—Venga Jana a Jhom no le pasará nada, ven a la fiesta —me suplica telefónicamente.
—No, espero que lo entiendas amiga. Hoy me quedo con él —cuelgo la llamada.
—Vamos a la fiesta —dice Jhom convencido.
—¡Estás loco, si no puedes caminar!
—Robaremos una silla de ruedas y nos damos a la fuga en un taxi —susurra maquiavélico.
—No y no. No quiero más problemas —giro de un lado al otro mi cabeza.
—Venga, si es muy fácil. Saldremos por los pasillos traseros del personal sanitario, nunca hay nadie —pone su carita de irresistible.
Vuelvo a llamar a Leri para decirle que viniera junto a Derek y nos ayudaran a salir de allí. En cuarenta y cinco minutos estaban en la habitación. Mi amiga era muy de hacer locuras y todos los planes maquiavélicos le encantaban.
Todos con móvil en mano Derek vigilaba la entrada y Leri el pasillo trasero. Yo cogí una silla de rudas del pasillo y ayudé a Jhom a vestirse ¡intenté no distraerme mirando sus pectorales!
—¡Venga Jhom, ahora! Leri me ha llamado y está el personal cenando.
—Quítame la vía anda.
—Yo no, no... —había visto a las enfermeras hacerlo, pero yo no estaba preparada.
—¡Hazlo, Jana! —me ordena.
¡Por fin en la salida! Pillamos un taxi los cuatro y nos fuimos a la fiesta. Recuerdo que el taxista nos miraba con cara de asombro y para mí que se imaginaba algo.
La sala era enorme, había luces por todas partes y un árbol de navidad gigante en él medio. La mitad de los alumnos de la faculta habían acudido e iban todos vestidos de gala. Alguna pija nos miraba de reojo al notar nuestra vestimenta de diario, pero nosotros íbamos a pasarlo bien.
Suena la música y Leri junto Derek, van a pillar bebida sin alcohol para Jhom.
—Bailamos —dice Jhom la mar de simpático.
—Por supuesto caballero.
Giraba su silla dando vueltas y el movía sus hombros de un lado al otro. En ese momento pensé en toda la gente que no podría volver a andar, pero que luchaban en su estado físico por ser felices.
Suena una canción lenta y nuestros amigos salieron a bailar. No paraban de darse amor.
—Me encantaría estar así contigo —se dirige Jhom a mí.
Me pongo de rodillas junto a él y lo miro a los ojos.
—Lo estaremos, disfrutemos el momento. Hoy y Ahora —sin pensarlo le suelto un beso apasionado que fue correspondido.
Por suerte no nos pillaron al entrar al hospital de nuevo. Jhom le dijo a la enfermera que se le habia caído la vía al darse vuelta en la cama.
Pasamos una noche mágica y hablamos de nosotros.
Veinticuatro de diciembre ¡viene papa Noel! A mí me llegó el regalo antes con papá de nuevo en casa. Esperaba que esta vez fuera la vuelta definitiva, siempre supe que se seguían amando.
Mi madre preparaba la cena y mi padre la ayudaba muy emocionado.
Yo llamo a Jhom para felicitarlo por navidad, pero no me coge el teléfono. No le di la mayor
importancia, pues podría estar durmiendo.
Voy a la cocina y veo la cantidad de comida que habían hecho.
—Pero a quien habéis invitado ¿vienen los vecinos? —me reí, mi madre era una exagerada.
—Nena, porque no vas a arreglarte y ponerte guapa.
—¿Para qué? ¡Para cenar con mis padres en navidad! —íbamos a estar en casa.
—Jana, puedes hacerme el capricho. Quiero que estemos los tres guapos —dice mamá con voz dulce.
—Esta bien, eres una pesada —le hago una mueca mientras ella pone los ojos en blanco.
Un vestido azul con caída de hombros, me decanté por ese. Tacones de aguja, unos cinco centímetros. Pelo suelto y labios rojos.
Me miro al espejo de mi dormitorio y me veo guapísima.
Suena el timbre ¿Quién será? No esperábamos a nadie.
—Abre Jana —grita mi madre desde el piso de abajo.
—Estoy arriba mamá, abre tu —respondo.
—No puedo, se nos quema la comida.
—Uff —pongo los ojos en blanco y bajo de inmediato.
Al abrir la puerta veo a Jhom en la silla que empujaban sus padres. Tenia una rosa roja en la mano y vestía de corbata. ¡Estaba guapísimo, sexy, hermoso…!
Su madre sonreía y su padre me guiño el ojo.
Pasaron a dentro de casa y mi madre me dijo que cenaríamos todos juntos. Estaba claro que la comida no era para los vecinos.
—Te dije que estas navidades las pasaríamos juntos —dice Jhom dándome aquella rosa.
—Estas muy guapo —le respondo alucinada y con una sonrisa.
—A la mesa tortolitos—grita mamá, mientras toca la campana.
Las navidades perfectas con mi familia unida y el chico de mis sueños. El mejor regalo de Papá Noel, porque lo material viene y va, pero la familia siempre está a tu lado.
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Editado: 25.11.2018