The Original Crown

⁴ No venía por ti

STEVEN

Era una tarde con obscura y nublada como si amenazara con llover pero no lo hacia. Días habían pasado ya desde que el chico sufrió un ataque irreal, una semana desde que pasó lo del ataque a la comisaría. Nada había cambiado, Steven seguía siendo perseguido y aún sin saber por qué. Lo único que él había hecho era haber salido del orfanato a buscar a alguien y en pocas horas ya tenía sobrenaturales sobre el. Este día no era la excepción.

Le pisaban los talones, un grupo de sangre bestias lo perseguía con todas sus energías y esfuerzos, eran rápidos y de buen olfato. ¿El adolescente? Comenzaba a agotarse, llevaba media hora corriendo entre callejones, calles, edificios y escondrijos pero aún así no perdían su rastro. En un acto instintivo este cruza las puertas de un edificio, grandes eran estás, y las cierra con tal fuerza que el sonido efectuó en un eco. Steven dio media vuelta notando que se encontraba en una iglesia. Era grande pero las personas ausentaba en el lugar. El chico busca donde esconderse mientras avanzaba torpe y apresuradamente, debajo de las bancas no era seguro, mucho menos detrás de una columna, pero tampoco detrás de una que otra estatua, solo quedaba el confesionario; un cubículo de 3 partes, la del medio era usada por un miembro de la iglesia mientras que en cualquiera de las otras dos podía acceder el que quería confesarse.

-¡Steven! ¡No huyas! -grito una voz picara sin pavor alguno, como un depredador.

Fue en el mismo instante en que Steven se oculto en uno de los dos puestos libres del confesionario corriendo la cortina en el que el grupo de perseguidores entro atronadoramente por las puertas principales del lugar provocando un estruendo.

-Steveeen... ¿Dónde estas? -pregunto alargando la "e" de en su pregunta.

Aquel que había pronunciado el nombre del chico ya repetidas veces tenia un aspecto normal con ropa normal, no era ni feo ni atractivo, ni mal ni bien vestido, lo único que resaltaban era su voz.

Steven pegaba la pared con temor; su frente desprendía una capa de sudor; sus extremidades temblaban y su respiración aunque casi desapercibida era también temblorosa. Quería... No, necesitaba salir del aprieto en el que se encontraba o de seguro no sabría que le harían esos sujetos a quienes ni conocía. Solo basto con unas palabras provenientes de su lado con tono cantarín para que se exaltase chocando accidentalmente con una de las paredes del cubículo.

-Pareces estar en problemas.

El chico procedió a intentarlo callar con débiles "Shh" pero eso no hizo sino atraer del todo la atención del grupillo que registraba la iglesia en busca de el. Los pasos se oyeron, eran ellos, sonaban tanto al compas como en mezcladilla, tal sonido causaba escalofríos.

-¿Necesitas mi ayuda? -volvió a hablar el miembro de la iglesia que atendía en esos desafortunados momentos el confesionario-, solo necesitas pedirla y te será dada.

-¡Ya te atrapamos! Sal de ahí, Steven -hablo el hombre fuera del compartimento.

"No, no, no" maldecía en su mente el adolescente. Tanto la voz compasiva del cura como del que le daba persecución le agobiaban, eran como una tormenta que azotaba tanto contra su conciencia como con su vida. Una mano se infiltro por las cortinas agarrando de la camisa a Steven y sacándolo del escondite tirándolo al suelo.

-Por dios, AL FIN -grito eufórico y aliviado el buscador-, ¿Tienes idea de cuanto te llevábamos buscando?

El adolescente, en el suelo, se arrastra retrocediendo pero un par de brazos lo toman de las axilas levantándolo para acto seguido aprisionarlo entre las mismas extremidades.

-Antes de entregarte me divertiré contigo, niño -aviso acercándose al mencionado mientras se preparaba para asestar un puñetazo.

-No es correcto golpear a alguien indefenso, mucho menos menor de edad -cuestiono el cura que recién había acabado de salir del confesionario.

-¿Que?

-Dije: "No es correcto golpear a alguien indefenso, mucho menos menor de edad" -recito su propias palabras-. Los de tu tipo son todos iguales, atacan al débil, abusan del desprotegido, atormentan a los pequeños... Y lo peor de todo es que no pueden hacerlo solos, siempre necesitando de mas como ellos.

El seguidor de Dios tenia un aspecto de pesadilla, tanto que los sujetos retrocedieron uno o dos pasos pavorizados ante su presencia. Tenia cabello gris peinado hacia atrás en un estilo moderno; mandíbula afilada y barba rasurada hace 4 días; ojo verde, pero no era eso lo que aterraba, era su cicatriz al rojo vivo que trazaba desde la ceja de su ojo izquierdo hasta la parte superior de la mejilla de esta misma; una marca de nariz rota en el puente de su nariz, una en el labio inferior y una equis en su mejilla derecha; pero la cereza del pastel era la marca de quemadura de una cruz en el centro de su frente. El, era la prueba viviente de que alguien podía ser tanto bien parecido como horrendo.

-Déjenme decírselos amablemente... y con clase, algo que ustedes nunca tendrán: dejen al joven en paz y sigan con sus vidas, ¿si?

-No lo creo, anciano. Chicos, vayan a por el, habrá diversión doble.

Y las luces se fueron, literalmente cada fuente de luz en el vasto salón murió dejando sumidos en la oscuridad a sus habitantes. Se oyó un silbido en un lado, luego en otro, después encima de ellos. Uno del grupo salió alejado de ellos en un parpadeo soltando un grito apagado que muy pronto se vio acallado con un chapoteo de alguna especie de liquido espeso.

-Al carajo, no voy a dejar que un abuelo nos atemorice. ¡Vamos!

El líder del sequito dejo atrás su forma humana poseyendo ahora la de un Bibere, una variante mas salvaje y animalesca que la de un vampiro, prácticamente un murciélago con 4 extremidades alargadas y de tamaño humano. Los otros resultaron ser Come-Pieles, era lo mas próximo que había a un zombie en el mundo sobrenatural solo que con conciencia y exceptuando la excesiva e incasable hambre.



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En el texto hay: monstruos, suspenso, sobrenarutal

Editado: 13.09.2022

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