Capítulo 63.
El trío de guerreros caminaban mientras conversaban y recordaban una que otra anécdota durante sus hazañas anteriores, pero sin darse cuenta habían olvidado a Nevado, quien al verse rodeado de soldados espartanos intento huir, pero le impidieron el paso y comenzaron a rodearlo con sus atemorizantes armas, con las cuales cada vez más se acercaban a él a pasos lentos.
N.- Ya decía yo que esto era muy bueno para ser verdad, par de traidores me cambiaron tan rápido.
Los espartanos, al escuchar a Nevado hablar, acercaron sus armas hasta tener al perro acorralado y casi inmovilizado por completo ; Leónidas estaba muy lejos de Nevado junto con Manfred y Gurab y no se daban cuenta de que el perro no estaba junto a ellos .
Nevado en su desesperación toma posición nuevamente, agarra aire, mira a todos los soldados que estaban rodeándolo y de su interior salió un ladrido supersónico que destruyó el tímpano de los soldados, haciendo que estos cayeran al suelo con sus oídos sangrantes…
Tan fuerte fue el eco, que a oídos de Leonidas, Manfred y Gurab, llegó el ladrido, pero con poca fuerza, lo cual hizo que Manfred y Gurab se miraran y dijeran al mismo tiempo.
M y G.- NEVADO…
Leonidas siguió a aquellos dos, quienes iban corriendo hasta dónde provenía el sonido emitido por primera vez de Nevado, quien antes de que llegaran había enterrado los cuerpos del delito y solo se recargó sobre la superficie de la arena.
Manfred al llegar nota a Nevado un poco inquieto con los ojos; y Gurab logró entrar en el pensamiento de Nevado y al escuchar sus pensamientos se enteró de lo que estaba pasando y no dudo en decir:
G.- Nevado tiene malestar, es mejor llevarlo con Bolívar, él cuidará bien de su perro.
Manfred asintió y se despidieron del rey Leónidas, quien comenzó a buscar de manera inmediata los soldados que estaban entrenando con él.
M.- ¿qué pasó con Nevado?, no me como el cuento de que tiene malestar.
G.- Leónidas te matará si consigue a los soldados Nevado.
N.- Nadie tiene por qué enterarse de esto, que sea nuestro secreto.
M.- ¿Quiere alguien explicarme qué sucede?
G.- Lo que pasa es que Nevado acaba de descubrir que tiene un ladrido supersónico y aturdió y destruyó el tímpano de los soldados de Leónidas y como Nevado no sabía que hacer los enterró.
M.- ¿QUEEE?
N.- Ya dije que lo lamento, no sé de dónde me salió el ladrido, solo salió...
M.- Ahora si estamos fritos, si Leónidas se entera vendrá por nosotros de inmediato.
G.- Mejor calmémonos y regresemos con Bolívar.
El trío comenzó a llegar a donde se encontraba Bolívar.
S.B.- Manfred, Gurab, veo que traen a Nevado de regreso… espero que no se haya portado mal, aunque aún no sé cómo es que terminó con ustedes, pero me alegra que vinieran, les quiero presentar a unos colegas, a algunos ya los conocen, a otros no…
M.- Suena bien Bolívar.
S.B.- Muchachos, el es el General Páez y ella es Luisa Cáceres de Arismendi.
M.- Es un placer conocerlos.
Ambos asintieron y siguieron con lo que estaban haciendo.
De pronto unas navajas a las espaldas de Gurab y Manfred los están apuntando haciendo que estos se sorprendieran por un tono de voz tan femenino y a la vez tan masculino.
M.S.- Entreguen las llaves de la Astronave.
Manfred volteó sacando de su uniforme su arma y Gurab también lo hizo con su diamante encendido, dispuestos estaban de matar a quien estuviera detrás de ellos, pero al voltear estaba una mujer, a la que ellos conocían perfectamente riéndose.
M.S.- ja, ja, ja… Coño par de pendejos, hubieran visto sus caras, era como si fueran a matar sin dudar…
G.- Manuela, eres tú.
M.S.- No tarado, soy la hermana gemela , claro que soy yo Gurab, qué preguntas son esas y tu Manfred quedaste mudo o te comieron la lengua los ratones… Ja, ja, ja…
M.- Coño Manuela, que bueno verte y dime: ¿Francisco también está aquí?
M.S.- Claro, el está detrás de ustedes.
Aquellos dos se voltearon y Francisco los abrazó de manera inmediata.
F.D.M.- Coño amigos tanto tiempo sin verlos.
G.- Espérate ahí, no te abrazo hasta que me digas que no me romperás el cuello… todavía me duele desde la última vez.
F.D.M.- Coño Gurab tú si tienes vainas, mejor vamos que quiero presentarles a la Zarina de Rusia.
M.- ¿Dónde está ella ?
F.D.M.- Pues en Rusia idiotas, iremos en la Astronave.
Los tres asintieron y entraron a la Astronave, no sin antes ver como Nevado soltaba el abrazo y las caricias de Bolívar y se marchaba de nuevo con aquellos hombres a la Astronave.