The moon and the stars

Capítulo 1

La música estridente resonaba en las paredes de la sala común de Gryffindor mientras Remus daba un largo sorbo a su whiskey de fuego. Su mirada recorría la multitud, buscando instintivamente a un chico de cabello oscuro como el plumaje de un cuervo y unos ojos grises que le costaba sacar de su cabeza.

Finalmente, lo encontró cerca de la pista de baile, moviéndose de manera despreocupada junto a un chico de Ravenclaw cuyo nombre Remus no lograba recordar, tal vez por los efectos del alcohol o simplemente porque su mente estaba más nublada de lo que le gustaría admitir. Sintió una punzada de algo caliente recorriéndole la espina dorsal cuando vio a Sirius Black, su mejor amigo, acercarse al chico y, sin más preámbulos, comenzar a besarlo. El aire se le atascó en la garganta, pero en lugar de quedarse allí, se terminó la bebida de un solo trago y se levantó del sillón, buscando alejarse de la escena lo más rápido posible.

Se acercó a una de las ventanas de la sala común, donde el ruido de la fiesta quedaba amortiguado por la distancia. Sacó un cigarrillo de su bolsillo y, con un chasquido de dedos, encendió la punta, inhalando profundamente mientras sus ojos se clavaban en el cielo estrellado más allá del vidrio.

Esa noche, la sala común de Gryffindor estaba más llena de lo habitual, con estudiantes de varias casas que se habían colado para celebrar la victoria de Gryffindor contra Hufflepuff. Era el primer partido de la temporada desde que habían comenzado su sexto año, y con James Potter como nuevo capitán del equipo de Quidditch, la fiesta era prácticamente obligatoria. Cualquier excusa era válida para los Merodeadores a la hora de organizar una celebración, pero esta en particular tenía un toque especial por ser el debut de James como capitán.

Desde hacía un tiempo, la rivalidad entre Gryffindor y Slytherin había comenzado a suavizarse, en parte gracias a la reciente mejora en la relación entre Sirius y su hermano menor, Regulus Black. Aunque aún quedaban algunos estudiantes de Slytherin, como Snape y Mulciber, que no perdían la oportunidad de lanzar maldiciones o insultos a cualquiera que se les cruzara, la tensión general se había relajado. Tal vez era la amenaza de la guerra inminente lo que hacía que muchos en Hogwarts trataran de mantenerse unidos, conscientes de que lo que les aguardaba fuera del castillo sería mucho peor.

Remus, sin embargo, no podía deshacerse de la opresión que sentía en el pecho, esa mezcla de frustración y deseo que lo asfixiaba cada vez que veía a Sirius con alguien más. Sabía que no debía sentir lo que sentía, pero esos pensamientos eran cada vez más difíciles de ignorar.

Sumido en sus pensamientos, no notó la presencia que se acercaba hasta que una mano apareció de repente y le arrebató el cigarrillo de entre los dedos, lanzándolo por la ventana abierta. Remus giró, irritado, listo para soltar un comentario mordaz, pero se encontró cara a cara con Regulus Black. El Slytherin lo miraba con una expresión que, como siempre, era difícil de leer.

—¿Sabes, Lupin? Tu actitud de perrito apaleado empieza a dar lástima —comentó Regulus con su habitual tono sarcástico. Remus lo observó unos segundos, luego simplemente rodó los ojos, sacando otro cigarrillo de la cajetilla sin molestarse en responder. En lugar de enfadarse, le mostró el dedo medio a Regulus, provocando una pequeña sonrisa en el rostro del Slytherin.

Desde el primer año de Regulus y el segundo de Remus, ambos habían coincidido muchas veces en la biblioteca, aunque nunca intercambiaron palabras. Todo cambió el año anterior, cuando Sirius huyó de la casa Black. Regulus se acercó a Remus, dubitativo, buscando información sobre su hermano. El chico parecía demacrado y ansioso así que Remus respondió con sinceridad, y desde entonces comenzaron a hablar con más frecuencia. Con el tiempo, sus encuentros en la biblioteca se hicieron más recurrentes, y descubrieron que compartían muchos gustos, lo que los llevó a una extraña amistad. Regulus, por ejemplo, sorprendió a Remus al confesarle que disfrutaba leyendo autores muggles, algo que no encajaba con la imagen que tenía de él.

Fue, en gran parte, gracias a Remus que los dos hermanos Black volvieron a hablar, aunque Sirius no tenía ni idea de que Remus estaba involucrado. De hecho, ninguno de los Merodeadores sabía sobre la amistad que había surgido entre Remus y Regulus, aunque no porque quisieran esconderlo. Simplemente no había surgido la ocasión de mencionarlo. Inclyso las chicas—Lily, Mary, Marlene y hasta Dorcas—, solían unirse a ellos en sus sesiones de estudio en la biblioteca.

Regulus echó un vistazo por encima del hombro de Remus, notando cómo Evan y Barty le hacían gestos, incitándolo a que cumpliera lo que les había prometido. Desde que se enteraron, por boca de Dorcas, de que Regulus pasaba tiempo con Remus, ambos chicos no habían dejado de presionarlo para que los presentara. Al parecer, tanto Evan como Barty tenían una atracción más que evidente hacia el castaño, algo que Regulus, por alguna razón, nunca había notado hasta ese momento.

Con un suspiro, Regulus volvió a mirar a Remus, quien seguía con la vista fija en el cielo nocturno. Notó cómo un músculo de su mandíbula se tensaba, delineando aún más su perfil. Desde que sus amigos le confesaron su atracción por Remus, Regulus había empezado a observarlo de forma distinta. Nunca antes lo había visto de esa manera, pero ahora se encontraba notando detalles que antes le habían pasado desapercibidos: las pecas que resaltaban en su piel tostada, las cicatrices que le daban un aire misterioso y peligroso, los labios carnosos que ocultaban un piercing en la lengua—un detalle que nadie más conocía excepto las conquistas de Remus y, por supuesto, Regulus, que se había enterado por una de las cartas de Remus de aquel verano. También estaban esos ojos color ámbar con destellos verdosos que lo hacían parecer aún más enigmático. Remus no era el chico más guapo de Hogwarts, pero había algo en él que lo hacía atractivo de una forma singular. Tal vez por eso le llamaban el "Casanova de Gryffindor Tower". Y, según lo que Regulus había escuchado de boca del propio Remus, ese título no era solo una exageración..




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