The Kids Aren't Alright

Capítulo 1: El Hospital

Había logrado sacar la sensación de ese maldito sueño casi por completo. El reloj que decoraba la pared de color blanco daba casi las 3:00 pm, la hora del receso. Aunque, para mí no era la gran cosa, a veces los guardias te dejaban salir y a veces no, dependía de que tan ‘’Buen paciente’’ habías sido ese día o si estaban de buen humor. Su estado de ánimo era la señal para que te dieran al menos 30 minutos de libertad luego de pasar horas encerrado en una habitación solitaria. Era bastante creíble el hecho de que algunos salieran cada tres días o incluso una semana. Tal vez era algo injusto, pero era mejor a quedarte sin comer todo ese tiempo.

No estaba muy emocionado por salir, no me llevaba bien con los demás pacientes y ya había recorrido demasiado todo ese lugar en tan solo los dos meses que llevaba ahí, había sido una completa eternidad para mí. Sabía que debíamos actuar con cautela y más aún después de lo que paso, pero no esperaba el día para salir de ese maldito basurero. Algunos dirían que un hospital psiquiátrico puede ser un lugar repugnante, pero al menos es un lugar ‘’decente’’ dentro de lo que cabe y te tratan de buena manera. Pero, gracias a mi padre tengo una idea cercana de lo que es una cárcel y me atrevería a decir que hasta ese agujero era mejor que este agujero.

El hacerme ver como un loco por tanto tiempo no se veía tan mal después de todo y le agradecía a ella, aunque no quisiera. Ya que tal vez había sido algo bueno en esta situación. Pero, gracias a ella mi vida también ha sido una pesadilla. Mi padre había intercedido también para que me alejara de la cárcel y me llevaran a una habitación cómoda en su lugar. Tal vez, el que me creyeran hubiese sido un mejor gesto de su parte, pero ellos solo estaban haciendo lo mejor para su pobre y trastornado hijo.

—¡Hey!, ¿Vas a salir o te quedaras ahí hablando con tu novia muerta?

Logre escuchar las risas del guardia y algunos de sus compañeros. No podía hacer nada más que tragarme las ganas de matarlos y salir, ya que era una parte esencial del plan. Di unos suaves golpes en la puerta de madera avisando que podían abrir y saldría, tome aire y cerré mis ojos para entrar en mi papel. Hice que mis manos empezaran a temblar y mi mirada viajaba de un lado a otro en la habitación, habían dejado salir a más gente de la que pensaba. Me detuve a unos pasos de la puerta abrazándome a mí mismo.

—Cada día me convence más tu actuación.

Ella estaba ahí, justo a mi derecha con la misma blusa azul con brillantes, su chaqueta y esos jeans gastados, la misma ropa que traía la noche de su asesinato. Mantenía esa sonrisa perversa que la caracterizaba.

—¡Callate, Stella! —Cubrí mis oídos como si algo estuviese sonando muy cerca de mi cabeza.

Esto era algo de todos los días, debía fingir para mantenerme aquí. No lo hacía todo el tiempo, solo cuando lo creía conveniente y cuando ella no estaba solo seguía con el mismo papel de siempre. Todos los guardias empezaron a reírse de mí y uno de ellos puso su pie frente a mi haciéndome tropezar y caer en el suelo. Debía controlarme, pero se me hizo casi imposible cuando sentí sus pesadas botas golpear mis pies para que me levantara, esa fue la gota que rebalsó el vaso ya que no era la primera vez que hacían algo así y no solo conmigo. Según el plan debía pelear con algún paciente para que me castigaran, pero con ese guardia tendría más que suficiente.

Me puse en pie tranquilamente, mientras ellos continuaban riendo casi a carcajadas. Me dio la oportunidad para lanzarme sobre el guardia que me había hecho salir, se sentía bien escucharlo suplicar para que parara mientras sus compañeros intentaban liberarlo con desesperación.

—¡Maldito! —Grito sacudiendo el polvo de su ropa y sus manos. De su boca bajaba un pequeño hilo de sangre.

—¡Y tú eres un cobarde! —Grite y escupí a sus pies.

Él se acercó a mí y me dio un fuerte golpe en el abdomen sacándome el aire casi por completo. Caí sobre mis rodillas intentando respirar mientras los guardias que me sostenían me llevaban a las celdas de castigo. La habitación era más pequeña que las habitaciones normales y la puerta solo contaba con una pequeña ventanilla abajo por la que pasaban el único plato de comida que te daban en el día.

Me lanzaron contra el frio piso de concreto y yo lleve mis manos a mi abdomen ya que aún sentía el dolor del golpe que el guarda me había dado. Estar en esas condiciones me hacía recordar la gran razón por la que estaba en ese lugar y el por quien estaba ahí. Me lo repetía una y otra vez, su nombre, todo lo que hizo, su voz recordándome cuando la mato. Lo haría pagar aun si eso me costara la vida. Eso me ayudaría a terminar con esto, me gustaba la quedarme en silencio y no decir nada, solo recordar y alimentar mi ira y mi sed de venganza. Mataría a ese idiota aunque me llevara la vida en ello.



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En el texto hay: asesinato, homosexual, venganza

Editado: 30.09.2018

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