The other Gilbert

Capítulo 27

Note cómo el coche iba disminuyendo su velocidad, por lo que decidí que era momento de abrir los ojos. Después de todo la pequeña siesta que había tomado me había servido para poder despejar y descansar la mente. A pesar de eso estaba triste, Damon quería liberar a Katherine, por lo tanto yo no le gustaba. Sabía que alguien como él se fijase en mí sería casi imposible, pero tengo que admitir que me permiti tener una pequeña llama en mi interior que me decia que tenia que confiar, que le iba a gustar. Pero esa llama se apagó cuando me comento el porque de su viaje.

 

 Abrí del todo los ojos una vez el vehiculo se hubo parado. Estábamos aparcados en una calle, con muchas tiendas en cada lado de la carretera; por lo que supuse estábamos en la avenida principal. Damon se bajó del coche sin mediar palabra por lo que decidió imitar su acción y bajar yo tambien del coche. Al ver como bajaba, empezó a andar a un paso apresurado. Tuve que correr para poder alcanzarlo, una vez le alcancé, vi como nos empezábamos a alejar del centro de la ciudad y cada vez menos personas transitaban por las calles. Nos paramos en, ¿Un bar? ¿Qué hacíamos en un bar? Después de los 15 minutos en los que llevábamos andando y Damon ni se dignó a mirarme, volvió a verme y me dijo:

 

-No te fies de nada de lo que te diga cuando estemos dentro. ¿Vale?

 

-¿No decías que era tu amiga?

 

-Si, pero aun asi no te fies. Hazme caso.- Después de eso entramos dentro. Era un sitio oscuro, casi todo estaba hecho de madera, menos los taburetes, que estaban en la barra, los cuales eran de metal con un tapizado a cuadros en tonos oscuros. En la barra se encontraba una mujer de pelo azabache y ojos tan oscuros y profundos, que sentías que podía leer tu mente en cualquier momento. Ella se encontraba secando unos vasos cuando nos oyó entrar.

 

-Damon.- dijo seriamente. 

 

-Carla.- dijo este de igual manera. ¿Qué pasaba aquí? Ella pareció notar mi presencia y se acercó a paso apresurado hacia mi.

-¿Elisabeth? ¿Eres tu? Oh dios mío, te hacia muerta.- Mire a Damon pidiendo ayuda con la mirada pero él estaba bastante entretenido esperando mi reacción.

 

-Ehh… Yo lo siento, pero no me llamo Elisabeth.- Ella pareció decepcionada cuando lo dije.

 

-Eres una doble.- dijo mientras se alejaba y volvia a la barra.

 

-¿Usted sabe por que me parezco a ella?- dije. Tal vez ella sabría la razón del porque mi hermana y yo nos parecíamos a las hermanas Pierce del pasado de Damon y Stefan.

 

-Si.- dijo escuetamente. 

 

-Expliquemelo, por favor.- dije suplicante. Ella en cambio se dirigía hacia la barra para seguir secando los vasos. 

 

-No.

 

-¿Por qué no?

 

-¿Qué quieres Damon? Porque supongo que no has venido aquí solo para saludarme.

 

-Por favor, por quién me tomas?- dijo sarcásticamente. Pareció que a ella no le hizo mucha gracia su comentario ya que había parado abruptamente de hacer lo que estaba haciendo, a modo de advertencia.- Está bien. Vengo por Katherine. 

 

-Oh Katherine. Pensaba que después de lo que paso no querrías volver a verla jamás.

 

-Eso a ti no te importa- dijo con los puños cerrados, a tal punto en el que sus nudillos estaban empezando a tornarse blancos. 

-Ya veo…. Todavia la amas- lo que dijo no lo dijo a modo de pregunta, más bien lo afirmo. Mire a Damon a la espera de que lo negase, pero se mantuvo callado; haciendo que mi corazón termina de romperse. Había sido una estúpida al pensar que podría enamorarse de mi. Las personas como él no están con personas como yo. La bruja, Carla, y Damon estuvieron hablando un poco apartados de mi por lo que no pude oír nada de lo que estaban hablando. Parecia que habian acabado de hablar ya que Damon se acercó a mí y me dijo:

 

-Quédate aquí y no te vayas del bar. Volveré en un rato. - No me dejo decir nada cuando él ya se había ido con su supervelocidad a quien sabe donde. Bufe cansada. No entendía porque me habia traido con el si me iba a estar ignorando y dejando a cargo de otras personas ni que necesitara protección. Me diriji hacia la barra. Por lo menos, con un poco de suerte lograba convencer a la bruja de que resolviera mis dudas. 

 

-¿Por qué no quieres responder mis dudas?

 

-No es que no quiera, pero es peligroso que demasiada gente lo sepa.

 

-¿Peligroso? ¿Por y para quién?

 

-Si, es peligroso. Porque hay alguien que te está buscando. Estás en peligro. 

 




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