The Moonwitch

CAPÍTULO XIII MERCENARIOS

Ahí está de nuevo, un pequeño brujo solitario en un enorme castillo, ignorando el hecho de que cuando los demás decían el nombre de la reina estos eran reprendidos, se les ordenaba silencio, aun así, era bastante extraño escuchar que alguien hablase sobre ella. Cada noche no podía evitar imaginar que ella venía a mi habitación antes de dormir, se recostaría a mi lado para acariciar mi cabello cuando el suyo caía como una manta dorada a los costados, me contaría una historia impresionante en que un pequeño príncipe se convertía en un gran rey, pero la puerta continuaba cerrada cada noche, nunca se abrió, mi madre no estaba. Siempre imaginé que su voz fue la más hermosa y melodiosa, dulce y fuerte a la vez.

Solo me observa cuando le hablo a la cara, no dice nada, así que salgo de la habitación antes de que pueda decirle más cosas de las que tal vez más tarde me arrepentiré. Escuché sus palabras, mi mente se negó de inmediato a créelo, ella murió en el parto, todos lo dijeron, lo aseguraron con tal firmeza que lo creí por tanto tiempo, me culpé por ello cuando él fue quien acabó con su vida al enamorarse de alguien más, no la culpo, no puedo odiarla por ello, puedo imaginar lo que debió ser para ella vivir al lado de un rey como mi padre. Ahora entiendo porque no me permito permanecer más de un día cuando voy a Brayton, esa incómoda sensación que me invade, no me siento en mi hogar cuando se supone debería. Entro a la taberna, los brujos del lugar no se detienen a observarme porque la capucha de la capa cubre mi rostro, si hubiese venido aquí sin ella todos me observarían con odio, incómodos, con el deseo aumentando por sacarme de aquí, no sé qué clase de príncipe he sido que me he ganado el odio de todos, para Hope es distinto, todo el mundo la ama, y quién no podría hacerlo, sabe lo quiere, hace lo que quiere y no le importa lo que los demás crean de ella, sí, sería un reina excelente y no necesitaría de un rey para lograrlo. La humana me sirve un tarro de cerveza, observo el tarro un momento, ¿Cómo es que esto puede gustarle a ella? La bebo de inmediato, una amarga y fresca sensación cubre mi garganta, sabe horrible y apesta.

-¡Oye Fergal! No te quedes ahí solo, ven con nosotros- del otro lado los brujos de Allard están sentados bebiendo cerveza como si no tuviesen algo mejor que hacer.

-Estoy bien así-.

-Oh vamos, ven y cuéntanos una historia- Crevan insiste con una enorme sonrisa, como si me conociese desde hace tanto. Decido ir a donde ellos antes de que envíen a alguien por mí, todos ríen, algunos dan un golpe en mi espalda como saludo, supongo. - ¿En dónde has dejado a Hope? - ríe y bebe de su cerveza. -Donde quiera que esa brujita esté debe haber grandes aventuras, lo veo en su mirada, la curiosidad es su sombra ¿No lo crees? -.

-Los secretos también son lo suyo- baja el tarro antes de beber de nuevo y me observa con seriedad.

-Oh vaya, eso me suena a resentimiento. Eso no es bueno Fergal. A veces los secretos son buenos, porque con ellos podemos proteger a los nuestros, solo mírame, le he dicho a mi mujer que he venido para escuchar un discurso del rey acerca de la muerte de su hijo, cuando en realidad nos preparamos para la guerra, ella no necesitaba saber que quizás sería la última vez que nos veríamos porque no me habría permitido partir-.

-¿No habría sido mejor hablar con la verdad? Ella te odiará cuando sepa que has muerto y no pudo despedirse porque no le diste la oportunidad-.

-Nuestra despedida fue suficiente, un beso simple y una mirada, algo tan vano que me hará mantenerme con vida para poder volver y obtener más. De otro modo estaría invocando mi propia muerte al despedirme de ella como si no fuese a volver- tiene un punto, y aunque me parece estúpido para él tiene un significado, todo funciona diferente para todos. -Conoces a Hope bastante bien ¿No es cierto? Supongo que eres de esos amigos suyos que le acompañaban en Allard junto con el príncipe. Dime, ¿Crees que ella podría ser una buena esposa? - apoya los brazos en la mesa de madera esperando una respuesta. Espera con tanta atención que comienzo a dudar en brindarle una respuesta.

-¿Por qué lo preguntas?-.

-Verás, desde que la vi bailando con Declan en la taberna en Allard no pude evitar pensar en que ambos podrían formar una buena pareja, de inmediato imaginé como es que serían sus hijos, solo imagina ese hermoso y ondulado cabello de la brujita y la fuerza de Declan- han traído un nuevo tarro de cerveza frente a mí así que lo bebo de inmediato al escuchar semejante estupidez. Si como no, perfectos serían sus hijos, por supuesto que ella jamás se atrevería a aceptarlo. Creí que él sería sensato, pero es bastante estólido. -Deberías quitarte eso de la cabeza-.

-Estoy bien así-.

-Bien. Solo decía- todos beben como si les estuviesen obligando a hacerlo, como si fuese una competencia y el ganador fuese a conseguir un cofre de oro o algo mejor. -Adelante brujo, bebe lo que quieras que yo pagaré- todos alzan sus cervezas al escuchar sus palabras, ríen y cuentan historias tan ridículas sobre criaturas oscuras del bosque que para nada son descritas como lo son en realidad.

-¡De pronto un córathor apareció! Era tan enorme como un roble viejo, sus patas atravesaron la tierra y ésta crujía bajo mis pies con cada paso que la criatura daba. Me escondí tras un árbol porque su veneno es mortal, pero fue inútil porque con uno de sus ocho ojos logró observarme- no puedo evitar reír, lo cual no ha sido buena idea ya que ahora todos me observan. El brujo es joven, como Allad, quizás. -¿Qué? ¿Tienes un maldito problema? ¿Acaso has peleado con un córathor? Apuesto a que no porque eres un cobarde ¿No es cierto? Ahora cierra la boca y deja que termine de contar mi historia- me habría abstenido de partirle la cara de no ser porque lanzó su cerveza sobre mí como si no le importase su vida. Me levanto lanzando de lado la mesa que nos separa, se levanta y saca su espada, su mano parece temblar por un momento.




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