El pasado es curioso y esencial ante sus ascendentes: El presente y el futuro. Es el lienzo de una historia que será escrita por el presente, ignorando los murmullos de su hermano, el futuro.
Trazos delgados en un papel viejo, la tinta fresca de un pincel cubierto por estrellas; el pasado de un alma que estuvo antes de ser escrita esta historia, antes del comienzo, antes del final, antes de que siquiera existiera algo aquí.
El Futuro susurró sobre el mar, la tierra y las estrellas. Lejos de nuestro planeta, recibió su llamado Aquarion, una masa terrestre cubierta en un 90% de agua donde sus criaturas vivían sumergidas en una vieja utopía. El poco terreno seco gozaba de furtiva naturaleza, habitado por una especie en busca de evolución, un respiro o una nueva oportunidad. «Aquarion segundo» era el nombre de esa tierra sobre el mar, en honor a sus orígenes y a la intención de nunca negar lo que fueron: Aquarianos.
El Pasado fue, es y será siempre poético; narrando cómo la orilla que separaba el extenso océano de la escasa tierra disputaba la lucha final entre la salvación de su planeta o la inevitable destrucción.
Prólogo: Percyball, el gladiador.
Quinientos y un guerreros amenazaban al último hombre en pie.
Los azotes de las lanzas contra la poca agua de la orilla resonaban con el eco de ritos antiguos. La arena, extrañamente sólida a pesar de la humedad, temblaba con cada impacto.
Los soldados en fila eran comandados por un único hombre: Magno, el salvador, la imagen de la libertad y el bienestar. Pero aquel símbolo de las nuevas oportunidades no estaba bien. La larga batalla le había generado heridas graves, aunque él se negaba a rendirse.
Su contrario, Percyball, yacía con una rodilla inclinada sobre la arena, jadeando pesadamente. Su amuleto en forma de concha marina brillaba con luz débil. Sus propias heridas no igualaban la gravedad de las de su enemigo; sin embargo, el cansancio lo superaba.
—Es tu última oportunidad, Percyball —habló el salvador, sosteniendo firmemente su espada—. Tus aliados te han abandonado. Solo quedas tú contra mi ejército, sé sensato.
—No volveré a repetirlo, ríndete o perecerás donde no es tu hogar —amenazó Magno, inclinando ambas rodillas.
—Aquarion Segundo es mi hogar —aclaró Percyball, antes de lanzarse sobre su enemigo.
Magno se impulsó de la misma forma. Sus cuerpos chocaron, sosteniéndose en una batalla de fuerza bruta. El simple acercamiento generó una onda de choque que perturbó el área, y cada forcejeo ocasionaba temblores pequeños que agrietaban el suelo.
—¡Esto es por un futuro mejor! ¡Nuestra especie me necesita! —gritó Magno, intentando empujar a su enemigo.
—¡Nuestra especie necesita paz! —aclaró Percyball en voz alta, empujando con toda su fuerza.
El empuje fue tan agresivo que el gladiador logró librarse, jadeando pesadamente al entender cuál sería el desenlace.
—¡Y tú eres la razón por la que no la consiguen! —gritó Percyball, saltando con su espada para acabar con él.
Su enemigo se desvaneció, esquivando el ataque aéreo con efectividad.
Percyball chocó contra el suelo, ocasionando un cráter colosal que desestabilizó toda la arena. Las gigantescas grietas a su alrededor lo dejaron dudoso.
No obstante, las grietas no eran solamente producto del gladiador. Magno ascendió por su espalda para atacarlo en búsqueda de una solución rápida. Percyball se percató y logró girar, protegiéndose con su espada.
Chispas sobresalieron del choque de ambas hojas de metal, utilizando solo fuerza bruta en una batalla por desarmarse. Los temblores aumentaron su frecuencia, preocupando a los civiles que sentían la batalla a varios kilómetros de distancia.
Ante la inútil competencia de fuerza, Percyball decidió golpear el brazo de Magno, debilitando su agarre. Con la rapidez de un rayo, le cortó la extremidad.
El brazo del salvador cayó, sin embargo, Magno se impulsó con el otro brazo, desenvainando su segunda espada para reanudar el combate.
Chispas sobresalieron otra vez entre el choque de ambos aceros, iniciando una digna batalla final coordinada. Percyball se impulsó hacia atrás, posicionando su brazo armado y adelantando su pie izquierdo para defenderse.
—Nunca creí que atacarías por la espalda. Es una decepción.
El salvador dio un salto hacia adelante, usando su espada para atacar los puntos vitales de su enemigo: el cuello, la cabeza, el pecho, los brazos y el estómago. Magno se movía a una velocidad impresionante entre estocadas y giros, deseando acabar con el único impedimento para curar a su gente.
La expresión fría del gladiador mostraba lo calculador y cuidadoso que era. Su resistencia prevalecía, desviando, esquivando y contraatacando los golpes como un campeón. A pesar de las cortaduras leves y el cansancio que le ocasionaba una visión borrosa por segundos, él seguía en pie por quienes amaba, por quienes había compartido tiempo. Eso sería suficiente para no morir en esa tierra.
Los espadazos venían sin previo aviso. Percyball esperó el momento exacto para atacar, y para su suerte, ese momento llegó. La espada de su enemigo iba directo a su yugular. Eso fue suficiente para que diera un giro de 180 grados desviando el espadazo, aprovechando para cortar el segundo brazo de Magno
—Ya no puedes regenerarte. Esto se acabó —habló Percyball, extendiendo su arma hacia el cuello del salvador.
—Debiste mirar hacia abajo, gladiador.
El salvador recitó rápidamente un hechizo, y su enemigo, con sorpresa, se impulsó hacia adelante para acabar con él de una vez por todas.
Antes de que la espada de Percyball chocara contra su cuello, las grietas debajo de ellos se abrieron, tragándose fríamente al gladiador a la llamada de su amo.
—Ruphay: Inti —acabó de susurrar Magno, saltando con toda su fuerza a una zona segura.
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Editado: 14.08.2025