The Original Crown

7. Siverns

MARCUS

Desde que había caído en el inconmensurable y vasto vacío de la inconciencia había tenido sueños lucidos y vividos, cada uno sumamente mas diferente al anterior, fantásticos y de pesadilla, como si se trataran de vidas reales, tal vez fueran eso, tal vez no, solo el tiempo lo diría. Pronto despertó en otro lugar que no era la enorme iglesia en la que se había refugiado de sus perseguidores. Lo reconocía, los candelabros, las paredes de madera pulida y aceitada, los muebles acolchonados y de notable valor exorbitante, la chimenea exageradamente tallada con dibujos medievales y el tapiz clásico en todo el suelo de la habitación. 

Sentado en su cama, en su cuarto, después de despertar, apenas pudo asimilar lo que pasaba— carajo —maldijo en un susurro apenas audible para el. 

Después de todo se encontraba en el lugar del que había huido. Pero en si, no era el lugar la razón, sino el quien, su padre.

Levantándose del colchón con los pies abrigados por medias una sombra danzo tras de el en la pared y el piso, las llamas que ondeaban los troncos pequeños de madera crispando por el fuego eran la única señal de luz en toda la escena. No habían ventanas, no habían miraderos y tampoco terraza, era casi una prisión.

Dio un paso hacia adelante mareándose al siguiente instante, se mantiene de pie y lo mas quieto posible para dejar pasar el mal. En medio de ello recordó una investigación pequeña del por que se producían mareos al levantarse de manera abrupta. Rio internamente por ello. Pronto volvió a emprender su breve viaje a la puerta, vestido con una camisa clara y unas pantalonetas verde pantanoso. «Que horrible combinación —pensó con burla—. Aunque ese es el menor de mis problemas ahora.»

Al llegar a la manija de la puerta intento desbloquearla pero se encontró asegurada con llave. Estaba encerrado, tal y como lo había previsto. Se reprendió a si mismo por lo estúpido y lento que fue al huir de los sabuesos una vez había llegado a las calles de la ciudad. No tenia ayuda exterior, no tenia amigos ni un plan lo suficientemente concreto como para considerarse uno efectivo y bueno. Se tiro a suelo con la espalda contra la pared junto a la salida con las manos pegadas a su sien y los ojos mantenidos cerrados, sumido en su reprensión mental.

«El padre, de seguro fue el —dedujo entre sus recuerdos y su final consiente antes de volver a estar despierto ahora—, no quedaba nadie mas, los sujetos huyeron como la presa del depredador. Solo quedábamos el y yo. Tuvo que ser el, sino, ¿Quién mas?»

Pronto se vio sorprendido cuanto la puerta a su lado, la única salida en todo el lugar, o al menos la mas apta, se abrió de manera pacifica. Steven giro la mirada sin moverse de su lugar pero no encontró nada arriba, entonces descendió, encontrando a un Puka, quien lo miraba a la par de el, con los ojos normalmente abiertos mientras expresaban la sorpresa el uno al otro por medio de su contemplativa sorpresa. El sobrenatural, en su forma original, era una criatura pequeña, un mono de pelaje negro, cabeza de conejo, un pelaje alrededor de su cuello que acababa en en la parte trasera de sus orejas y ojos humanos con un iris amarillo eléctrico.

—Pensé que tardarías mas en despertar, honestamente —sincero el pequeño.

Y reconoció la voz del servidor de la iglesia, era exactamente la misma, pero no el mismo cuerpo. La trampa que había plantado como padre del lugar mientras el se dirigía a el con los abusos tras el, era perfecta. Sabia que su padre tenia docenas de no humanos siguiéndole el rastro para tráelo a casa después de su escape. «Debió ser mucha la paga después de ser tantos mis encontronazos con ellos.»

El contrario cerro la puerta y sin tener que hacer nada la puerta sello el seguro por si sola. El Puka dejo la bandeja con comida que traía entre manos en la mesita redonda que se encontraba en el centro de la habitación y finalmente se dispuso a irse sin decir palabra alguna. Steven lo detiene al llamarle.

—¿Esta mi padre aquí? —interrogo el chico mirándolo en espera de una respuesta, al menos una que no esperara siempre y cuando incluyera palabras.

—El amo vendrá a visitarlo ahora que esta despierto, mi señor —se limito a responder sin mirarlo, teniendo siempre puesta su mirada en el suelo.

Y así se fue, con la puerta abriéndose y cerrándose mágicamente.

La situación le recordaba a cuando un adolescente escapaba de casa por un berrinche y terminaba volviendo o siendo arrastrado recibiendo un castigo por un tiempo, o hasta que fuera mayor de edad si los padres eran severos. Sus pensamientos cambiaron de dirección a su padre. Aquel hombre de aspecto amable y mirada carismática con la que todo el mundo se contentaba no era mas que una capa para lo que era en realidad. No era agresivo ni abusivo, de eso podía estar seguro, pero si era ambicioso, manipulador y calculador. Steven había huido por los planes que había descubierto, había corrido lejos de lo que eran ellos, el y su predecesor, lo que eran realmente. 

No fue consiente del tiempo que llevaba pensando en sus problemas pasados y presentes, y posiblemente futuros, que la puerta volvió a abrirse, esta vez para dejar pasar a Andrew Langford, el hombre que le había dado vida y lo había criado hasta ahora. Sabia que tendría una larga, tediosa y tortuosa conversación con el en la que discutirían sobre lo descubierto por el menor.

 

 

ANDREW

Una charla, eso había sido lo que tuvo con su hijo hacia unas horas atrás. Unas semanas eran lo que habían pasado desde que descubrió sus planes y se dio a la fuga de su hogar. «Tanto miedo tuvo de ellos?» Eran planes después de todo, como los que todo el mundo dispuesto a soñar los poseía, solo que los suyos aspiraban a muchísimo mas. Ambos eran de sangre noble, no los sangre azul europeos arrogantes, los nobles sobrenaturales, y no lo eran en toda la palabra del titulo. Los Sivern eran, por decirlo en palabras mas simplificadas, los que estaban en la cima de todas las especies sobrenaturales por una sola cosa, su habilidad para influir tanto en sus mentes como en sus acciones. ¿El problema? La sangre se fue disipando, y con ella, su don. Cada vez fueron mas  y mas escasos hasta que solo había uno por cada 20 millones de sobrenaturales, habían 20 humanos por cada sobrenatural, por lo que de los 7.900 millones de seres inteligentes en el mundo solo habían 26 Siverns de sangre noble esparcidos por todos los continentes. Así de suertudo, según el, había sido el al tener como a su hijo como uno de ellos.



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En el texto hay: monstruos, suspenso, sobrenarutal

Editado: 13.09.2022

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