Al fin conseguimos equilibrar nuestras rutinas, o mejor dicho, he conseguido acomodar mis horarios para poder tener una vida normal y feliz. Ahora, precisamente, voy junto a Celín al centro comercial a desayunar y luego aprovechar el día sólo para nosotras... quizás hasta acepte comprar ropa como tanto me viene pidiendo desde siempre y yo jamás he aceptado, sólo porque no me gusta eso de comprar ropa solamente porque si.
-¡Ahh! Mira esos zapatos amiga-
-si, que bonito, anda vamos a desayunar que tengo hambre-
-pero si acabas de comer un paquete entero de papitas-
-pues tengo hambre, no hemos desayunado-
Me quejé cruzandome de brazos y ella bufó viendo hacia arriba y volvió a verme luego.
-bien, vamos... pero luego venimos-
-ya, si, lo que digas-
Entramos a un pequeño restaurante, aunque muy bonito por cierto. Celín pidió un café con dos medialunas, mientras que yo había pedido lo mismo pero añadiéndole un gran trozo de pastel de fresas.
-¿Lo comerás todo?-
-pues sí, pero si quieres te doy-
-no, deja...-
Puso cara asqueada y se bebió su café mientras conversábamos.
*****
-vamos, me dijiste que vendríamos-
-¡Uff! Okey, ya-
Entré con ella a la tienda y enseguida pidió probarse aquellos zapatos de antes. Parecía una niña, probando cada calzado que le gustaba y modelando frente al espejo mientras que yo aprovechaba y la filmaba.
-¿Qué dices?-
-esos si te...-
De pronto sentí un dolor tremendo en el estómago, seguido por una sensación horrible de querer vomitar.
-¿Estás bien?-
-no... ¡Uff! Me duele el estómago-
-no debiste comer tanto pastel-
Me retorcía tanto de dolor que insistió en llevarme al hospital. Salimos del centro comercial y cuando estábamos en el taxi iba a marcarle a Kerem.
-no, vas a asustarlo por algo tonto-
-pero debe saber Mel-
-luego yo le digo ¿Si?-
Juro que el dolor era insoportable. Apenas llegamos al hospital entramos en la guardia y me atendieron rápido, ya que gracias al cielo no había mucha gente esperando... pero la respuesta del médico no me gustó para nada la verdad, de hecho me asustó mucho. Salí sin decir nada y nos detuvimos en la entrada.
-bueno...-
-no digas nada-
La frené antes que siga hablando, pensando en que debía hacer ahora.
Comenzamos a caminar en silencio de regreso al centro comercial... no podía quitar de mi cabeza lo que el médico había dicho ¿Será verdad? No lo creo, no puede ser verdad, no ahora...