Pasan dos días desde que Azi ingresó al hospital y finalmente lo dan de alta, Mizu lleva a Azi a casa para que descanse un poco, ya que le dieron el alta casi entrando la noche. Azi planea salir temprano al bosque una vez que descanse lo suficiente.
—¿Qué vas a querer de cena? —pregunta Mizu—.
Azi se queda pensando unos segundos. Hasta que se decide por algo caliente, ya que últimamente está haciendo frio en la ciudad. Mizu asiente con la cabeza y al llegar a casa se dirige a la cocina mientras Azi va a recostarse un poco en la habitación que le dejó Mizu. Al entrar en la habitación Azi ve una mochila encima de la cama, al revisarla ve que tiene cosas muy útiles para él, una libreta, lapiceros, lápices de grafito y goma.
Azi mentalmente se cuestiona que hizo para merecer tanta atención por parte de Mizu.
Azi deja la mochila a un lado de la cama y se recuesta, él contempla el techo de la habitación mientras piensa en esa voz que escuchó durante ese sueño. Entonces imágenes vagas de un mural pasan por su vista, como si fueran alucinaciones. Entonces cierra los ojos y al volver a abrirlos de nuevo ya no las ve.
—¡Azi! ¡Está listo!
—¡Voy!
¿Cuánto tiempo pasó mirando el techo? Azi lo sintió como un par de segundos. Al mirar por la ventana nota que ya está muy oscuro. Al bajar las escaleras siente un delicioso aroma acariciar su nariz.
—Ah, ahí estás, ¿Te quedaste dormido?
—No realmente, pero me siento como si lo hubiera hecho.
—Entiendo, es como si hubieras dormido con los ojos abiertos, también me ha pasado.
Al sentarse a comer, siente un ligero mareo, pero lo ignora y empieza a comer el guiso que preparó Mizu. El rostro de Azi le indica a Mizu que el guiso está delicioso.
Al terminar de comer, ambos se dan las buenas noches y se van a dormir. En medio de la noche, Azi se retuerce en la cama debido a una pesadilla.
—¡Mizu! ¡Escóndete!
—¡Azi cuidado!
En medio de la pesadilla Azi recibe un golpe de una sombra gigantesca y esto hace que despierte de un salto.
—¡…!
Al ver que sigue en su habitación se pasa la mano por la cara y se levanta para ir al baño. Una vez en el baño Azi se moja un poco la cara con agua fría para calmarse y pensar fríamente que fue ese sueño tan extraño.
Al amanecer Azi está listo para ir a buscar el mural de su sueño en el bosque que le dijo Mizu, al bajar las escaleras un olor a comida llega a la nariz de Azi, al acercarse a la cocina ve a Mizu preparando lo que parece ser el desayuno para ambos.
—Buenos días —dice Mizu—.
Mizu sonríe sabiendo que Azi está en la puerta de la cocina.
—Buenos días —responde Azi—.
—Espero que no hayas planeado irte sin desayunar.
—La verdad solo iba a comer algo ligero, como un sándwich o algo así.
—Pues parece que me adelanté, jaja.
—Eso noto.
—Ve a sentarte, ya casi está listo.
Azi asiente y se acerca al comedor para ir a sentarse, al poco tiempo entra Mizu con unos platos pequeños, al dejar el plato de Azi, este siente ansias por comer los huevos con tocino que le preparó Mizu.
—Adelante, empieza a comer.
Dicho eso, Azi empieza a comer, sus ojos permanecen iluminados con cada porción que se lleva a la boca.
Al terminar de comer, Azi le agradece a Mizu por la comida, toma su mochila y se despide de ella para empezar su misión personal.
En el camino hacia el bosque, Azi empieza a hacer memoria y pensando fríamente lo sucedido con John sus golpes se sentían más pesados de lo normal, como si hubiera ganado más fuerza en el poco tiempo que pasó desde que sus caminos se separaron.
Al entrar al bosque Azi se siente como si ya hubiera estado en él antes. Entonces, guiado por su instinto, empieza a buscar las ruinas que Mizu le mencionó. El tiempo pasa y finalmente Azi encuentra las ruinas, al acercarse enciende la linterna que trae consigo buscando algo que parezca un mural, a su entendimiento un mural es una obra de arte hecha directamente en una pared, al poco tiempo algo llama su atención, en una de las paredes hay algo parecido a lo que busca.
Al apuntar con la linterna ve que la pared está como si recién la hubieran construido, en ella hay una pintura que le resulta extraña pero familiar al mismo tiempo, son cinco personas sosteniendo unos orbes de distintos colores, rojo, azul, amarillo, verde y un poco más apartado hay uno color negro, cada orbe tiene una cabeza de dragón de su respectivo color en el centro, excepto uno, el orbe negro está vacío y la persona que lo sostiene tiene un rostro similar al de John. Azi se acerca un poco más y este empieza a escuchar una voz, como si fuera su consciencia, pero es una voz extraña.
—Azi Komoto, elegido del dragón ígneo, acerca tu mano al mural y acepta tu destino.
Azi, extrañado por lo que dijo la voz, mira el mural y ve que el orbe rojo del mural empieza a brillar, entonces se acerca al mural y pone su mano derecha en el medio del orbe, justo sobre la cabeza de dragón, entonces el brillo del orbe empieza a convertirse en fuego, Azi, asustado, intenta alejarse, pero su mano está pegada a la pared, lo que le impide alejarse, las llamas empiezan a rodearlo y la misma voz de antes vuelve a hablarle.