente y se lo devuelvo. 

—Un placer conocerte, Ethan.—Se inclina y me besa en la mejilla. 

—Lo mismo digo. 

Baja las pequeñas escaleras y comienza a correr en dirección al hotel. El trozo de tela que usan todas las chicas atado a la cadera se mueve con la brisa y la luz del sol hace que sus rizos se vean aún mas anaranjados. Es como un pequeño meteorito; una visión peculiar pero muy bonita. 

Decido que es mejor regresar al apartamento por lo que me bajo igualmente de mi taburete y comienzo a caminar en la dirección contraria a la que llegué. 

 

 

 

 

Kate

—¿Dónde estará ese idiota?—pregunta Shawn. Estamos en el sofá, su cabeza reposa en mis piernas mientras tiene una bolsa con hielo sobre la frente. 



#26481 en Otros
#3936 en Humor
#10697 en Joven Adulto

En el texto hay: novelajuvenil, mejoresamigos, amor

Editado: 21.09.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.