The Last Dracos

Capítulo 5 (parte 2)

—¡Mierda!

Azi empieza a generar flamas para ahuyentar las sombras con la luz que produce el fuego de forma natural.

—¡Ayaka! —Azi estira su brazo fuera de las sombras—. El antídoto.

Ayaka, que traía el antídoto ya en una jeringa, se apresura a inyectar a Azi. Segundos después las sombras se disipan. Azi deduce que era el propio veneno lo que le permitió a John usar sus poderes sin estar presente.

—Maldición, John me está llevando al límite —refunfuña Azi—.

—Tranquilo, pronto lo encontraremos y acabaremos con todo esto.

Un encapuchado se desplaza entre las calles de la ciudad persiguiendo una sombra, cuando la sombra desaparece en un callejón, el encapuchado empieza a investigar, hasta que nota que debajo de un contener de basura hay una trampilla metálica.

—Mizu, soy yo, creo que lo encontré —El encapuchado voltea a la luz de la calle revelando su piel morena—. Nos vemos en la plaza libertad.

—Iremos de inmediato, Azi ya se está recuperando por completo, así que estamos listos para iniciar el asalto a su escondite.

—Bien, los veré ahí.

Azi, Mizu y Ayaka llegan a la plaza libertad y se encuentran con Karima quien los estaba esperando.

—Bien, ya estamos todos —dice Karima viéndolos a todos—. Azi, ¿crees estar en condiciones de luchar?

Azi manifiesta sus poderes sin problemas.

—Si, estoy listo.

La mirada de Azi luce más confiada que nunca.

—Vamos.

El grupo sigue a Karima hacia el callejón donde vio por última vez a la sombra, al mover el contenedor de basura se desvela la trampilla metálica. Azi es quien se acerca para abrir la trampilla, pero esta se abre sola, desvelando un interior oscuro.

Azi suspira, chasquea sus dedos y con la llama que aparece empieza a iluminar el interior desvelando una escalera muy larga.

—Mm… —Karima presta atención y ve que la luz de la flama de Jack no llega hasta el fondo—. Esperen… —Karima toma una piedra pequeña que está cerca de la trampilla—.

Al lanzar la piedra, se escucha como rebota escalón tras escalón, pero no para de sonar el rebote, el sonido cada vez se aleja más y más, hasta que ya no se escucha nada.

—No me gusta esto, pero creo que será mejor bajar volando antes que bajar esas escaleras —comenta Azi—.

Los demás solo asienten. Todo el grupo hace brotas sus alas desde la espalda. Mizu, Ayaka y Karima miran a Azi.

—Bien, entremos.

Azi extiende sus alas, se eleva un poco y desciende en picada hacia la trampilla entrando a toda velocidad, más pronto que tarde, los demás lo siguen, Azi va dejando una estela de fuego que ilumina el camino de los demás hasta que finalmente observan el suelo cada vez más cerca. Estando cerca todos aterrizan sin problemas.

—Mierda, no veo nada… —Reclama Azi—.

Karima extiende su mano y un rayo sale de su palma iluminando brevemente el largo pasillo con antorchas apagadas a los costados, esta vez Azi lanza una bola de fuego hacia las antorchas, prendiéndolas en el proceso para iluminar el camino.

—Nuestro único camino es avanzar —dice Karima—.

—Si, será mejor movernos, solo quiero terminar con esto…

Azi empieza a caminar, pese a ya estar en tierra, Azi es el único que no ha hecho desaparecer sus alas. El grupo está en completo silencio, un silencio tan estresante que Ayaka no puede evitar quejarse.

—Aaah, este silencio es horrible —susurra Ayaka frustrada—.

—Tranquila, pronto acabaremos con esto y nos iremos de aquí —responde Karima—.

De repente Azi se detiene justo en una zona que no está iluminada por las antorchas y se esconde en una esquina oscura.

—Ugh odio esto, ¿por qué debemos patrullar? Nadie en su sano juicio vendría aquí —dice un encapuchado—.

—Deja de quejarte y sigue tu ruta —responde otro encapuchado—.

Cuando el primer encapuchado pasa cerca de Azi, se iluminan los ojos del pelirrojo asustando al encapuchado, el cual va a atacar, pero Azi lo detiene enterrando sus garras en el estómago del tipo.

—Vamos antes de que llegue alguien más —susurra Azi antes de seguir yendo adelante—.

A medida que avanzan pareciera que no hay nada, hasta que escuchan gritos de dolor.

—¡Maldición! —se escucha un golpe seguido de un grito—. ¡Maldito hijo de puta!

Algo le sucede a Azi y sale corriendo a toda velocidad hacia los gritos.

—¡Azi!

Todo el grupo sale corriendo tras el chico pelirrojo, cuando lo encuentran, se topan de frente con John golpeando a uno de sus subordinados.

—¡¿Quién me interrumpe?! —grita John—.

—Adivina idiota —responde Azi bastante molesto—.

—Vaya que tardaste, hijo de puta —John deja de golpear a su subordinado y empieza a acercarse a Azi—.

Azi aprieta los puños y sale disparado hacia John, mientras se acerca aparecen manos de fuego cerca de sus brazos.




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