The Other Side

Prefacio: El Cantar de un Alcohólico

Las tabernas son lugares fantásticos, muchos las tildan de peligrosas, de innecesarias, incluso pueden llegar a decir que en ellas solo se reúne la lacra social.

Ninguno de ellos se equivocan, en estos lugares se reúnen delincuentes, asesinos y ladrones, pero también hay talentosos bardos, capaces de entonar cantares sobre los hechos más destacados —o desconocidos— de la historia de la humanidad.

En un pueblo ubicado en medio de la nada, donde no ocurre nada, donde ni siquiera sus habitantes se dan cuenta de lo vacías que son sus vidas, hay una de estas tabernas.

Es la mayor fuente de entretenimiento del lugar, o mejor dicho, la única. En esta se reúnen todas las noches los pueblerinos con el objetivo de deleitar al resto de vecinos con fábulas y cuentos.

La mayoría son simples leyendas urbanas que se transmiten de generación en generación, otras son improvisadas en el acto.

¿Por qué las improvisaban en el momento?

Sencillo.

Quien relatara el mejor cuento de todos tenía derecho a una consumición gratis. Tan simple como efectivo.

Sin embargo, hubo un tiempo donde nadie fue capaz de crear un relato lo suficientemente bueno como para erizar el vello de los presentes; la inspiración había abandonado aquella inhóspita localidad.

Una noche, apareció en forastero en la puerta de esta taberna, nadie sabe porqué, pero a su alrededor el ambiente se volvía inquietante.

Se dice que llegó envuelto en una gran capa que lo cubría completamente, solamente su cabeza se hallaba libre, bueno no, una capucha oscura a juego lo ocultaba.

Su rostro era invisible, de hecho, para muchos esta figura no tenía rostro.


Se acercó a pasos pesados hacia la barra tras la cual se hallaba el viejo barman. El lugar cayó en un absoluto silencio, ni siquiera las ratas se atrevieron a interrumpirlo con sus habituales chillidos.

—Una botella de extracto verilen —ordenó sin siquiera desviar la mirada de la encimera delante de él.

Su voz era áspera, sonaba como si cualquier cosa que dijera fuera una orden.

El anciano se apresuró a cumplir su orden. Tomó una botella ubicada justo tras él. El contenido de esta era de un color rosado bastante apagado, espeso y con pequeñas burbujas en la superficie donde el líquido no llegaba.

La puso sobre la barra y tomó un vaso donde servirla, sin embargo, una mano lo detuvo.

—Déjala, no hace falta el vaso.

—¿Está seguro señor? —preguntó el barman con cierta sorpresa —. La botella es bastante cara, y no es recomendable para una sola persona.

—He oído que invitan a una ronda al que cuente la mejor historia.
El anciano asintió levemente.

El extraño tomó la botella y se dirigió rumbo a un pequeño escenario que se hallaba en el centro de la taberna.

Tomó una silla y se sentó justo al centro de este, ninguno de los presentes dejó de seguirle el rastro ni un segundo; muchos simplemente se olvidaron de lo que estaban haciendo con anterioridad.

El desconocido destapó la botella y de una sentada ingirió la mitad de su contenido.

Pasó una de sus manos por su labio. Una ligera sonrisa se coló en su rostro.

—Por esta historia me invitarán a más de una.

 



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En el texto hay: magia, alta fantasia, artefactos magicos

Editado: 03.01.2024

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