Se acerca la noche, lo sé no solo por el hecho de que el cielo ha comenzado a oscurecerse sino porque algo en al aire cambia, siempre es lo mismo, es más fresco y pareciera ser más ligero, tranquilo y confortable. He recuperado la página y aun debo cumplir una promesa, volver a Castile. Miro el vestido blanco que hay sobre la cama, a su lado una corona de diamantes genuinos brillando. Miro la puerta, la ventana, todas las posibles rutas de escape que pueda tomar en cualquier instante. Algo oprime mi pecho e insiste en permanecer ahí, no puedo respirar, mi mente no deja de recordar todas aquellas palabras "Me enamore de una bruja de la luna" "Te amo bruja de la luna, y no voy a permitir que mueras" pero aquellas palabras que se quedaron firmemente en mi corazón fueron "Prometo que siempre te atraparé". No sé en qué momento Thomas ha entrado a la habitación, pero se mantiene en silencio observándome como un cazador a su presa. -¿En dónde has estado?- se acerca con esa expresión de lástima que odio tanto porque me hace sentir vulnerable, como si estuviese mal. -¿Qué?- una sombra se asoma por la puerta, alguien nos escucha.
-¿Estás bien? Escuché lo del príncipe Damon-.
-¿Por qué no lo estaría? Fui yo quien lo hizo. Además, lo merecía, ordenó acabar con la vida de miles de los nuestros- parece que le duele un poco el que hable de esa manera, puede que se haya creado un vínculo entre ambos que jamás podré entender, ni siquiera ellos. -Thomas, ¿eres feliz en Karp?- sonríe y algo golpea con rudeza mi corazón, como si supiera la respuesta.
-Es un lugar tranquilo, me recuerda tanto a Harld porque todos son tan... unidos, se protegen los unos a los otros, me recuerdan mi hogar, nuestro hogar- un hogar que ya no existe, ese es su punto, lo sé. Quiere permanecer en un lugar seguro que le brinde lo que tanto extraña y no le culpo. Deja de sonreír cuando me ve. -Tú no eres feliz aquí ¿Cierto?- evado su mirada un momento.
-Lo soy- la sombra se aleja. –Pero no lo suficiente, Thomas, no voy a casarme con Nathaniel porque no siento nada por él más que agradecimiento. Debes quedarte aquí con Melisande, ambos desean lo mismo y estoy tan feliz por ello, aunque no puedo negarte que odio tener que alejarme de mi mejor amigo. Te amo Thomas, y siempre lo haré, aunque estemos en lugares diferentes alejados el uno del otro siempre pensaré en ti...-.
-No me quedaré si tú no lo haces- explica con la mirada fija en la mía, sostiene mis brazos como si estuviese seguro de ello, aunque la realidad es otra.
-Ya basta de eso, tienes a Melisande ahora, incluso si vas conmigo no significa que siempre estaremos juntos. El hecho de ir conmigo significa que ella también y sabes perfectamente a donde iré, lo que significa que puedes perderla, o ambas a ti. No estás encadenado a mí, eres libre, yo soy quien tiene que cumplir con la misión, sé feliz Thomas, hazlo por ambos, hazlo por ella-.
-¿Qué hay de ti? -.
-Sabes que nunca fui normal Thomas, no soy el tipo de bruja que espera a su caballero de armadura brillante, que sueña con una boda ni mucho menos permanecer en una casa encerrada esperando a que anochezca para poder salir, no quiero eso para mí. Te prometo que volveremos a vernos porque he decidido que no voy a morir, cuando haya cumplido con la misión vendré a Karp a anunciarte nuestro triunfo-.
-No permitiré que vayas sola-.
Ackerley entra lanzando su espada al suelo a la mitad de su recorrido hacia la ventana.
-No puedo soportar ni un momento más, debo volver a Harld, a donde sea, incluso podría volver a Castile- Thomas me observa y yo a él.
No esperamos ni un solo momento más, Thomas consigue dos caballos, Ackerley armas y yo dos capas que nos cubran perfectamente; no escapamos sin antes poder escribir una carta a Nathaniel que pueda hacer justicia a lo agradecida que estoy con él:
"Espero que no me odies demasiado por haber huido, no me mal entiendas, te lo ruego, ha sido fantástico el haber conocido a tantos brujos buenos y aún más el conocerte, estoy segura de que pronto encontrarás a una reina que te merezca, que te ame con todo el corazón. Esta vez mi corazón se inclinó más hacia lo desconocido, me espera tanto fuera de Harld, de Karp, incluso de Castile, deseo conocer el mundo entero y es por ello que en mi corazón no hay espacio para un solo lugar. Siento no haber sido capaz de amarte porque sé la clase de brujo que eres, mereces amor verdadero y no solo una compañera de batalla. Te agradezco con el corazón por todo lo bueno que hiciste por mis amigos y por mí, ha sido un honor el conocer al príncipe de los brujos de la luna ya que mereces firmemente tal título, un príncipe con cada una de sus letras, con todo su valor, que está dispuesto a todo por su linaje y su linaje por él.
Honestamente, Hope de Harld"
Ackerley me espera, ha comenzado a nevar y la noche está por anunciarse, todo mi cuerpo tiembla, no quiero despedirme, no de él. -Esto es tan difícil y ahora no sé qué decir-.
-También te amo, Hope- sus brazos me rodean con fuerza. -Cuídala bien, Ackerley- ordena a su hermano mayor. -Deben irse, antes de que vea la carta y decida buscarte- asiento con la cabeza, beso su mejilla y me ayuda a subir al caballo ya que es bastante grande. Toma mi mano por un momento con fuerza y entonces las veo, pequeñas lágrimas escapando de sus ojos. -Vete antes de que no te permita ir sin mí-.
Sigo a Ackerley por un camino que rodea Karp el cual no es vigilado por ningún brujo, según él ya había investigado como Salir de aquí sin ser descubierto ya que creyó jamás le permitiríamos irse. Mi corazón no deja de latir tan fuerte al alejarme de mi mejor amigo, de una parte fundamental de mí. Miro hacia atrás y las huellas de los caballos desaparecen por la nieve que no deja de caer rápido lo que me hace pensar en si realmente podremos llegar a Castile, Ackerley cree que estoy loca después de lo que hice con Damon, pero... tengo que llegar. Si seguimos a este paso llegaremos mucho antes del amanecer, y nuestra ventaja por ahora es el hecho de que el color de nuestros ojos permanece como el de los brujos del sol y me conocen en ese lugar como la prometida del príncipe de Brayton, o al menos así era hasta que mentí a la guardia real y liberé a los brujos de mi linaje.