El aire estaba cargado de tensión cuando el grupo salió de la fábrica. Laura no podía quitarse de la cabeza lo que Clara había revelado. María había descubierto algo, y Hugo, antes de desaparecer, también lo sabía. Las piezas comenzaban a encajar, pero los huecos en la historia seguían siendo demasiados.
El cuaderno que Clara había encontrado era la única pista concreta que tenían, y aunque sus páginas estaban llenas de referencias crípticas a reuniones y nombres desconocidos, todavía no les daba las respuestas que necesitaban. Sabían que los involucrados eran poderosos, pero ¿quiénes eran?
David rompió el silencio mientras caminaban hacia el auto.
— Si lo que dice Clara es cierto, no estamos hablando solo de la desaparición de María o Hugo. Esto es mucho más grande de lo que pensábamos, —dijo, con una expresión grave—. Alguien ha estado manipulando todo lo que ocurre en el pueblo durante años.
Laura asintió, aunque aún no podía procesar todo lo que significaba. Las calles del pueblo, que siempre le habían parecido familiares y seguras, ahora le resultaban ajenas, como si cada esquina ocultara un secreto, cada casa una historia no contada.
— Tenemos que ser inteligentes, —respondió Laura—. Si estamos tratando con gente peligrosa, no podemos dar un paso en falso. No sabemos cuántos están involucrados ni hasta dónde llegan sus influencias.
Clara, que caminaba detrás de ellos en silencio, finalmente habló.
— No sé si fue una buena idea contarles todo, —murmuró, con la mirada perdida—. Siento que ahora todos estamos en peligro.
Laura la miró por encima del hombro.
— No podíamos quedarnos en la oscuridad. Necesitamos saber qué le pasó a María y a Hugo, —dijo con firmeza—. Y si eso significa que corremos riesgos, entonces que así sea.
Clara pareció no estar del todo convencida, pero no dijo nada más. David, por su parte, se detuvo frente al auto y se giró hacia ellas.
— Debemos hablar con Nicolás, —dijo—. Si alguien sabe algo, es él.
Laura sintió una punzada de incertidumbre. Había algo en Nicolás que nunca le había gustado del todo. Siempre había sido reservado, y aunque en su juventud eran inseparables, sentía que se había distanciado más de lo normal tras la desaparición de María. Pero David tenía razón; si alguien había estado observando todo desde la sombra, era probable que Nicolás estuviera más involucrado de lo que parecía.
— ¿Y qué le vamos a decir? —preguntó Clara, frunciendo el ceño—. No podemos simplemente ir y acusarlo de estar envuelto en todo esto.
— No, pero podemos intentar sonsacarle información, —respondió David—. Si Hugo estaba investigando algo antes de desaparecer, puede que Nicolás sepa más de lo que nos ha contado.
Laura suspiró, sabiendo que esa conversación no iba a ser fácil. Nicolás siempre había sido esquivo, y en más de una ocasión había evitado hablar sobre María o Hugo. Sin embargo, no tenían muchas más opciones.
— Está bien, vayamos a hablar con él, —dijo finalmente Laura—. Pero tenemos que ser cuidadosos.
***
Cuando llegaron a la casa de Nicolás, el sol comenzaba a caer, tiñendo el cielo de un color anaranjado profundo. Su casa estaba al borde del pueblo, una propiedad antigua que había pertenecido a su familia por generaciones. El jardín, que alguna vez había sido bien cuidado, ahora parecía abandonado, con la maleza creciendo sin control.
Laura sintió un escalofrío mientras miraba hacia la entrada. La casa de Nicolás siempre había sido un lugar incómodo, pero ahora le resultaba francamente siniestro.
Tocaron la puerta, y después de un largo silencio, finalmente escucharon pasos desde el interior. La puerta se abrió, revelando a un Nicolás visiblemente cansado. Su rostro, normalmente apacible, estaba tenso.
— ¿Qué hacen aquí? —preguntó, con una voz que apenas escondía su molestia.
David fue el primero en hablar.
— Necesitamos hablar contigo. Es sobre María y Hugo, —dijo, manteniendo su tono lo más neutral posible.
Nicolás parpadeó, pero no mostró ninguna reacción evidente. Se apartó de la puerta y les hizo un gesto para que entraran.
La casa estaba en penumbra, y la única luz provenía de una lámpara en una de las esquinas del salón. Laura observó las paredes cubiertas de fotos antiguas de la familia de Nicolás, pero lo que más llamó su atención fue la absoluta ausencia de cualquier rastro de María en esa casa. Ninguna foto, ningún recuerdo de ella. Era como si Nicolás hubiera borrado deliberadamente cualquier evidencia de que alguna vez fue parte de su vida.
— ¿Qué es lo que quieren saber? —preguntó Nicolás, sentándose en una silla frente a ellos, cruzando los brazos.
David intercambió una mirada rápida con Laura antes de hablar.
— Creemos que María descubrió algo… algo que involucra a las personas poderosas del pueblo. Sabemos que Hugo también estaba investigando antes de desaparecer. Queremos saber si tú sabes algo sobre eso.
Nicolás frunció el ceño.
— Eso es absurdo, —respondió de inmediato—. María no estaba investigando nada. Ella… ella simplemente se fue. Desapareció sin más. ¿Qué les hace pensar que hay algo más?