The Moonwitch

CAPÍTULO IV EL GUERRERO DEL SOL

Cuando niños Hope y yo siempre solíamos jugar con otros niños de la aldea, sus padres la incitaban a que se uniera al grupo de niñas que jugaban a ser princesas, a hacer coronas con ramas de los árboles adornándolas con hermosas flores de todos colores, las veía de lejos, planeaban como serían sus bodas con tan solo siete años de edad, si su futuro esposo tendría más fuerza que un buen rostro ya que según ellas no se podía escoger ambas cosas, hacían vestidos largos con las capas viejas de sus padres y eran felices excepto la pequeña pelirroja que en lugar de utilizar las ramas de los árboles para hacer coronas de princesas las utilizaba como espadas para proteger a toda la aldea, no hablaba de futuros esposos sino de futuras peleas que terminaría ganando por su fuerza y valentía, no deseaba ser rescatada por su príncipe como todas las demás, deseaba protegerse por sí misma sin depender de nadie. Ella era diferente, pero intentaban cambiarla, me convertí en su mejor amigo no solo por su fuerza o porque antes sintiera algo por ella que esperaba en un futuro se convirtiese en algo real sino porque deseaba que ella tuviese a alguien que la aceptase por lo que era y no por lo que debería ser. Así que todas las noches nos adentrábamos en el bosque para practicar, amaba verla reír cada vez que me vencía. Siempre se esforzó por enseñarme cada movimiento que había aprendido después de horas de ver a su padre hacerlo. Repasábamos juntos los hechizos mientras peleábamos ya que ella no deseaba leerlos.

–Hay un lago cruzando esos árboles, cruzaremos por el puente y buscaremos un lugar para poder descansar. No hagan nada que un brujo del sol no haría- parece que el brujo del sol no confía en nosotros, aunque lo más frustrante de todo esto es tener que soportar como es que nos habla, veo a Hope, baja del caballo con la ayuda de Allard, parece cansada y molesta por el comentario del brujo. La bruja Isolde parece que quiere irse ya, pero Hope no deja de mirar hacia el lago.

-Suban a los caballos, debemos irnos- el brujo nos observa amenazante, nunca me agradó recibir órdenes de nadie, pero él supera las expectativas. Hope se niega de inmediato, Melisande parece estar cansada ya que no deja de moverse tras de mí, quizás sus piernas se han cansado. -Necesito lavarme- el brujo se niega, no creo que Hope vaya a hacerle el menor caso, si de brujos que no reciben órdenes hablamos ella obtiene el primer lugar, sin embargo creo que el brujo es igual que ella ya que la mirada de ambos es prácticamente la misma.

-No tenemos tiempo para eso, debemos buscar un lugar para...-.

-No estoy pidiendo que se queden. Vayan, los alcanzaré pronto- miro hacia tras ya que Melisande ha dejado caer la cabeza sobre mi espalda, creo que se está durmiendo ahora mismo.

-No puedes quedarte sola. Puede ser peligroso-.

-No necesito a nadie que me cuide, soy capaz de cuidar de mí misma. Y no tema príncipe, que no haré algo que un brujo del sol no haría- se acerca a la orilla para comprobar la temperatura del agua y por su expresión creo que es perfecta. Noto su mirada en mí y no puedo evitar sonreír, es una de las cosas que me gustan de ella, no deja que nadie cambie su opinión sobre lo que quiere hacer, pero el brujo del sol parece dispuesto a hacerla que vuelva con nosotros.

-He dicho que nos vamos- su voz se ha vuelto más severa así que no puedo evitar molestarme más, ha repasado los límites, no somos brujos del sol dispuestos a acatar las órdenes de un supuesto príncipe que ni siquiera es de nuestro linaje.

-¿Cuál es tu problema? Te he soportado lo suficiente, pero has acabado con mi paciencia, déjala en paz, Hope sabe cuidarse por sí sola y si no dejas de decir sobre no hacer lo que ustedes no harían te enseñaré lo que puedo hacer yo- creo he logrado que la deje en paz ya que se ha dado la vuelta, sonrío al ver su expresión y hago que el caballo avance para poder dejarla. Seguimos al brujo con mal humor en una línea por el puente, y al entrar a la aldea no puedo evitar observar todo a mi alrededor, lo que más me agrada del lugar es la enorme cantidad de luz que hay por los rayos del sol y como está da aún más vida a todo en el lugar. El sol sería un problema mayor para nosotros si tuviésemos magia, la única con poderes es Hope en cuanto a los brujos de la luna que vamos en esta misión, pero parece que a ella no le han afectado en lo absoluto, quizás es por el hecho de que su madre fue una bruja del sol.

Ackerley y Bronson hacen que su caballo se detenga al a una gran multitud de hombres y brujos en alrededor de lo que parece una pelea. –Bienvenidos al corazón de Aldous- añade Bronson con una amplia sonrisa. –Vamos, supongo que tenemos tiempo, quizás alguno de ustedes se atreva a retar al más fuerte en la arena- lo seguimos a pie por lo que tenemos que atar los caballos en un lugar seguro. Todos nos acercamos, Melisande parece no disfrutar del ruido del lugar, para mí debo admitir que es interesante. Todos miran hacia nosotros y abren paso, miro hacia atrás y creo que lo hacen por el supuesto príncipe, hace hacen una reverencia de respeto, otros solo deciden mirarlo como si lo odiasen a muerte. Nos acercamos a la orilla, se trata de dos brujos del sol que parecen bastante fuertes, aunque uno le sobrepasa por mucho la altura, los gritos alrededor son ensordecedores, aunque el ver la pelea lo vale. El brujo más bajo termina por darle un fuerte golpe en la mandíbula haciéndolo caer con rudeza, todos gritan, algunos incluso le lanzan piezas de plata. –Deberías subir, Ackerley- por un momento creo que aceptará, sin embargo, el brujo ganador le clava la espada en el pecho y después de un terrible grito muere. Admito que no creí que llegarían a eso, pero son batallas y no me sorprende en lo absoluto. -¿Y bien, Ackerley?-.




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