The Journey of the Lifeless

CAPÍTULO 5: HUYE

Esta historia, sus personajes, conceptos y demás están protegidas por: La Dirección Nacional de Derecho de Autor, con número de registro:10-1064-400.

CAPÍTULO 5: HUYE

 

Caían flechas del cielo como gotas de agua en un diluvio, junto con rayos de mageia que explotaban en el suelo y en las edificaciones, formando grandes nubes de tierra y humo. Mientras, los habitantes corrían a toda velocidad sin importar los choques y atropellos que provocaban por el camino. Acto seguido, los soldados Tesalónicos irrumpieron en la ciudad, matando a ciudadanos y soldados del ejército rebelde que intentaban proteger al pueblo.

Junad estaba estupefacto sosteniendo el rostro de Menelao, viendo como salía sangre a chorros de la herida de su ojo. La capucha que le cubría el cuerpo al joven se cayó, y dejó ver su rostro, el cual era la personificación perfecta de la combinación entre impacto y desesperación causada por un dolor no avisado. La gente pasaba a su alrededor sin siquiera inmutarlo un poco, debido a que para su mente todo formaba parte de una gran pesadilla, una pesadilla de la que estaba a punto de despertar.

  • ¡Qué haces aquí sentado! - Gritó un soldado del ejército rebelde mientras tomaba los hombros del muchacho, y luego los sacudió bruscamente. - Van a matar a todo el mundo que no mueva el culo rápido para salir de aquí. – Se detuvo unos instantes para ver el rostro del sin vida, el cual se le hacía muy familiar. - Oye... espera un segundo. ¿No eres tú el gran Junad?, ¿no se supone que deberías estar luchando para salvar a la ciudad? – Tras reclamarle, el soldado fue asesinado por 4 flechas que le atravesaron la espalda.

La cabeza de aquel guerrero se reposó sobre el hombro derecho del joven héroe, y con este, ya se sumaban dos cadáveres que el chico sostenía horrorizado con sus mejillas untadas de sangre. Había un nudo en su garganta que le impedía pedir ayuda o si quiera ponerse a llorar, además, de repente sintió que su cabeza comenzó a dar vueltas y vueltas, provocando que viera un duplicado de las cosas a su alrededor. Pero fue preciso en ese momento, que recordó algunas de las últimas palabras del concejal.

- No voy a permitir que nunca te pase algo, ¿entendido? – Preguntó Menelao en el recuerdo. - Junad eres la única esperanza de Olimpia, la prioridad siempre debe ser que tú vivas. Mientras tú estés bien el sueño de la revolución se mantendrá vivo, y quiero que me prometas que sin importar a los que tengas que dejar atrás, si la situación está muy jodida y tu vida corre peligro huirás, quiero escucharte decirlo.

El sin vida recobró la compostura como pudo, y se secó las lágrimas contenidas en sus ojos, a la par de las gotas de sangre chispeadas en su rostro, e ipso facto, fue bombardeado por las flechas de los Tesalónicos. No obstante, gracias a sus reflejos logró protegerse de los ataques usando el cadáver de Menelao como escudo. Luego se levantó, y con el cuerpo del concejal encima de su espalda, avanzó a paso rápido hasta adentrarse en un callejón al cual no le llegaban los proyectiles.

Junad reposó a su difunto amigo en una pared, y le echó un último vistazo para decirle adiós para siempre. Como muestra de respeto, le retiró la flecha que atravesaba sus cavidades orbitarias derechas, asimismo, le arrancó los proyectiles que impactaron en sus escapulas y en su médula cuando este fue usado como protección. Entonces, unos segundos más tarde, llegaron dos soldados del imperio enemigo a arruinarle tan íntimo momento.

  • ¡Debe de ser uno de los becerros del ejército rebelde! - Exclamó uno mientras apuntaba al sin vida con su espada. - ¡Matémoslo rápido!, ¡ya quiero ir a saquear los burdeles!
  • ¡Maldición Quentan! – Gritó el otro. - Tú siempre pensando en putas y en alcohol, ¿por una vez podrías concentrarte en la batalla?

La armadura de los caballeros del imperio de Tesalónica de menor rango era de brigantina, solía estar diseñada para que fuera de cuerpo entero y además sus adornos siempre eran de color azul, como capas, pañuelos y demás accesorios. Este color aparte de representar a la mageia hacía alusión al profundo océano, el cual era uno de los lugares favoritos en la tierra para la diosa Kouh, de hecho, en la mayoría de sus refranes y leyendas, usaba al gigante acuoso como metáfora para referirse al conocimiento y la inteligencia. Uno de sus dichos más famosos es: “La curiosidad y la codicia del descubrir nacen de la destrucción de las apariencias, porque cuando el hombre observó la orilla pensó que el mar era azul, y que llegaba a la cúspide de sus pies. Sin embargo, al adentrarse un poco más notó que se hundió su rodilla, y con el segundo paso el agua alcanzó sus muslos, y así avanzó hasta quedar totalmente cubierto de agua. Luego, nadó tanto que se perdió, y cuando ya era demasiado tarde para regresar a la superficie se ahogó, pero no en la obscuridad del mar profundo, si no en la inquietud del saber: ¿qué habría aún más al fondo?”. Finalmente, es importante resaltar que todas las protecciones llevaban grabado el escudo de Tesalónica, aunque las armaduras de placas se reservaban exclusivamente para los guerreros más fuertes, y dependiendo del rango del caballero, podía llevar uno o más búhos grabados a su alrededor, los cuales representaban a la Diosa Kouh, “la sabia” o “el búho”.

Los dos hombres se abalanzaron a pelear contra Junad, y el joven héroe desenfundó su espada y contrarrestó en el postrero momento sus ataques.

Los nervios le hicieron una mala jugada al esclavo, generando que no pudiera parar de temblar mientras se enfrentaba a los caballeros. Como consecuencia, lo único que hacía era defenderse desesperadamente con su espada, hasta que uno de los hombres logró darle un puñetazo en el rostro. Tras perder el equilibrio por el golpe, el otro caballero aprovechó la oportunidad, y si no fuera porque el chico se tropezó con una piedra, el Tesalónico lo hubiera atravesado con la punta de su arma blanca.



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En el texto hay: fantasia, guerreros, horror y drama

Editado: 21.11.2024

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