The Magic

CAPITULO II

Camino con rapidez, cuando me enfado parece que tengo la batería cargada al 100%. Miro a mi alrededor y solo veo gente a toda prisa: madres tirando del brazo de sus hijos, ejecutivos corriendo con trajes de Armani, adolescentes haciendo carreras de skate...

¡Por fin me siento en mi banco favorito! Necesito aire puro. Las navidades después de la separación de mis padres eran infernales.

Me toco los bolsillos para mirar el móvil y me doy cuenta de que lo dejé en casa, pero al palpar toco el papel que me dio Jhom en la facultad. Recorre mis entrañas una sensación extraña, suspiro esperando que hubiera algo interesante escrito, y leo detenidamente. “Llámame cunado te apetezca y a la hora que sea 020.802.080”. Joder parecía que me había escrito una carta de amor porque yo no dejaba de mirar el maldito papelito.

No me apetecía volver a casa, así que me dirijo a la de Leri para contarle la movida con mi madre, pero no estaba. ¿Dónde estaría metida? no es que sea su guardaespaldas, pero no solía salir de juerga sin mí, a no ser que quedara con alguien espacial.

Oigo como alguien grita mi nombre a lo lejos, doy media vuelta y veo a Jhom con ropa deportiva.

—¿Esta perdida guapa? —dice mientras se acerca a mi lado.

—No, te estaba buscando —sonrío y respondo decaradamente.

—Pues aquí me tienes, todo tuyo —me da un beso en la mejilla.

Quedo sin palabras y me sonrojo.

—¿Qué haces luego? —pregunta.

—Nada, no quiero volver a casa. He discutido con mi madre.

—¿Una hamburguesa? El deporte me da hambre.

—No traje ninguna de mis pertenencias, he dejado todo en casa y no tengo pasta —le digo avergonzada.

—Por eso no te preocupe, ¡vamos fea! —da un toque en mi hombro y yo vuelvo a sonrojarme.

Pensaba que me llevaría a un local convencional de comida rápida, pero Jhom es tan misterioso que sus ocurrencias nos llevaron a un karaoke.

Un local iluminado, pero con una pequeña zona oscura donde se encontraba el escenario. Las mesas eran de maderas, había una barra gigantesca y pantallas de televisión en cada rincón. La gente estaba animadísima ¡estarían borrachos a esa hora!

Pedimos dos hamburguesas y unas patatas fritas. Un chico cantaba una canción de Melendi y nos meamos de la risa.

—Te toca a ti Jana —se dirige a mi Jhom señalando al escenario.

—¿A mí? Eso no lo veras tú. Solo canto en la ducha.

 

Oigo al organizador pronunciar mi nombre, pero pensé que sería otra Jana. Lo veo acercarse a la mesa con un micrófono inalámbrico y me lo entrega mientras yo niego con la cabeza.

Jhom me anima a gritos y la gente nos miraba ¡será capullo! Como sabría que me gustaba esa canción de Vanesa Martin. Ahí estaba dándolo todo, tengo que reconocer que por momentos me olvidé de la gente que nos rodeaba y puse todos mis sentimientos en esa romántica canción.

—¡A través de las redes se pueden averiguar muchas cosas! —dice mientras siento mi culo en la silla.

—Eso no se hace, a las mujeres no se las pone en apuros —tengo la respiración agitada.

—Lo haces muy bien tonta. ¡No conocía esa faceta tuya! —sonríe.

—No me vaciles que te doy —hago un gesto con la mano.

 

Pasamos las horas entre divertidas actuaciones, y al salir del karaoke paseamos viendo la decoración navideña.

Al llegar a casa, se despide de mí con un dulce beso en la frente mientras acaricia mi cabello, y al acercarse me susurró “llámame cuando lo necesites”. Se me eriza la piel al instante, ¡uff cada día lo veía más guapo!

Entro con sigilo en casa, no quiero encontrarme con mi madre y me dirijo a mi habitación. Cojo mi teléfono móvil y tenía diez llamadas perdidas de mi queridísimo padre. ¡Este hombre se había vuelto loco! Imaginé que ya mamá le habría ido con el chisme, pues sus únicos momentos de paz familiar eran cuando los dos estaban en mi contra.

No le respondí a sus llamadas, puse música en el portátil y me recosté en mi cama recordando lo vivido esa noche junto a Jhom.

Abro el armario y me pruebo unas cuatro camisetas ajustadas, que juntaban con mis vaqueros rotos. ¡Hoy quero verme preciosa! Suelto mi melena al viento y pinto mis labios de rojo pasión.

En la entrada de la facultad veo a Leri y voy hacia ella.

—¿Ayer dónde estabas metida? —le pregunto.

—Eh en ningún sitio ¿Por qué? —aparta la vista de mis ojos y se le ve algo nerviosa.

Empezaba a sospechar que Leri me estaba ocultando información, ¡en fin es su vida! Pero nunca me había ocultado nada y eso me preocupa. No sé en qué líos estará metida.

Subo las escaleras para llegar a clase y me cruzo con Jhom.

—Vámonos hoy traje la moto —alza la mano enseñándome el casco.

—Tengo clase ahora y como avisen a mi madre me corta la cabeza —le hago una mueca burlona.

—¡venga anda, no seas aburrida! Un día no es nada. —guiña su ojo derecho y no me puedo resistir.




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