A Veces alzamos la vista al cielo, en las penumbras de aquella abrasadora oscuridad, donde el dolor es lo único que está presente... se encuentra la luna.
La única que pareciera tener oídos, en ese momento, donde nadie quiere escucharte, mientras la soledad acecha tus pensamientos y consume tu interior, cuando el aire se vuelve cada vez más frío, ahí se encuentra ella, convirtiéndose en tu única amiga.
Se mantiene atenta, a cada movimiento, cada expresión, cada sonido que sale de tu boca.
Mas sin embargo, parece jamás responder…
Sacudimos la cabeza, quitando todo rastro de aquel pensamiento absurdo, donde la luna se vuelve nuestra psicóloga…
Pero...
Y si te dijera que en realidad si hay alguien que te escucha...
Un chico que puede oír hasta el sonido del recorrido que marcan tus lágrimas, cuando caen por tus mejillas... que puede ver el momento exacto en que rompen tu corazón.
Su nombre es Kuyén, hijo de la luna.
Al compadecerse por el alma de una chica que fue rota, este baja por primera vez de su hogar, para ser su consuelo.
Jamás imaginó que tanto él como ella terminarían entrometidos en la línea de fuego, enamorándose entre sí.
Pero la tierra resulta no ser como Kuyén espera.
--Entregue todo por ti… Mi alma, mi tiempo y mi vida… pero al final nada importa… Supongo que así son las cosas en este mundo… Destruyen hasta la poca luz que les es dada.