El apagón fue total, y el pánico en el Sound of Art se mantuvo durante varios minutos. Lancel usó su linterna para guiar a la aterrorizada orquesta fuera del foso, asegurándose de que nadie resultara herido por los fragmentos de vidrio.
Cuando finalmente se restauró una iluminación tenue con lámparas de aceite de repuesto, la escena en el escenario era de caos controlado. Lyra Vance se encontraba en pie, aunque pálida, con la mirada clavada en el atril vacío.
Alistair Thorne, sin embargo, estaba en un estado de colapso. Edwin intentaba ayudarlo a levantarse, pero Thorne se resistía, balbuceando.
—¡Era ella! ¡Lyra, la vi! ¡Se estaba yendo! ¡Estaba huyendo de la música!
—Alistair, cálmate —dijo Lyra, su voz firme, aunque teñida de asombro—. Es el Maestro de las Cuerdas. Estaba usando la música para simular...
—¡No! ¡La figura de blanco! No era una actriz. ¡Era Liana! Estaba allí, justo donde la utilería... ¡Estaba reviviendo el momento!
Lancel se acercó, su expresión de autoridad regresando.
—Director Thorne, el pánico es inútil. El violín fue robado. El Maestro de las Cuerdas es real y acaba de demostrar que puede acceder a cualquier parte del teatro.
Thorne se puso de pie, su rostro reflejaba una mezcla de miedo y una obsesión renovada. Ignoró a Lancel y se dirigió a Lyra.
—El violín era la clave, Lyra. Era el cebo. Y ahora lo tiene. Sabe que hemos descubierto su identidad. ¡El estreno es en una semana! ¡Si ese hombre, o lo que sea, vuelve a tocar, arruinará mi obra!
—Si vuelve a tocar, Alistair, será para revelar tu mentira —dijo Lyra, acercándose al borde del escenario.
Thorne se masajeó las sienes. El terror de ver a Liana había quebrado su fachada de hierro forjado.
—El Maestro de las Cuerdas no va a detener la producción, Lyra. No lo permitiremos. Pero esto... esto no es un simple ladrón o un matón. Este es alguien que manipula el miedo. Que domina la mente.
Thorne se giró abruptamente hacia Edwin, su mente acelerando hacia una solución extrema.
—¡Edwin! ¡Mi oficina, ahora! ¡Quiero un telegrama urgente!
—¿A dónde, Señor? ¿A Scotland Yard? —preguntó Edwin, temblando.
—¡No! A Brighton. A la Mansión Blackwood. ¡Necesito a Madam Zenobia!
Lyra y Lancel se miraron con incredulidad.
—¿Madam Zenobia? —preguntó Lyra—. ¿La espiritualista de las novelas de misterio baratas? ¿Alistair, te estás volviendo loco?
—¡Ella no es barata, Lyra! Es la mejor en lo que hace. Ha aconsejado a la nobleza. ¡Ella habla con los muertos! Si Liana está atada a este lugar, ¡ella puede liberarla! ¡Si el "Maestro de las Cuerdas" es un médium, ella lo desenmascarará!
Thorne estaba al borde de la histeria, su lógica teatral tomando el control.
—Edwin, dile a Madam Zenobia que le ofrezco mil libras por una consulta inmediata. Y que su tarea será clara: silenciar al Lamento de Liana y exorcizar el miedo de mi teatro.
Mientras Edwin corría a cumplir la orden, Lancel se acercó a Lyra.
—Esto es insensato. Necesitamos encontrar la ruta de escape de ese hombre, no un charlatán.
—¿Y qué ruta de escape encontró usted, Inspector? —preguntó Lyra, señalando el techo—. El teatro está sellado. Y ese violín fue tocado con una fuerza que yo nunca he escuchado en vida.
Lyra se inclinó, su voz se hizo baja y conspiradora. —El violín de mi hermana está en manos del Maestro de las Cuerdas. Thorne puede pensar que necesita un exorcista, pero yo sé que necesito una actriz. Madam Zenobia atraerá al Maestro de las Cuerdas al escenario. Ella hablará con el 'fantasma', y él tendrá que aparecer para proteger su juego.
—¿Y si realmente es un fantasma, Lyra?
Lyra sonrió con frialdad. —Entonces la maldición no será el violín. Será mi voz. Lancel, usted encontrará el camino de escape del Maestro. Yo usaré a la espiritualista de Thorne como el centro de mi trampa.
Thorne interrumpió, su rostro un mapa de determinación recién descubierta. —La ley y el arte, juntos. Es fascinante. Lyra, necesito que ensayes de nuevo, mañana. El Maestro de las Cuerdas debe saber que no nos rendiremos. Lancel, vigile mi oficina. Si el Maestro de las Cuerdas está usando las pasarelas, tiene que haber un punto de entrada o salida.
El ensayo había terminado en caos y robo, pero el Maestro de las Cuerdas había logrado algo que ni Lancel ni Lyra habían podido: forzar a Thorne a revelar su pánico. Y en el proceso, había creado el escenario perfecto para un enfrentamiento en la penumbra entre la ley, la diva y lo sobrenatural.