07 de Junio de 2021
Hola.
Posiblemente esta sea la última carta que te escribo. No porque me haya aburrido, sino porque te tengo que dejar ir. Han pasado exactamente tres años desde que te fuiste. Tres putos años desde que te perdí. Tres malditos años que llevo viviendo sin ti y duele como si hubiera sido ayer cuando te dije aquellas horribles cosas. Desde que hice que te fueras de aquella fiesta, ocasionando que murieras.
Todo lo que dicen del arrepentimiento es verdad, y desgraciadamente yo utilice la palabra “arrepentir” demasiado pronto. Cuando no debí de haberla ocupado.
Te he escrito casi diario durante tres años, sabiendo que jamás responderás. Que ni siquiera las leerás. Me ha costado un montón de trabajo aceptar que ya no estarás, que ni siquiera volverás. Cada día lo he pasado llorando y gritando del dolor tan enorme que siento en mi pecho.
He decido dejarte ser libre. Sé que manteniéndote conmigo no descansarás. Y creo que por fin necesitas descansar. De mí. De todos.
Te extraño cada maldito día. Llevo repitiéndome, y eso es lo que me hace feliz, sé que un día te volveré a ver y nos reencontraremos siendo felices de nuevo. Siendo lo que no fuimos en vida. Pero por el momento, creo que tengo que aceptar que tú ya no estás más conmigo. Que estas en un lugar mejor. Sé que algún día, tu recuerdo dejará de doler y te recordaré con una gran sonrisa en mi cara. Porque te conozco, y sé que es lo que tu querrías que yo hiciera, así que lo haré.
Lo haré por ti y por mí.
Sé que me di cuenta demasiado tarde, pero puedo asegurar que tú eres y serás por siempre el amor de mi vida. Y que te amo, y te amaré por el resto de mis días. Pero por el momento, en lo que nos volvemos a encontrar, tengo que seguir con mi vida. Dejándote ir.