The Masked Cobalt

La fábrica

Cobalto se sentó sobre su trono con una postura firme, confiada y cruel. Su mirada destilaba dominio absoluto, y su presencia se imponía en la oscura sala donde los más peligrosos criminales del mundo aguardaban. No tardó en proclamar su liderazgo, enviando un mensaje a cada rincón del planeta: había un nuevo jefe.

Con su autoridad recién consolidada, Cobalto reunió a un grupo de élite para ejecutar su primer gran movimiento: secuestrar al presidente de Rusia y destruir el Gran Palacio del Kremlin. La operación requería precisión y fuerza, así que seleccionó cuidadosamente a su equipo: dos ninjas mortales, dos cazarrecompensas expertos, el mejor asesino a sueldo y Vraxus, el enigmático mercenario que solo seguía la corriente.

El plan comenzó con un asalto a una fábrica de armas. Tomaron un helicóptero y descendieron silenciosamente en la zona, y el helicóptero abandonó el lugar. Desde lo alto, el francotirador tomó posición y comenzó a eliminar guardias con precisión quirúrgica. Los ninjas, letales y silenciosos, se deslizaron por las sombras, aniquilando a sus objetivos sin ser detectados. Sin embargo, un guardia descubrió un cadáver y activó la alarma. De inmediato, un aluvión de balas llenó el ambiente. El francotirador se cubrió, mientras el cazarrecompensas al volante de la troca de recolección, su única vía de escape.

Un guardia lanzó una granada directo hacia la posición de Cobalto, el francotirador y el cazarrecompensas. La explosión los lanzó por los aires. Entre el humo y los escombros, Cobalto se puso de pie, su silueta se recortaba con un aire de total dominio. Caminó con una calma escalofriante hasta el borde de la azotea, se colocó su máscara y, sin dudarlo, sacó su pistola. Sus disparos fueron certeros, eliminando a los guardias con una precisión aterradora. Una vez despejada la zona, descendió y comenzó una masacre con su navaja y su pistola.

El equipo logró cargar la troca con la mayor cantidad de explosivos posible, pero los refuerzos enemigos llegaron con una ráfaga de disparos. Desde la parte trasera del vehículo en movimiento, Cobalto tomó un rifle y comenzó a disparar. Las llantas de los jeeps enemigos explotaron y los vehículos derraparon. Los helicópteros descendieron sobre ellos, pero Cobalto, con una precisión implacable, abatió a los artilleros y pilotos. La misión fue un éxito, pero a un costo alto: el francotirador y el cazarrecompensas habían muerto por la explosión. Vraxus, en cambio, había desaparecido por completo. Se lo marcó como muerto, aunque su cuerpo nunca fue hallado.

El mundo quedó paralizado. Los noticieros de todos los continentes hablaban del Cobalto Enmascarado. En Rusia, el gobierno lo declaró la amenaza número uno a su nación, mientras que en otras partes del planeta, muchos lo veían como un símbolo de revolución. Sin remordimientos, sin dudas, Cobalto sabía que apenas estaba comenzando.



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En el texto hay: accion, antiheroe, secuelas

Editado: 01.04.2025

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