The Kingdoms

Capitulo 2

 La unificación de los reinos había llevado demasiados siglos de arduo trabajo, constantes luchas contra aquellos que deseaban expandir su territorio y otros que mantendrían a salvo su independencia.

 Ese periodo de transición desemboco en la creación de una institución, misma que llevo al sistema a crear una serie de leyes y obligaciones para brindar la estabilidad de cada nación.

 En esta oportunidad, el gran palacio de Buckingham había tomado el protagonismo de recibir a cada realeza ofreciéndole el confort y seguridad que requerían.Además, de situarlos en un ambiente de comodidad al estar minuciosamente decoradas sus habitaciones en representación a su cultura. 

 —Bienvenidos a la Academia Real del Consejo de las Naciones Unidas, entidad desarrollada por clanes generacionales con el objetivo de forjarlos como los grandes gobernantes que su pueblo necesita — leyó en voz alta aquel hombre que traia en manos el discurso que se le habia preparado — Además, de asistir en la compleja preparación de guerreros dispuestos a defender su identidad nacional y... — 

 Me hubiera gustado seguir escuchando aquel discurso tan ... Enternecedor, pero prefería alejarme por unos momentos del gran salón. 

 Mientras pasara desapercibida facilitaría las cosas de la mejor manera. La apariencias de este lugar eran muy engañosas y más cuando no tienes ni la menor idea del esfuerzo que requiere lidiar con los jóvenes durante todo ese tiempo.  

 Cuando deje Egipto atrás, supe que la oportunidad que tenía de desistir de todas mis obligaciones se había quedado enterrada en el desierto. Pero no pueden culparme, después de todo era mi deber y no puedes escapar de él. 

— Creí que no te volvería ver — escuche detrás mío los contundentes pasos que se acercaban. 

 Cerré la puerta en su cara y seguí mi camino hasta la sección galesa. El por su parte, no se quedó atrás e ingreso poco después a la biblioteca.

— Lamento decepcionarte, pero necesitas más que un cuerpo para deshacerte de mí — rompí el silencio que se había formado entre ambos.  

  Me quede observando cada una de las botellas herméticamente selladas, a la vez, que rebuscaba entre el cinturón de mi plepo el pugio. No confiaba en él. 

— ¿ Más? —soltó una pequeña risa — Podría empezar a escarbar el cementerio que te cargas o llevar a los cónsules a visitar las tumbas, ¿Qué prefieres? — se quedó observándome por unos segundos y en sus ojos podía visualizar cierta burla como desasosiego.  

   En ese mismo momento no pude evitar reírme, sabía que no era correcto expresar las emociones, pero no podía evitarlo. No cuando creen que te tienen entre sus manos.  

¡Oh Conner , adoro tu inocencia!

— Aamir se suicidó ... — acorte la distancia de a poco — Y entre vosotros es de mala educación profanar las tumbas, cariño — levante su mentón encontrándome con aquella mirada que personificaba el odio mismo —Más cuando tienes tus muertos en el placar — 

  Aquel hombre de ojos aceituna, me conocía bastante al igual que yo a él. Conociamos de lo que éramos capaz, ambos habíamos contado con la misma formación y sabía perfectamente que nunca debía enseñar ni un gramo de debilidad frente a cualquier persona.  

La experiencia nos llevaba a que eso solo te generaba la ruina y desdicha misma; el talón de Aquiles que debíamos evitar tener.  

— ¿Se suicidó? — elevo una de sus cejas con incredulidad — O lo mataste — 

 

— ¿Qué has hecho? — mire aquellos ojos llenos de lágrimas. 

 Él se encontraba de rodillas al lado del inerte cuerpo del castaño quien había palidecido notablemente; Su piel dorada había cambiado y el brillo de sus zafiros se había opacado dejando a vista sus órbitas resecas.

— Lo hice —susurro en voz baja viendo sus manos manchadas de sangre al igual que su vestidura. — Hice lo que me pediste ...  

¡Joder! 

Lo único que me faltaba, lidiar con un muerto a pleno cambio parlamentario. 

— ¡Te dije que te deshicieras de él, amenazándolo, inculpándolo, encerrándolo ...! — me pase una mano en mi cabello tratando de tranquilizarme — No que lo mataras — 

Khalid, se quedó observándome por unos segundos y en ese momento no pude hacer más que acercarme a él.  

— Mate a ... — empezó a hiperventilar — Mate a ... Mate a mí ... Mi hermano — dijo en un hilo de voz y cerré los ojos acurrucándolo en mis brazos. 

Todo estaba hecho, no había nada más que hacer y destrozarlo en su desdicha era lo último que pasaba por mi mente. Mato a su hermano, sí ; sangre de su sangre y eso lo iba a condenar el resto de sus días.  

Vivir con la culpa, vivir con el remordimiento y siendo consiente que lo ha hecho por egoísmo disfrazado de amor. Eso es igual a estar muerto, muerto en vida.  

Ese día Aamir había muerto pero con él se había llevado a su hermano.  

— Shh, necesito que estés fuerte — endulce mi voz trasmitiéndole calma — Mírame, esto fue necesario ... — acaricie sus mejillas con delicadeza — No había otra alternativa, pero ahora necesito que salgas de aquí — me levante ayudando a que el también lo hiciera.  

Sentí sus cálidas manos posadas en mis mejillas a la vez que dejaba un beso en mi frente. En ese instante , un sollozo había escapado de sus labios y colocando mis manos alrededor de sus muñecas lo aleje apaciblemente. 

 — Deshazte de todas las prendas, que no quede rastro alguno — ordene recorriéndolo con la mirada de arriba hacia abajo — Quítate los zapatos antes de salir y evita que la servidumbre entre a la cocina— me di media vuelta y agarre un balde para empezar a limpiar todo rastro que lo comprometiera.

 

Sin embargo, por más que aquel me conociera había muchas cosas que desconocía y que en su torcida mente nunca iba a llegar a comprender.  




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