-Apúrate Emma, llegáremos tarde con Rosie.-Josh me jalaba de la mano mientras corríamos, estaba cansada y decepcionada de mi misma, había sacado una B. Corríamos hasta que me tropecé con una piedra y caí, raspándome mi rodilla. Me dolía mucho así que lloraba desconsoladamente, en ese entonces tenía 8 años, estaba en el inicio de mi vida académica. Josh se agachó y me levantó, mis lágrimas no me dejaban ver su cara, yo hacía pucheros, trataba de no llorar más.
-Emma no llores, solo te raspaste.-Él me quitó las lágrimas de mis mejillas y puso un mechón rebelde detrás de mis orejas. Josh me abrazó y yo simplemente le correspondí esa acción, llore por mi rodilla y por mi nota, no estaba acostumbrada a sacar esas notas. Las acciones de Josh en ese tiempo eran las de un niño normal el cual ayudaba a su mejor amiga. – Vas a estar bien, iremos a que Rosie te limpie la herida.-Asentí y sorbí mis mocos, caminamos agarrados de la mano en todo el trayecto, trataba de no caminar mucho ya que mi rodilla dolía.
Al cruzar la calle, tan solo a una cuadra de la casa de Rosie, se podía escuchar esa canción que ella siempre colocaba las tardes, me la sabía de memoria, pero no la entendía.
Nos acercábamos a la casa de Rosie, yo solo pensaba en mi nota y en lo que dirían mis padres. Seguramente me castigarían. Al llegar a la casa ella vio mi rostro, se levantó con rapidez de su silla.-Qué te paso, mi niña?.-Corrí hacia ella y abrace sus piernas, lloré todo lo que pude, luego Rosie me separo de ella.-Qué tienes?. Me estas asustando.- Limpie mis mejillas, tome aire. Mis ojos dejaban caer lágrimas fugitivas.
-Me caí, y saque B en mi examen, mis padres estarán muy decepcionados y me castigarán.-Recuerdo como en esos tiempos lo único que nos agobiaba era el hecho de que nos castigaran por una mala nota.
-Ay mi chiquita, te limpiaré esa herida y te daré un poco de tarta de chocolate.-Tomo mi pequeña manito y me llevo adentro a curarme.