Capítulo 132.
El vasto e insondable universo había sido testigo de incontables batallas, sacrificios y victorias. Durante milenios, el equilibrio y la armonía se mantuvieron gracias al Rey de los Ancestros, creador del cosmos y guardián del orden. Sin embargo, el tiempo y las acciones de diversas fuerzas habían dejado cicatrices profundas en el tejido del universo, y era el momento de tomar una decisión definitiva.
El Rey de los Ancestros, con su sabiduría infinita y poder omnipotente, observaba con tristeza el estado del cosmos. Aunque Zahyir y Jasper, los gemelos guerreros, habían luchado valientemente, las repercusiones de sus acciones y las constantes guerras intergalácticas habían alterado el delicado equilibrio entre el bien y el mal. El creador sabía que solo un renacimiento completo del universo podría restaurar la armonía perdida.
Desde su trono celestial, el Rey de los Ancestros reflexionaba sobre el destino de su creación. Sentía una profunda nostalgia por los tiempos en que el universo era joven y vibrante, lleno de esperanza y promesas.
Con una decisión firme pero dolorosa, el rey invocó su poder supremo y se preparó para llevar a cabo una tarea sin precedentes.
El rey se elevó en el espacio, su figura resplandeciente brillando con una luz que atravesaba las galaxias. Extendió sus manos y comenzó a canalizar una energía infinita que envolvió todo el cosmos. Una ola de poder se extendió por el universo, alcanzando cada estrella, planeta y ser viviente.
—Es el momento de restaurar el equilibrio y la armonía en el universo —declaró el Rey de los Ancestros con una voz llena de tristeza y determinación—.
Congelaré el tiempo y borraré la memoria de cada ser que habita en cada planeta y en cada estrella. Así, el universo podrá reiniciarse y comenzar de nuevo.
La energía inmensa del Rey de los Ancestros se propagó desde el corazón del cosmos, tocando cada rincón del universo.
Zahyir y Jasper, los legendarios gemelos guerreros, sintieron la presencia del creador y la poderosa energía que los envolvía. Sabían que algo trascendental estaba ocurriendo, pero antes de que pudieran reaccionar, sus cuerpos quedaron congelados en el tiempo, preservados en un estado de animación suspendida.
El Rey de los Ancestros continuó canalizando su poder, asegurándose de que cada ser viviente fuera tocado por la energía primordial. Las memorias de todos comenzaron a desvanecerse, borradas por la voluntad divina del creador.
—El ciclo del renacer comenzará ahora —declaró el Rey de los Ancestros—. Todos los seres tendrán una oportunidad de redescubrirse y construir un nuevo destino.
El tiempo quedó congelado y las memorias borradas, dejando el universo en un estado de calma absoluta. Las estrellas brillaban con una luz renovada, y los planetas parecían suspirar de alivio mientras el tejido del cosmos se reparaba. Era un momento de profunda tristeza y esperanza, una despedida de lo que fue y una bienvenida a lo que está por venir.
El Rey de los Ancestros observó su creación, sintiendo una melancolía en su corazón. Sabía que este nuevo comienzo permitiría a todas las especies redescubrir su propósito y vivir en armonía. Aunque la decisión era dolorosa, también era necesaria para la restauración del equilibrio.
El Rey de los Ancestros observó a los gemelos desde el corazón del cosmos, con una lágrima de nostalgia rodando por su mejilla. Había dado a todas las especies una nueva oportunidad para vivir en armonía y descubrir su verdadero potencial.
La historia del universo comenzó de nuevo, con Zahyir y Jasper como sus guardianes, aunque ellos no lo supieran. Unidos por un vínculo inquebrantable y una misión de proteger la paz y la justicia, los gemelos estaban listos para escribir una nueva saga en el vasto y misterioso cosmos.
Y así, bajo el brillo de las estrellas, el universo renació, lleno de esperanza, tristeza y posibilidades infinitas. El ciclo de la vida y la creación continuaba, guiado por la sabiduría y la voluntad del Rey de los Ancestros, el guardián eterno del equilibrio cósmico.
El cosmos lloraba y sonreía al mismo tiempo, sabiendo que el renacer era necesario para seguir adelante.
El Rey de los Ancestros, con un corazón lleno de amor y compasión, había dado el paso más difícil, pero más necesario, para asegurar un futuro brillante y armonioso para toda su creación.