CAPÍTULO 3: LA TORRE DE LOS REBELDES
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CAPÍTULO 3: LA TORRE DE LOS REBELDES
Él esclavo estaba acostado sobre una camilla mientras dormía, y sintió como una dulce voz lo llamaba desde lo lejos de su sueño.
- Tienes que acercarte Junad, acércate a mí y conocerás la verdad, la verdad sobre tu viaje. - Dijo una voz femenina.
Se sentía cada vez más inmerso en aquella dulce voz, como si estuviera navegando en el océano sobre una barca, y dentro del sueño casi logra distinguir la apariencia de esa mujer que le susurraba al oído, si no fuera por el cubetazo de agua que lo despertó de sopetón.
- ¿En serio era necesario despertarlo de esa forma padre? - Preguntó Teo sentado en un mueble, mientras fregaba ropa en un barril de madera.
- Por supuesto que sí, no ves que estaba a punto de eyacular a causa de su sueño húmedo. – Dijo el barbón sentado al lado de su hijo señalando al esclavo. - Me recuerda a cuando tu pequeño amigo hace el saludo al sol todas las mañanas cuando aún sigues dormido. - Expresó sonriéndole en el rostro a Teo.
El sin vida despertaba sintiendo como le ardían todos los músculos de su cuerpo, y estaba totalmente vendado sobre una cama como si hubiera recibido una ardua atención médica. La habitación era de 4 metros por 5 metros, y sus paredes estaban hechas de piedra caliza que desprendía un ligero polvo naranja, además, solo tenía: la cama, un mueble, dos sillas, una vela y un espejo. Unos segundos después, entró el capitán por la puerta.
- Vaya, veo que por fin se despierta nuestro poderoso y desnutrido héroe. - Dijo el capitán de pie en la entrada.
- Además de desnutrido calenturiento. - Remató Teodoro, pero después fue interrumpido por Teo, quien lo abofeteó con un trapo mojado que estaba lavando.
- ¿Cómo te llamas? - Preguntó Hernesto.
El chico se encontraba aún muy débil y aturdido por el dolor, sin embargo, reunió algo de fuerzas para responder a la pregunta.
- Junad. - Respondió él esclavo.
- ¿Junad qué? – Preguntó el capi agarrando una silla y sentándose cerca de él. - Tienes mi permiso para decir quiénes son tus ancestros, llegados a este punto importa muy poco que seas un sin vida.
- La verdad no recuerdo mi apellido o el nombre de mi padre o de mi abuelo, y tampoco sé quién es mi madre. - De hecho, estaba tan confundido que solo respondió su nombre porque lo había acabado de escuchar en su sueño.
- ¿De dónde vienes Junad? - Preguntó Teo mostrando mucho interés sobre su vida. - Antes de llegar a Olimpia, ¿en qué lugares habías estado?
- Tampoco lo recuerdo. - Contestó el esclavo apretando la cobija que lo arropaba. - A veces tengo vagas imágenes mías andando por desiertos o recorriendo calabozos, pero no puedo recordar algo en concreto. – Aquellas imágenes eran bastante borrosas, al parecer su mente las intentaba reprimir lo más posible, como si recordarlas trajera consecuencias muy graves para él mismo.
- Bueno esa es una información muy útil. - Dijo Teodoro, mientras se secaba el agua del rostro. - ¿Sabes dónde estamos?, ¿siquiera sabes en que año estamos?
- No. – Respondió el sin vida de manera muy seria.
- ¿Pero qué mierda?, lo decía como una broma. – Pensó el barbón. - Estamos en Coliseum la capital de Olimpia, en el año 1580 después de la caída de Helltantine (d.c.C).
- ¿Caída de quién? – Preguntó el chico.
- ¿Y recuerdas algo de lo que pasó?, ¿de la pelea con el gran magno Deiu? – Insistió Teo.
Junad negó con su cabeza que tuviera algún recuerdo de la batalla, y todos en la habitación se miraron entre sí al ver que el esclavo no tenía ni idea de lo que estaba pasando.
- ¿Cuál es el último recuerdo lúcido que tienes Junad? - Preguntó el capitán levantando una ceja.
- Lo último que recuerdo es estar despertando de un largo sueño. Yo caía al suelo mientras abría los ojos, y escuchaba como la gente de mi alrededor gritaba muy contenta, celebrando como si hubiesen acabado de ganar un torneo de gibala. – Contestó el chico recordando la emoción de la victoria frente a Deiu “el gran magno”.
- ¿Cómo mierda va a saber que es el gibala? -Preguntó el barbón sorprendido. - Si ni siquiera recuerda el nombre de sus padres o el año en el que estamos.
- Es muy común en personas con pérdida de la memoria. – Aclaró el joven pelirrojo. - He leído que la región afectada del cerebro está en el centro, qué es donde guardamos la gran mayoría de nuestras vivencias y recuerdos. - A Teo le encantaba leer libros sobre medicina y otras cosas más, fue un hábito que heredó de su madre. - Sin embargo, la zona donde se ubica el lenguaje y la expresión corporal no se ve afectada, y es por eso que puede recordar como hablar, como caminar y los nombres de objetos o actividades cotidianas. - Respondió muy elocuentemente, y luego fue agarrado de la cabeza por su padre.
- ¿Querrías dejar de hacerme quedar como un idiota todo el tiempo? - Dijo Teodoro frotando la cabeza de su hijo.
- Yo creo que solo está cansado, propongo que lo dejemos descansar y hablemos con él mañana por la mañana. – Dijo el capi levantándose de su silla, y se dirigió a la salida acompañado del barbón y su hijo, los cuales seguían peleando mientras caminaban. - Antes de irnos, yo soy Hernesto Bonaponte hijo de Heraldo hijo de Funod, el grandulón idiota es Teodoro hijo de Sirpa hijo de Bonad, y él que se encuentra a su lado a punto de perder la cabeza es su hijo Teo. – El pelón seguía torturando la coronilla del pelirrojo. - Si necesitas algo no dudes en llamar a la puerta, alguien estará dispuesto a atenderte en cualquier momento.
- Yo quería quedarme un rato más hablando con Junad. – Reclamó Teo al liberarse por fin de los brazos de su padre.
- Mañana podrán hablar todo el tiempo que quieran, por ahora dejémoslo descansar. - Concluyó el guerrero de espinas.