Año 2021.
Jeff
Perdóname Jeff… no volveré a rendirme, nunca más lo hare… cumpliré el juramento que te hice ¿Sabes algo? No poder recordarte es a lo que más le temo… tengo miedo de ya no poder recordar tu nombre, de ya no poder recordar tu rostro, quizás… podamos vernos otra vez en el futuro, es por eso que me niego a morir ¡Sin importar lo que pase! ¡VOY A SOBREVIVIR!
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Esas palabras es lo único que recuerdo de aquel extraño sueño que tuve, al despertarme estaba temblando de frío, además de estar confundido y asustado, no recuerdo nada más, pero lo que me causa un gran desasosiego es que era la voz de una chica, y no solo eso, sabía mi nombre ¿Por qué me pedía perdón? ¿Me hizo un juramento? ¿A qué se refería con sobrevivir? Y más extraño aún… su voz me resultaba muy familiar.
Tengo 13 años, mi vida es totalmente normal junto a mis padres y mi hermanita menor Alessandra, tenemos una vida tranquila. Desde que me mudé aquí solo he tenido un amigo, se llama Jake McCall, lo conocí cuando unos bravucones lo estaban golpeando, al final cuando intenté defenderlo terminaron golpeándonos a los dos juntos, parece una anécdota sacada de una película de comedia, pero Jake es un excelente amigo, casi como un hermano, sin mencionar que es muy inteligente y astuto, aunque con los bullies no tanto.
Hay un aspecto no tan normal en mi vida, y es que llevo tiempo ilusionado con una celebridad, una actriz de cine, su nombre es Hailee Melnyk, pero no es nada más que una simple ilusión, después de todo… es una persona inalcanzable para mí ¿Cómo explicarlo? Es como si ella fuera un número de diez cifras y yo un simple cero, así es, algo que no suma ni resta, simplemente está ahí sin relevancia alguna ¿Qué podría ofrecer un chico como yo que nunca había logrado nada en su vida? Tal vez se preguntarán por qué digo esto, y es porque cada vez que me planteo una meta nunca lo logro, siempre me quedo a un paso de conseguir mi objetivo ¿Raro verdad? No entiendo por qué me ocurre eso, no sé si tengo la peor suerte de todos los seres humanos ¿Acaso nací con el don de fracasar? Quizás ese sea mi mayor y único logro, ser el mayor fracasado en toda la historia, siempre que me esfuerzo para alcanzar mis objetivos no puedo conseguirlo sin importar cuantas veces lo intente.
De repente un día, cuando volvió a caer la noche, mientras cenaba con mis padres y mi hermana, me atreví a hacerles una pregunta.
—¿Mamá por qué tengo tanta mala suerte? — pregunté con la cabeza agachada
—¿Por qué dices eso hijo? — me respondió
—Bueno tú sabes, siempre que tengo una meta, me quedo a poco de conseguirla
—Jeff hijo, eres un niño maravilloso, es cierto que has tenido mucha frustración últimamente por esa razón, pero tienes que tener paciencia
—¿Y si continúo fracasando para siempre?
Mi madre antes de responderme, estiró su brazo hasta mi mejilla para acariciarla.
—Eso no va a pasar ¿Sabes por qué? Porque siempre te esfuerzas al máximo, das más de lo que deberías, no eres ningún conformista, es por eso que te forjaras una historia… y llegarás muy lejos hijo, ya lo verás
En ese momento tomé la mano de mi mamá para besarla, ella siempre encuentra la forma de que siga teniendo fe en mí mismo.
—Mi hermanito será maravilloso, estoy segura de que su nombre quedará grabado en la historia — agregó mi hermana Alessandra mientras reía
—Tu hermana tiene toda la razón hijo, deberías de pedirle consejos — dijo mi papá con un tono gracioso
La verdad siento miedo, a veces pienso que el día en que mi papá no esté con nosotros, no podré hacerme cargo de mi mamá y de mi hermana, me causa inquietud pensar en eso, pero les soy sincero… aunque sea un fracasado total, siento felicidad al saber que mi familia está conmigo ¿Tengo mala suerte? Tal vez sí, sin embargo, tengo una hermosa familia, y eso es más que motivación para mí.
Hailee
14 años… llevo 14 años de vida y lo tengo todo, dinero, fama, autos, propiedades, pero… a cambio de eso solo recibía maltrato, miradas llenas de frialdad, indiferencia, sin nada de afecto por parte de mis padres. Siempre debía ser la primera y hacer todo a la perfección sin error alguno, en los estudios, gimnasia, esgrima, artes marciales. Los momentos en los que estoy sola, siempre llegan las duras palabras a mi mente.
«¡¿HAILEE QUE PORQUERIA ACABAS DE HACER?! ¡¿ACASO ERES UNA ESTUPIDA?! ¡¡HAZLO OTRA VEZ!!»
«¡¡NO EJECUTASTE BIEN EL MOVIMIENTO HAILEE, HAZLO CIEN VECES MAS!! ¡¡¡MOCOSA INÚTIL!!!»
Duras palabras ¿Verdad? De esa forma mis padres me hablan, sé que es difícil de creer, incluso me atrevería a decir que son como mi pan de cada día, los insultos y algunos golpes ya forman una parte natural de mi vida, como si de una rutina se tratara. Jamás recibí un abrazo, una sonrisa o una felicitación por parte de ellos ni por parte de nadie… tan solo me ven como una mina de oro, como una cueva llena de riqueza, me ven como cualquier cosa… menos como una hija.
Hace algunos años atrás, en una noche cuando estábamos cenando, de repente empezaron a burlarse del color de mis ojos.