Tres semanas después llegó el cumpleaños de Lyra y con ello, su carta de Hogwarts.
Ahora solo faltaba 1 semana más y entraban al colegio. Las niñas estaban muy emocionadas, pues habían escuchado varios relatos de dicha escuela. Por eso, ese fin de semana, tenían que ir al Callejón Diagon a comprar los útiles y materiales que necesitarían.
Como no cabían todos en la chimenea - obviamente - Los chicos se dividieron en grupos de dos. Teddy y Lily, James y Lyra, Charlus y Clara, Orion y Albus, y al final Ginny y Harry. Una vez que llegaron a su destino, se separaron de nuevo, pero esta vez diferente.
-Okey chicos, nos encontraremos aquí en 2 horas. - comenzó a decir la pelirroja mayor. - No les daré más tiempo, ¿entendido?
- Si Tía.
Charlus y Clara se fueron juntos, Orion y Albus también. James dijo que buscaría a sus amigos, y Lily y Lyra tenían que ir con los padres de la primera. Teddy se quedó para darle un beso en la mejilla a su mejor amiga y luego tomó un rumbo diferente.
- ¿Por qué te has puesto roja? - le susurró la pelinegra a su amiga para que sus padres no escuchen. Lily trató de no tomarle importancia y solo alzó los hombros.
- Bueno niñas, primero iremos a la tienda de varitas de Ollivander. - mencionó Harry, y al instante esbozó una sonrisa al ver a sus pequeñas gritar de la emoción.
(...)
La tienda de Ollivander no estaba sucia ni polvorienta como la última vez que lo vio Harry, es más, estaba impecable como nunca.
- ¿Hola? - llamó el azabache. De pronto se oyó un ruido y al frente de ellos apareció un señor de unos 30 años con una sonrisa tan grande que daba miedo.
- ¡Hola! ¿Cómo están? Pasen y siéntense. Soy Jonathan Ollivander, dueño de este local. Ya les traigo las varitas para que las prueben, dulzuras.
El señor tan rápido como vino, se fue, pero esta vez desapareció detrás de los estantes.
- Ehh... ¿Usted es el nieto del Sr. Ollivander? - inquirió Harry con curiosidad.
- Oh sí. ¿Y usted es...? - en ese momento el castaño volvió a aparecer en el lugar, poniéndose detrás del mostrador y colocando las cajas de varitas a un lado. A las niñas le brillaron los ojos.
- ¡Oh Dios! ¡Usted es Harry Potter! Es un placer conocerlo señor. Entonces estas deberían de ser sus hijas.
Lily y Lyra se adelantaron al mostrador con pequeñas sonrisas.
- Oh que bellas. - el joven les sonrió también. - Bien. ¿Quién quiere ser la primera?
Black decidió dar un paso adelante.
-Muy bien señorita Black. Tome esta. - el mago le entregó una varita café oscuro de 26 centímetros y con unos adornos muy bonitos en el mango de esta. Ella la agitó, pero logró romper un banco de madera que se encontraba cerca suyo. - Nop. Definitivamente no.
Y así pasaron probando y probando unas 4 varitas más, hasta que Lyra se quedó con una de 28 centímetros, color celeste y un copo de nieve en el mango de esta. Lily, en cambio, se quedó con una de color café claro de 27 centímetros.
Cuando salieron de ahí, se dirigieron a la tienda donde se hacían las túnicas. Compraron varias y fueron a recorrer otros locales para comprar los materiales que faltaban, como libros, plumas nuevas, pergamino, calderos, etc.
Ginny había desaparecido desde que fueron por sus varitas a Ollivander. Pero, cuando iban saliendo de la tienda de libros, observaron que ella cargaba dos jaulas con búhos dentro de estas.
- ¡Por Merlín! - las niñas fueron corriendo hasta ella y empezaron a saltar de la emoción.
- ¿Cuál es la mía? ¿Cuál es la mía?
- Tranquilas mis niñas. La de Lyra es la blanca de ojos celestes, y la tuya es este amor.
La lechuza de Lily era de color marrón claro, pero sus alas tenían cierto color rojo en algunas partes.
- ¡Están hermosas! - exclamaron las dos al unísono.
- ¿Cómo las llamarán? - preguntó Harry acariciando la cabeza del ave de ojos azules con ternura, recordándole a su lechuza que tenía hace varios años atrás.
- Mmm... no lo sé. - Lyra se mostró pensativa.
- ¡Iris! - chilló Lily con emoción, acercándose a su lechuza para acariciarla. - Porque tiene dos colores en sus alas.
- Es un nombre muy bonito, amor. - susurró su padre.
- Mmm... yo aún no lo sé. - la pelinegra bajó la cabeza. Harry la miró y se acercó a ella para abrazarla de los hombros, agachándose un poco en el acto.
- Tranquila pequeña. Tienes mucho tiempo para pensar el nombre de tu lechuza. Busca uno que te guste mucho y que tenga un significado para ella y para ti.
- ¿Son hembras? - inquirió la pelirroja menor.
- Si amor. Las dos.
(...)
Harry y Ginny iban a encontrarse con Hermione y Ron en uno de los locales, y ellos dejaron a sus 2 hijas en "Sortilegios Weasley" para que James las vigile.
Lily y Lyra empezaron a recorrer la tienda emocionadas. Había tantas cosas geniales que no sabían que probar primero. Pero antes de que pudieran agarrar algo, James apareció en su campo de visión, e iba acompañado.
- Hola mis niñas. - el azabache les revolvió el cabello a las dos haciendo que se quejen.
- Hola idiota. ¿Quién es ella? - Black había hablado, y Potter quería morirse. La pelinegra estaba destinada a ser una mal hablada.
- Lyra, tu vocabulario. - regañó la pelirroja. La chica castaña al frente suyo rió.
- Cuando me dijiste que tu prima era un poco mal hablada, pensaba que mentías.
- Pues ya ves que no. De igual forma, la amo mucho. - el ojimiel le guiñó un ojo a Black, y esta última frunció el ceño mientras se sonrojaba.
Lily la miró como si le hubiera salido tres cabezas de más.
- Bueno, creo que ya las conoces. Son...
- Lily y Lyra. Las niñas favoritas de James Potter. - la chica les sonrió con ternura y diversión pintando sus facciones.