The Meddler

Capitulo 3 : Las Posibilidades

 

The Meddler (El entrometido)

Capítulo 3: Las posibilidades

 

Quizás, tal vez, y sea probable, todo es un quizás, hoy a mis 39 años, me encuentro pensando en todo aquello que dejé ir y que ahora, ya no figura entre mis posibilidades. ¡Que rareza de la vida!

(Y unos ojos se llenaron de decepción)

-Ten en cuenta que aun puedes cambiar eso, solo debes tomar una decisión y ser firme a soportar lo que se venga, dijo alguien con tono de consuelo.

-No mi sol, no ahora siendo el padre de 4 niñas.

-¡Esas son excusas! Y de las baratas. (Y entonces alguien se sintió inconforme.)

-No Miguel, no son excusas, esas son mis hijas.

-Odio cuando eres así Estanislao. Fue lo último que Miguel dijo antes de abrir la puerta e ignorar por ese momento a su invitado.

-Lo sé, solo me llamas por mi nombre cuando estas molesto.

El hombre bajó la mirada y se fue.

Estanislao Flores salió de aquella habitación pensando en todas las posibilidades perdidas, que ya no eran viables, y que ya no podría vivir, a menos de que tomara una drástica decisión que venía evitando desde hace mucho; se subió y arrancó e inclusive olvidó quitar la pata de afiance de la moto, avanzó algunas cuadras, hasta que un joven le gritó ¡Señor, la pata! , se percató, la subió, pero igual se tomó el tiempo de observar a detalle a aquel muchacho de piel morena y hermosos brazos, así le gustaban, fornidos y morenos, de piel quemada al sol.

Este serio y tímido caballero, mientras no era un padre amoroso y un esposo cohibido, se ejercía como un fanático reprimido de los miembros viriles, un hombre con una damita en su ano.

Continuó su camino, y sintió vibrar su teléfono móvil, se detuvo, pero al ver quien le estaba llamando, siguió sin más preocupación, era ella, Indira, la mujer con la que había procreado un hijo, la mujer tema de conflicto en su matrimonio.

Sintió una emoción semejante a la que te provoca el necio, le restó aún menos importancia que la limitada que le daba y no se incomodó más.

Durante el trayecto de la carretera norte, desde la Subasta hasta el puente desnivel, fue recordando la ocasión en la que se dejó convencer por Miguel para llevar a cabo ese descabellado plan.

Esa tarde de Octubre, con la lluvia de un fuerte invierno como fondo espectral de una confabulación, Mirándole fijamente y con tono de alarma y queja, Miguel Mendoza le dijo:

-Stany, mi solecito, ¡pensá! eso es bien raro, llevas muchos años, muchos, y tu mujer no te ha descubierto ninguna cana al aire.

-Alucinas, dijo con voz de hastió, no es una regla que la infidelidad sea bandera de victoria en un matrimonio.

Y Estanislao le miró como con deseos de no hablar más sobre el tema.

-Claro que si es bastante raro, refutó Miguel sin permitirle cerrar la conversación, eres el marido que sale de pesca, sin llevar ningún pez, que juega billar casi todas las tardes y hace paseos en moto con el mismo amigo durante mucho tiempo, si Alicia lo nota, veras, es una señal alarmante -Sonrió sarcásticamente, y se cruzó de brazos, como sabiendo que el pertenecía a ese juego sucio de engaños entre Stan y su víctima, tonta e inocente esposa.

Alicia como él le llamaba por celos y resentimientos que se le crearon con el tiempo, su sobrina, su ahijada de confirma, con nombre yanqui, según él, ¡Alicia! Aquí no andamos con Alice (alise le pronunciaba el), la esposa de su amado.

Hacía ya unos 6 años en que ambos hombres, cierta ocasión, compartieron una noche acompañada de copas, cigarros, anécdotas de infancia, ya algo ebrios, al llegar la madrugada, se quitaron el frio uno al otro, rozando miembros erectos y rebosantes de gozo, logrando destapar los deseos reprimidos de Estanislao, deseos ya de antaño de Miguel el que inconsciente pero decidido se propuso hasta hacerlo caer a su regazo.

Desde esa madrugada nada fue igual, se desarrolló un frenesí de ansias y antojos al cual ambos decidieron dar paso, entre encuentros y situaciones que trajeron la sensación de plenitud a Estanislao por mucho tiempo, pero que últimamente estaba siendo un problema para Miguel.

-Debes acostarte con una mujer le dijo. Tu esposa debe afianzar su concepto sobre tu heterosexualidad al saber que montas hembras y no que te montas en riendas de machos.

La firme y decida sugerencia de Miguel se convirtió en una orden de regimiento para su amante, él debía buscar una objeto de experimento de apropiada edad y hallar la forma en que su mujer se enterase.



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En el texto hay: trastornos mentales, drama, amor

Editado: 27.01.2019

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