The River Of Secrets

Capítulo 4: Sombras en el Agua

Esa noche, Laura no pudo conciliar el sueño. Había regresado al viejo hotel del pueblo, una reliquia del pasado que apenas se mantenía en pie. Las paredes crujían a cada movimiento, y el aire estaba impregnado de humedad. Desde su ventana, podía ver el campanario de la iglesia alzarse sobre los techos del pueblo, como un centinela vigilante. Santa Lucía no había cambiado mucho en apariencia, pero algo en la atmósfera había mutado. Un silencio inquietante envolvía cada rincón, como si el propio pueblo respirara los secretos que ella y sus amigos habían dejado atrás.

El encuentro con Clara seguía fresco en su mente. La mujer se había marchado con una advertencia implícita, y Laura no pudo evitar preguntarse si Hugo, en su estado frágil, sabía más de lo que dejaba ver. Hugo siempre había sido un hombre reservado, pero su conexión con lo que ocurrió aquella fatídica noche no podía ser una coincidencia. Y ahora, con la desaparición de María, el pasado parecía dispuesto a resurgir de las formas más inesperadas.

El tic-tac del viejo reloj de pared la acompañaba mientras se recostaba en la cama. A cada golpe de las agujas, su mente la llevaba de vuelta al río, al lugar donde todo había comenzado. Se preguntó si debía volver allí, pero algo en su interior le decía que no estaba lista. No aún.

Decidida a calmar sus pensamientos, se levantó y se asomó por la ventana. A lo lejos, pudo ver una figura caminando por las calles desiertas. David. Sabía que él tampoco dormía bien, no desde que todos regresaron al pueblo. Sin pensarlo dos veces, se puso una chaqueta y decidió alcanzarlo.

David caminaba en silencio, con las manos en los bolsillos de su chaqueta y la mirada perdida en las sombras. Sabía que Laura lo seguía, podía escuchar sus pasos, pero no dijo nada hasta que ella se puso a su lado. El silencio entre ellos era familiar, cómodo en su incomodidad.

— No puedes dormir —dijo Laura, sin mirar directamente a David.

— Nunca he podido, desde que me quedé aquí — respondió él, mirando al suelo—. Este lugar… tiene algo que no te deja en paz.

Laura asintió. Ambos caminaban en dirección al río, aunque ninguno lo mencionó en voz alta. La gravedad de aquel sitio los atraía sin que se dieran cuenta, como si el agua misma los llamara.

— ¿Has pensado en lo que Clara dijo? — preguntó Laura después de unos minutos de silencio—. Sobre Hugo.

David suspiró, sus pasos desacelerándose mientras las viejas calles empedradas los llevaban más cerca del borde del pueblo.

— Lo he pensado desde que María desapareció. Hugo no es el mismo desde aquella noche — David miró a Laura de reojo, buscando una reacción—. Siempre temí que, en algún momento, esto volvería a ocurrir.

— ¿Crees que María tiene algo que ver con lo que pasó? — preguntó Laura, sintiendo que su garganta se apretaba al mencionar esa posibilidad.

David se detuvo y miró hacia el horizonte, donde las luces del pueblo se desvanecían y solo quedaba la oscuridad del bosque. A lo lejos, el río susurraba, como si estuviera esperando su llegada.

— No lo sé. Pero no puedo dejar de pensar que el lugar donde desapareció… — David hizo una pausa, tragando saliva—, es el mismo donde nosotros… donde todo ocurrió.

Laura sintió un escalofrío recorrerle la espalda. El mismo lugar. Claro que lo era. ¿Cómo no lo había pensado antes? Ese maldito río, con sus aguas turbias y sus secretos. Había sido testigo de todo.

— ¿Vamos a ir? —preguntó Laura finalmente, sabiendo que esa era la verdadera pregunta que ambos se hacían desde que comenzaron a caminar.

David no respondió de inmediato, pero sus pasos lo llevaron hacia el borde del bosque. Laura lo siguió en silencio, sintiendo cómo la ansiedad crecía con cada paso. El aire se volvía más frío a medida que se acercaban al río, y los árboles, que durante el día parecían inofensivos, ahora se alzaban como sombras gigantescas, bloqueando la luz de la luna.

Cuando llegaron, el río parecía más oscuro de lo que recordaban. Sus aguas eran tranquilas, pero había algo siniestro en su quietud. Laura se acercó a la orilla, observando el reflejo de la luna en la superficie. Era el mismo lugar, el mismo rincón donde todo cambió para ellos.

— ¿Crees que alguien más sabe? — preguntó en voz baja, como si temiera que el río pudiera escucharla.

— No lo sé. Nadie ha hablado de esto en años, ni siquiera entre nosotros — respondió David, cruzándose de brazos—. Pero si alguien lo sabe, puede estar relacionado con María. Quizá ella sabía algo, algo que nosotros ignoramos.

Laura sintió un nudo en el estómago. La idea de que María hubiera descubierto algo sobre aquella noche la llenaba de una inquietud que no podía controlar. El pasado estaba demasiado cerca, y la desaparición de María podía ser solo el principio.

El sonido de un teléfono rompió el silencio, haciendo que ambos dieran un respingo. David sacó su móvil y lo miró con el ceño fruncido.

— Es Nicolás —dijo, antes de contestar—. ¿Qué ocurre?

La voz al otro lado de la línea era apenas audible para Laura, pero pudo distinguir la urgencia en el tono de Nicolás. Algo había pasado.

— Tenemos que ir al pueblo — dijo David, colgando y guardando el teléfono—. Nicolás encontró algo.



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En el texto hay: thiller, psicológico.

Editado: 18.09.2024

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