Relato N°4 (Acecho nocturno)

Deslumbrante era aquella aura compuesta de esperanza, sabiduría y permufe de rosas, la alegría de observar a mi adorada, sólo con una simple mirada el dolor se esfumaba, pero hasta un inmortal sufre cuando lo pierde absolutamente todo.

Aquellos días alegres se esfumaron, concluían en un lúgubre y fúnebre anochecer, siempre la he protegido y ella lo sabe pero hasta que costo, aquellos que alguna vez la quisieron tocar, ver en un ataúd, observar su piel completamente putrefacta, quien diría que tanto mal de ojo terminaría en tragedia.

Insultos, maldiciones, despreciables seres siempre a su persona, la miseria se estaba propagando por nuestra habitación, mirar el sol desaparecer antes de dar paso a una media luna tan brillante como una linterna que alumbra un camino, un respiro agitado capta mi atención.

Mi adorada agitada fue lo que desbordó el vaso, maldito monstruo repugnante, la raptó pero no sin antes asestarme una sangrienta puñalada en el estómago, mis húmedos ojos sólo observaron el rostro de aquel engendro del infierno.

Fueron minutos adolorido y pudriendome en el suelo de madera, descansar me alivió como si mi cuerpo hubiera recibido una fuerte dosis de adrenalina, la sed de venganza termino nublandome.

Al verme el idiota pedia clemencia pero sin piedad arranque sus extremidades, mientras ardía desde su interior, mi adorada logro escapar, aunque no puede verme sé que sintió mi presencia porque le juré que siempre la protegería.

Nos llaman animales cuando algunos humanos son demonios, que un simple minino jamás lograría salvar a su adorada ama de las garras de un psicópata, pero aunque su cuerpo este putrefacto su espíritu la mantendrá con vida hasta su lecho de muerte.

"A veces un simple animal se convierte en un mejor ser humano que el mismo humano" — Mr.Kasp