Lancel Finch no tardó en encontrar a Lyra Vance. Tras la visita a la prisión, Lyra se dirigió a una posada discreta cerca de Covent Garden, donde esperaba el contacto de Zenobia. Lancel llegó poco después, guiado por la vidente, quien había interceptado el mensaje de Edwin.
El encuentro se llevó a cabo en la habitación de la posada. Lancel, limpio y vestido de civil, pero con una tensión férrea en el rostro, colocó el violín sobre la mesa. Lyra y Zenobia se sentaron frente a él, las tres figuras formando un círculo inusual de ley, arte y misticismo.
Lyra, recién llegada de la prisión, tenía un brillo febril en los ojos.
—Archibald Thorne está capturado, Inspector —dijo Lyra—. Alistair confesó. El caos ha terminado, pero el problema persiste: Liana está en el éter.
—Zenobia cree que la solución no es destruir el violín, sino tocar la melodía correcta —explicó Lancel, señalando el instrumento—. Una "contramelodía" que sustituya la locura de Archibald por...
—... Por el amor que la trajo de vuelta —completó Zenobia, sus ojos fijos en el violín—. El violín es un canal, Inspector. Necesita una vibración poderosa y verdadera para estabilizar el alma de Liana en la materia.
Lyra asintió con fervor, sacando de su bolso un grueso rollo de papel atado con una cinta.
—Alistair me dio esto en Newgate. Es su última partitura, una que nunca se estrenó: El Orfebre de Sombras. Alistair la considera su obra de redención, la más honesta que ha escrito. Si Archibald usó su obsesión para traerla, quizás Alistair, con su dolor y arrepentimiento, involuntariamente creó la partitura para traerla de regreso definitivamente.
Zenobia tomó la partitura y la examinó con cuidado, sus largos dedos recorriendo los pentagramas.
—El arte de un hombre desesperado tiene un poder inmenso, Lyra. La música de Alistair no está contaminada por la locura de Archibald. La devoción de Thorne a la perfección, aunque egoísta, puede ser pura en la melodía.
Lancel asimiló la situación. Su plan ahora era un acto de fe completo, una misión que desafiaba todos los principios de Scotland Yard.
—Si la partitura es la clave, necesitamos el lugar y el momento adecuados —dijo Lancel.
—El lugar es obvio —dijo Lyra con una determinación feroz—. El Sound of Art. Es el lugar donde Liana se fue. Es donde el hechizo fue lanzado y donde debe ser roto. Además, tengo un encargo de Alistair: debo reabrir el teatro.
—¿Reabrirlo? ¿Con toda la controversia? —preguntó Lancel, escéptico.
—La prensa ya lo ha convertido en un circo. Usemos eso —dijo Lyra, con un brillo teatral que no se veía desde la muerte de Liana—. Lo reabriré en la noche más dramática del año: Nochevieja. Será un evento de caridad, un homenaje al arte por encima de la locura.
Lyra se inclinó sobre la mesa, la idea formándose como una nueva escena.
—Esa noche, presentaremos El Orfebre de Sombras. Será el concierto de la redención. Y el acto final, el solo, lo tocaremos para el alma de Liana. En el mismo escenario, a la misma hora en que el año cambie.
Zenobia asintió lentamente, sus ojos brillando.
—Es perfecto, Lyra. La transición del año viejo al nuevo es un portal de energía. Un momento de renacimiento.
Lancel tomó el violín y lo sostuvo en sus manos. Sentía la gravedad de la decisión. No solo iban a montar un espectáculo, sino que iban a realizar el ritual final que decidiría el destino de Liana.
—Entonces, Nochevieja —declaró Lancel, su voz firme y sin dudar—. Tendrás tu teatro abierto, Lyra. Y yo me aseguraré de que la policía se mantenga alejada.
—Yo me encargaré de la orquestación y el ensayo —dijo Lyra, tomando la partitura—. El violín... tendrá que ser el prima donna del concierto.
Zenobia puso una mano sobre el violín.
—Y yo me encargaré de la protección, Inspector. La oscuridad se habrá ido, pero la magia que atrajo a Liana será inmensa. Usted, Lancel, deberá estar al pie del escenario. Su presencia será el ancla de Liana a este mundo.
Los tres se miraron. El Inspector Lancel, la Actriz y la Vidente. El amor, el arte y la magia se habían unido en un solo propósito. La última melodía estaba escrita. Solo quedaba esperar la Nochevieja.