The Project 99

Capitulo 4

Capitulo 4

La criatura cruzó el umbral como si la puerta fuera papel mojado.
Un crujido agudo llenó la habitación mientras los restos de madera caían al suelo. El aire se volvió espeso, denso, como si alguien hubiera cerrado todas las ventanas del mundo de golpe.

Me quedé inmóvil.

Negra.
Alta.
Demasiado alta.
Un cuerpo delgado pero imposible de describir del todo, como si su forma cambiara cada vez que parpadeaba.

Tenía... luces.
Luces rojas incrustadas en lo que parecía su rostro. Tres puntos brillantes formando una especie de triángulo. Cada luz pulsaba con un ritmo distinto, como un corazón descontrolado.

La chica —la desconocida— se puso delante de mí sin dudarlo. Como si su cuerpo pudiera detener a aquella cosa.

—No te acerques más —gruñó, bajito, como si realmente creyera que una advertencia iba a servirle a un monstruo.
La criatura inclinó la cabeza hacia un lado. El movimiento era espasmódico, antinatural. Cada articulación sonaba como huesos rompiéndose.

—¿Por qué... hace eso? —pregunté temblando.
—Está identificando... —La chica no terminó de hablar.

Un sonido salió de la criatura.
Un sonido que no debería existir.

Era como si hubiera mezclado un grito humano, un motor oxidado y un alarido de animal salvaje.
Mis piernas temblaron tanto que caí hacia atrás, chocando con la pared.

La chica extendió un brazo hacia la criatura, no en defensa, sino como si intentara... detenerla.

—No deberías estar aquí... —susurró.

La criatura se detuvo.

El triángulo de luces en su rostro cambió de color: rojo, azul, verde...
Exactamente como el dron que había visto desde el balcón.

Mi estómago se hundió.

—¿Qué es esto? —pregunté.

Ella tragó saliva. Su voz se quebró:

—Es por mi culpa.

La criatura dio un paso. El suelo vibró.
Otro paso.
Se acercaba directo hacia nosotras.

La chica retrocedió, me tomó de la muñeca con fuerza.

—Cuando te diga, corres.

—¿¡Qué!? ¡¿Adónde!? —Yo apenas podía mantenerme en pie.

—No importa. Solo corre —sus ojos se clavaron en los míos—. Confía en mí por un minuto.

No la conocía.
No sabía su nombre.
No sabía si era peligrosa o simplemente una loca más en medio del apocalipsis.

Pero la alternativa era convertirnos en cenizas en manos de aquella cosa.

La criatura levantó un brazo.
Era largo, demasiado largo, terminando en algo parecido a dedos... pero afilados como cuchillas.

Mi respiración se cortó.

—Ahora —susurró la chica.

La criatura lanzó un golpe certero, directo a nosotras.

—¡AHORA! —gritó.

Nos lanzamos hacia un costado.

El brazo del monstruo atravesó la pared como si fuera mantequilla, haciendo volar trozos de hormigón.

Corrimos.

Torcidas. A ciegas. Tropezando con los restos del desastre del apartamento.

La chica tiraba de mí casi arrastrándome.

—Por aquí —jadeó.

Nos metimos en la habitación. Ella cerró la puerta —aunque eso no iba a detenerlo— y movió el armario para trabarla. Sus manos temblaban.

Yo apenas podía hablar.

—¿Qué... qué es esa cosa? ¿Por qué te está siguiendo? ¿Qué está pasando?

Ella me miró. Por primera vez, sin valentía fingida. Sin chistes. Sin máscaras.

Solo miedo.

—No es una cosa —susurró—. Son varios. Y vienen por mí... porque intenté escapar.

—¿Escapar de qué?

—De donde los hicieron.

La criatura golpeó la puerta con un estruendo que me heló la sangre.
Las bisagras se doblaron.

Ella me tomó la cara entre sus manos.

—Vamos a salir de aquí. Te lo prometo. Pero si algo me pasa...

—No —negué con la cabeza, lágrimas brotando sin permiso.

—...corres. ¿Me oyes? Corres.

La puerta se partió.

La criatura entró.

Y ya no teníamos dónde huir.



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En el texto hay: ciencia ficion, romance, accion

Editado: 04.12.2025

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