The Other Side

La Huida

De vuelta al presente.

 

—Quince años, llevas esperándome quince años —contestó Kran mirando el suelo.

Faith apretó la mandíbula y le dirigió una dura mirada, intentó disimular el profundo odio que llevaba cargando todo ese tiempo. Contempló la habitación mientras pensaba en la manera más cruel de torturarlo, esta vez la venganza sería suya, y la disfrutaría como nunca.

—En efecto. No tienes idea de lo que he esperado para volver a verte —Su voz sonaba excitada. Pasó la lengua por su labio superior, saboreando el miedo de Kran.

—La última vez que nos vimos las cosas no terminaron demasiado bien.

—No, pero me quedó un recuerdo imborrable. —Faith se descubrió la espalda, dejando al aire una gran cicatriz que recorría toda su médula espinal, hasta perderse en su parte trasera.

—Si te sirve de consuelo, pensé que te mataría, no te merecías menos que eso —respondió asqueado.

Ambos se miraron fijamente por unos segundos, aun en la oscuridad se distinguía el odio mutuo que se profesaban. A pesar de la aparente tranquilidad eran conscientes de lo poco que esta duraría.

—Por lo que veo, no desististe en tu idea de convertirte en un idiota carnicero —comentó Kran observando los instrumentos de tortura que adornaban la habitación—, sigues siendo un maniático de mierda.

—Para ti soy eso...

—Para mí y para el resto de las personas con un mínimo de humanidad en el corazón —El desprecio se marcaba cada vez más en su voz, deseaba con todas sus fuerzas quitarse los grilletes y romperle la boca a puñetazos.

Faith soltó una carcajada que hizo eco en la habitación, se acercó y le susurró al oído:
—¿En serio sigues pensando que existe una pizca de humanidad en todos nosotros?

Kran dibujó una leve sonrisa, intentando mantener la calma en aquellos momentos, luego de unos segundos habló:
—Nunca dije eso, solo sé que gracias a ti he podido ver en qué clase de persona estuve a punto de convertirme. Sé que he mentido, herido y asesinado personas, pero a día de hoy sigo pensando que todo lo hice por una razón… aunque no sepa cuál.

—Escucha lo que te voy a decir. —Faith lo agarró por el cuello—. En esta vida eres de los cazadores o eres de las presas, tú eliges en que bando estás.

—Sigues sin entender que no se trata de matar o morir, esa es la excusa que usan aquellos que no saben hacer otra cosa más que arrebatar vidas inocentes.

Faith lo miró por unos segundos, luego se dirigió hacia un rincón oscuro y volvió cargando una pesada bolsa. La abrió, y con suavidad comenzó a sacar distintos objetos: un saco de dormir, comida, ropa, y para el final dejó una daga.

—¿Te suena de algo? —dijo mostrándosela

—¿Qué me impide quitártela ahora mismo de tus manos y clavarla en tu pecho?

—Muchas cosas, en primer lugar: no saldrás con vida, en segundo: tu compañero de celda lo pagará, en tercero: porque estás atado y en cuarto: porque tu “humanidad” se iría a la mierda…

Un ruido proveniente del exterior lo interrumpió, eran gritos de personas enloquecidas, aunque por la euforia con la que lo hacían parecían animales luchando.

—Supongo que al final construiste tu coliseo de lucha, ¿Verdad?

Faith sonrió con autocomplacencia: 
—Justo después de tu ataque de valentía estuve bastante grave, ninguno de mis hombres contaba conmigo; sin embargo, aquí estoy. En cuanto pude caminar nuevamente me encargué de que mis proyectos finalizaran de inmediato.

La habitación quedó sumida en un silencio bastante tenso, solo se oían los aislados gritos provenientes del coliseo de lucha. Faith jugueteó por unos segundos con la daga, como si esperara que esta expulsara fuego o algo así.

—¿Cómo es que la conservas todavía?

—Es un regalo de mi madre.

—¿Un regalo de tu madre? ¡Nunca la conociste, no me mientas!

—No grites, o la idea de hacerte comer la daga empezará a parecerme más atractiva.

—No estás en condiciones de amenazarme, soy quien tiene el control —dijo intentando mantener la seguridad.

—No es una amenaza, es una predicción… ¿Qué harás conmigo?

—Eso depende de ti y de lo que me aportes. ¡Ahora dime! ¿Para qué sirve la daga? Estoy seguro que si tu madre te la dejó fue por algo. —Faith parecía extrañamente ansioso, turnaba la mirada entre Kran y la daga.

—¿Eres idiota o qué? Te dije que no sé nada, nunca descubrí alguna característica o encantamiento oculto. —Kran sabía que eso era mentira, sí había algo especial con ella, pero no sabía qué—. Hay muchas armas con características especiales en el continente, ¿Por qué sería esta una de ellas?

—Estoy seguro de que sí lo es, además… ¿Qué tan inútil hay que ser para no encontrar nada sobre una puta daga?

—¿Hablas de mí o de ti? —respondió con una sonrisa.

Una ola de calor llegó al cuerpo de Faith, por un segundo le tentó la idea de clavarle la daga en la cabeza, pero hacerlo acabaría con la diversión. Respiró con suavidad intentando recuperar la cordura.

—Mañana seguimos —dijo cansado—, ahora mismo necesito dormir, de lo contario no me durarás una semana —Fue hacia la puerta y salió, después de unos segundos volvió acompañado por dos de sus hombres.

Kran fue escoltado de vuelta a su celda. Incluso pudo reconocer a uno de los bandidos junto a él; el asqueroso que maltrataba a Melvin cada vez que podía. Al llegar pudo percatarse de la ausencia del anciano, la sensación de que algo no iba bien se agarró a su mente.

—¡Guardia! —llamó aprovechando que uno de ellos seguía cerca.

—¿Qué? —preguntó de mala gana.

—¿Y el anciano del frente? —Señaló la celda de Melvin.

—Digamos que pasó lo que tenía que pasar —contestó riéndose.

Aquel cometario lo llenó de odio y tristeza, sintió ganas de abrir la celda y matarlo a golpes; pero, por otro lado, sentía pena de no haberse despedido de aquel anciano de sonrisa afable.

La noche se hizo eterna, vagó entre pensamientos que lo hacían reprocharse una y otra vez las decisiones que había tomado. Recordó a su padre, aquel viejo borracho que le sirvió de guía cuando era niño, pero que ya no estaba; se había esfumado hace quince años dejándole la vida hecha añicos. Entre pequeños lapsus de sueño la noche pasó, y con ella llegó la tranquilidad; no había guardias, ni siquiera las ratas se atrevieron a chillar en toda la mañana.



#10038 en Otros
#1223 en Aventura
#7885 en Fantasía

En el texto hay: magia, alta fantasia, artefactos magicos

Editado: 03.01.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.